A la ofensiva lanzada por los canales colombianos RCN y Caracol para que los televidentes exijan a los operadores su señal en HD (claro, ad portas del Mundial) ahora hay que sumarle la cruzada de canales públicos como Canal Tr3ce y Telemedellín, entre otros, por estar en la oferta de DirecTV, un cable operador con una significativa cuota de participación en el mercado. Mi pregunta es simple ¿Es de vida o muerte que la oferta de estos canales esté presente allí?

Por un lado está la ley 680 de 2001, la que obliga a los operadores de televisión por suscripción a emitir los canales nacionales de señal abierta. Es la misma legislación que hoy está en el paredón por su falta de visión frente a los avances tecnológicos, pero que en su esencia es clara en procurar el acceso de la ciudadanía a la oferta pública. Como siempre pasa, la aplicación de la ley es interpretada a gusto: así como DirecTV, operadores como Claro (Telmex) han hecho lo que quieran con la emisión de los canales públicos. Unas veces los ves, otras no los ves. De ese modo ¿qué sentido tiene generar pertenencia a un canal que no puede llegar a su público?

De otro lado se encuentra un hecho que ya he mencionado en varias ocasiones frente a la calidad de los contenidos que ofrece la televisión estatal colombiana. La imagen de los mismos apenas existe en la mente del ciudadano de a pie, y por ende les da igual lo que suceda con ellos. Años de poca inversión o la perversa ejecución de los recursos que descuidaron tanto la infraestructura como la formación de creadores y públicos siempre pasan la cuenta de cobro y el resultado lo vemos a diario ¿Tenemos una oferta real de contenidos que sí le interesen a la comunidad?

Esa relación tirante entre cableoperadores y canales públicos la vino a romper en cierto modo Canal Capital. El aplaudido concierto de Paul McCartney del 2012 en los inicios de la Petrocracia, como bien recuerda el diario El Espectador, fue la excusa perfecta para solicitar un espacio de difusión a través de DirecTV, reclamo que atendieron meses después y que ahora permite al canal bogotano verse por el canal 143 de esta empresa. No obstante, no me cuadra el argumento de que «querían llegar a estratos altos» y mucho menos que DirecTV es un vehículo perfecto para masificar «lo publico». No dudo que existan personas con valores altruistas en Rosales o los alrededores de Hacienda Santa Bárbara, pero ¿la televisión que les ofrece Canal Capital llena todas sus expectativas?

El cable hizo (y lo hace aún) lo que ahora logra de manera más inmediata y no tan costosa internet: poner el mundo al alcance de un clic con la sucesión de contenidos de diversos acentos y culturas. Aún así los servicios premium de canales como MovieCity y HBO, asociados a contenidos exclusivos en concepto (pero que deberían estar al alcance de todos), llevan la experiencia al límite y ese es su valor como negocio. En esa medida tiene sentido pagar por ver fresquitos  estrenos de cartelera y una alta definición de su señal para disfrutarlos, algo que NO VA A PASAR  en mucho tiempo con los canales que tenemos en Colombia.

Aunque el Ministerio TIC se has esforzado en acordar coproducciones con grandes señales como Disney o MTV -por dar ejemplos- para sacar del ostracismo a las señales estatales de las regiones, lo cierto es que persiste el grave problema de marca de la televisión pública que las hacen indeseables. Eso sin olvidar los inevitables nexos con la política de turno, que solo terminan por «dañarles el caminado» a las intenciones del gobierno nacional de estimular la creación de contenidos más elaborados.

Desde luego hay que analizar el impacto. Los canales regionales tienen un promedio de existencia promedio de 20 años y algunos de sus programas parecen anclados en el siglo pasado. Al ver eso, evidentemente uno se cuestiona «¿estoy pagando por eso?» ¿Dónde está la profesionalización del servicio? La actualización no es solo tecnológica sino en ideas, en realización, y ese valor no se está reflejando en las propuestas actuales.

A este barquito se sube la cuestionable oferta de los propios operadores. Omar Rincón le dio su zarandeada a los enemil canales asociados a Claro TV, pero la perorata no funciona: de 60 canales de un plan básico hay que clavarse 5 o 6 «caseritos» rellenos de una masa amorfa de contenidos ¡Me sacaron VH1 por ver Vallenata! La oportunidad sigue perdida al respecto y la producción se va por la fácil, así que toca desembolsillar la mensualidad para continuar el infame zapping.

DirecTV acaba de ser comprado por AT&T y no sabemos aún el alcance de esa operación en términos de políticas, pero lo que sí es predecible es que van por América Latina como una fuente importante de ingresos debido a la creciente demanda del servicio en un sector de la población. En esa medida la exigencia de la oferta va a crecer, la propuesta de servicios como Netflix también pateó el tablero y no puede uno salir con concursitos de mercados o documentales de chorizo y empanada. Nuevamente hago un llamado a los canales a que redefinan su estrategia, formen a su gente en lo que debe ser sin descuidar del todo su misión pública y concentren sus esfuerzos en hacer campañas más loables. Con tanta tragedia y marrullería junta hay que ser más sensatos.

¿Ustedes sí ven los canales regionales? ¿Los quieren en su servicio de televisión por suscripción?

@juanchoparada

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