La nostalgia, como ya lo hemos dicho acá, es el negocio del presente. Si a eso le sumamos los continuos remakes de producciones del pasado, tenemos la actual programación de los canales latinoamericanos.
El recuerdo de la «escandalosa» (por atrevida en el argumento) Colorina, la cual hoy se retransmite en el canal de Telenovelas, lo trae a colación el querido crítico Álvaro Cueva en su columna del miércoles 18 de julio en el diario mexicano Milenio. Y en ella expresa el deseo de que los canales, en vez de hacer fiestas con esta salida fácil de la reemisión de clásicos, se aventaran a crear una historia soñada para figurones como Lucía Méndez o muchas otras que apenas ven la luz en odiosos papeles de reparto.
Lo anterior me impulsa a hablarles de los «regresos triunfales» que se han fraguado en los últimos años en la televisión, algunos con más pena que gloria. La misma Méndez lo puede decir al actuar en una bazofia juvenil llamada Esperanza del Corazón ¡a las 4:00 de la tarde! ¿Ese es el retorno digno de aquella que hizo desvelar a los abuelos de esta generación con sus cantinelas de borracha bien vestida hace 32 años?
Para no ir más lejos recuerdo las arduas negociaciones para el ansiado retorno a los culebrones de Amparo Grisales en la fallida Madre Luna, producción que, a pesar de contar con la pluma de Julio Jiménez, sufrió el desdeño de los canales privados y solo City TV, un canal local, la emitió cuando ya no era un suceso.
Los grandes actores de este país, que se revolcaron en la opulencia de la fama, ahora hacen casting como cualquier mortal fugado de provincia. María Eugenia Dávila -para mí, una de las mejores actrices colombianas-, debería ser estelar, pero su azarosa vida unida a la desconfianza del medio la relegaron a modestos parlamentos en unitarios. En contraste, algunos compañeros de la época aceptan horrendos personajes en novelas de medio pelo ¿Carlos Muñoz evocará por siempre a Epifanio del Cristo en cuanta telenovela costeña invente Caracol?
Ni hablar de los «retornos» de las «estrellas» hechas por la prensa rosa en cuanto a acumulación de escándalos. El mejor ejemplo es Aracely Arámbula, famosa por salir con Luis Miguel, quien tras algunos años de no estelarizar protagonizó el vomitivo de la década pasada: un refrito de la insuperable Corazón Salvaje. Eso dice mucho de la forma como estos reyezuelos escogen sus nuevos proyectos. Mientras más ceros tenga el cheque a la derecha, parece que les da igual si es un hit o un madrazo mental.
Me imagino el celo con que actores de la talla de Robinson Díaz o Alejandra Borrero piensan regresar a la pantalla chica. No les alcanza hacer cine, pues las películas colombianas tienen esa extraña virtud de ser tan olvidables. La televisión aún goza de prestigio, por lo que siempre queremos ver a nuestros emblemáticos actores y actrices en producciones que nos recuerden el significado de la palabra talento, mismo que tanto hace falta por estos días.
Mientras tanto queda soñar, y para eso una recete infalible: refugiarse en las excentricidades de los escritores de webnovelas, el divertido fenómeno viral de hace algún tiempo que relaja la mente con sus repartos rimbombantes, la burla a la marca Televisa y las enrevesadas situaciones que tejen.
Se imaginan:
¿Una producción de época con María Eugenia Dávila enfrentada a una dama (ya fallecida, lástima) como Teresa Gutiérrez?
¿Un dramon de familias millonarias con el regreso de los primeros actores de Venezuela, México y Colombia (se me ocurren Helena Rojo, Diana Bracho, Judy Henríquez, Julio César Luna, Lupita Ferrer y Fernando Luján)
No saben lo que se pierden, señores productores…el pasado es el presente
¿Cuáles serían esos actores que rescataría del olvido y en qué tipos de producciones los quisiera ver? Vuele un poco la mente amigo(a) lector(a)
@juanchoparada
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