¿De verdad el esfuerzo es suficiente en la televisión pública? El reciente estreno de Crónicas de un Sueño, de Canal Capital, no es ni de lejos el regreso de una manera de contar historias que nos caracterizó durante años. La pretendida apuesta «educativa» y de «recuperación de la memoria» de acontecimientos que marcaron una época en la historia nacional que nos vende las «Crónicas» es, desde una perspectiva dramática, insulsa, absurdamente panfletaria -como si la dirigiera un discípulo de Chávez-, con actuaciones planas, diálogos sosos y actores desaprovechados. ¿Esa es la idea de un producto pagado por los contribuyentes de cuyos bolsillos sale buena parte del presupuesto para estas aventuras?

Sin demeritar el trabajo que hay detrás de este convenio, y con el ánimo de mostrar que sí hay alternativas interesantes de ficciones con presupuesto público, hagamos un recorderis de lo que ha brindado la TV pública acá y en otras latitudes. Si bien el paso dado por el canal local es importante, hay que bajarle a la vanidad y subirle a la calidad de las propuestas. Claro, no somos la BBC o TVE Española, pero no podemos adoptar el lugar de los malos alumnos de la clase.
1. De Amores y Delitos. (Audiovisuales, 1995)
El Nobel colombiano inspiró esta trilogía que se repitió hasta el cansancio a mediados de los noventa por un afortunado acuerdo con la extinta Audiovisuales. En formato de cine, nos dimos el gusto de ver recreados pasajes de la vida y costumbres de los siglos XVIII y XIX  ¡Todo un banquetazo de buenas actuaciones y dramaturgia!
2. XY (Canal Once, México, 2009)
A ver párenme el carro. Una serie bien sexosa sobre las inquietudes del hombre mexicano contemporáneo…¿pagada por el canal estatal? Eso es cátedra de principios, sin necesidad de discursos elaborados. Una apuesta que duró tres temporadas pero que sentó precedentes en cuanto a romper esquemas se refiere.
3. Los archivos del cardenal (TVN, Chile, 2011)
¿Clases de historia? Bueno, el canal TVN de Chile, canal público de ese país, ha consolidado su oferta dramática en los últimos cinco años (varias producciones de este país se han versionado en distintas partes) con su óptica y expuesto a la controversia se animó a retratar el trabajo de un organismo defensor de los perseguidos durante la dictadura de Pinochet. Hay una posición, sujeta a toda clase de interpretaciones, pero se le ve el billete y el trabajo.
4. La Defensora. (Canal 7, Argentina, 2012)
Es televisión oficialista, pero al fin y al cabo televisión. La reflexión sobre el maltrato infantil desde la perspectiva de una defensora de menores tiene su sustancia. No necesariamente genera rating pero se abona la intención de convertir un tema cotidiano, pasado a vuelo de pájaro por las noticias, en un acto digerible que puede cumplir un fin educativo y preventivo, según el caso. Para más referencias les recuerdo el estreno de Combatientes, que habla de la guerra de las Malvinas.
Como ven, no es cuestión de enarbolar una ideología y usar la ficción para camuflarla: hay una suerte de voluntades que deberían escapar a los egos (o delirios) de gobernantes de turno y proponer realmente no solo miradas sobre nuestra realidad sino contarlas de un modo que dé gusto decir «eso sí es verdaderamente televisión pública».
@juanchoparada

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