Y se entregaron  los premios India Catalina  a lo «mejor» de la televisión nacional. Más allá del volumen de absurdos que se ven en estas premiaciones, sus generosas categorías y nominaciones para quedar bien con todo el mundo, su evento que juega a ser una parodia de los Óscar (y sin selfie aún) o comentarios malintencionados de  «acuerdos» para darle vitrina a los esfuerzos que se hacen en la televisión estatal, tras analizar los resultados me quedó claro una cosa: si Señal Colombia «es tan buena» …¿por qué no la vemos? Este triunfo hay que analizarlo con una grandísima lupa.

La discusión no es novedosa: hasta yo mismo lo he planteado antes.  Nos hemos rasgado las vestiduras sobre la pretendida función educativa de un canal que existe por los impuestos que pagamos, de esa misión altruista de salvar mentes, abrir mundos y enseñar al inculto colombiano promedio que prefiere beber cerveza con los amigos en vez de regalarles un libro. Y dividimos radicalmente el mundo entre los canales privados que también deben darnos clases de moral a través de biocorronchonarconovelas, realities y concursos aspiracionales, noticieros fashion y chismes autopromocionales, y los canales públicos que deben hacerlo explícitamente (bien sea replicando fórmulas de los privados o acudiendo a una mezcla de pedagogías, narrativas visuales y apuestas formativas que de solo enumerarlas producen extrañeza o bostezo)

Aclaración: Señal Colombia no se financia con los impuestos sino con aportes de operadores privados a Fondo para el Desarrollo de la Televisión y los Contenidos. (Gracias, @Manuelko, Jefe de programación de Señal Colombia)… pero sigue siendo pública.

Eso me crea duros cuestionamientos ¿Es necesaria esa división? ¿Nuestro canal público no debería tener su noticiero? ¿Ser un espacio para el drama? ¿Convertirse en una alternativa de entretenimiento de masas? ¿Por qué la BBC, paradigma de contenidos a nivel mundial, lo ha hecho desde sus orígenes y la tarea nos queda grande a nosotros? ¿Cuál es la razón de tanta apatía (o antipatía) a la televisión pública en nuestro país?

Precisamente leí el documento que hoy circula Omar Rincón en su columna de hoy sobre el paisaje de la tele latina, y el concepto de lo público es relativamente común en cada país. No es sorpresa descubrir que lo público se convierte en sinónimo de aburrimiento y que la primera asociación de lo público es a gobierno. Si vamos por ese camino encontraremos un mapa irregular de concepciones sobre el destino de lo audiovisual en lo público, frente a los cuales hay que decirlo, Señal Colombia trata de mantenerse incólume.

Rincón afirma en su ensayo que los colombianos no vemos Señal Colombia porque le parece que es una televisión cultural que va para gente muy culta e ilustrada y aburrida que no es como uno; porque es una televisión que pretende educarlo y el televidente se resiste a más educación, y  menos, en su tiempo de ocio. El colombiano del común, que es el televidente, está cansado y quiere solo divertirse y relajarse un rato y no quiere programas de derechos humanos, ni educarse, ni ser considerado inculto-iletrado-de-mal-gusto 

En ese orden de ideas ¿los recientes ganadores como El mundo Animal de Max Rodríguez o Cuentos de Viejos son muy cultos? ¿Se está perdiendo la platica de los colombianos (o de los operadores, o del fondo o de lo que sea) en televisión hecha para ganar premios y descrestar jurados que para ganar reconocimiento en la población? ¿Dónde está la televisión pública en las aulas de clase, en los titulares de prensa, en los trending topics y en las paradas de autobuses?

La limitación presupuestal no puede ser la excusa de siempre. Peor aún si la parrilla del canal público se sigue definiendo por licitaciones. La extrema diversidad también marea. Hay una realidad  dura pero simple: la televisión es un negocio, si inviertes lo mínimo obtienes lo mínimo, así sea para fines loables como educar e incluir.

Otra serie de cuestionamientos que se desprenden de estos premios tienen que ver con lo que se premió ¿La televisión pública hace la mejor televisión infantil y educativa? Por antonomasia ¿en Caracol y RCN trabajan versiones modernas de Herodes o tapias insensibles al intelecto? En este caso ¿prima más el fin educativo que el de entretener? ¿Aurelio Cheveroni y los Bichos, a la quema pública? Más que para los propios canales privados, acostumbrados a que los tilden de embrutecedores, la pregunta es por esa colección de programas de escasos capítulos que terminan por ahí, languideciendo con el recuerdo de un homenaje sin hacer nada más. Plaza Sésamo o Pocoyó dan cátedra de cómo aprenderse las vocales o  hacer amigos ¿No podemos inventarnos un universo para ellos desde nuestra identidad en el que construyamos esos referentes y que estén en cada lonchera o alcoba?

Por ahí hay que comenzar, señores hacedores de televisión pública. Quizás los premios indican algo: hay talento. ¿Y eso es todo? ¿Y el público que responde a la oferta qué? Es parte fundamental en el negocio ¡Hasta los premios al cine independiente tienen salida comercial! Sundance Channel existe. Es un tema largo y que genera escozor, pero lo seguiré insistiendo las veces que sea necesario. Nuestra televisión pública lleva décadas y resulta tremendamente injusto que nadie la vea. Pero también debe dejarse ver, entender quién es el televidente, reconciliarse con los aspectos más simples de la vida en el que uno desea desconectarse. Hay avances, pero se extinguen con la velocidad de un suspiro.

Para los que me leen ¿qué debe hacer Señal Colombia para que todos la veamos? ¿Qué los haría inclinarse a verla con frecuencia, sentirla como una opción?

@juanchoparada

juanchopara@gmail.com