¡Ese bendito Twitter es la cagada! Después de que la loca de las naranjas y su tía engrosaran el hall of fame de la infamia electorera, ahora el turno es para el apoyo de actores y actrices de la televisión colombiana a los candidatos en disputa por la presidencia en segunda vuelta, Santos y Zuluaga. 

¿Qué tiene de malo? ¿En sí son famosos? La amplitud de significados e interpretaciones que tiene esa palabra es la mismísima fosa de Las Marianas: acá un famoso puede tener 40 años en cine, teatro, televisión y creer que su reconocimiento público le extiende un cheque de favorabilidad para ocupar cargos en el Estado. Otros famosos replican ante políticas gubernamentales con (aparente) vehemencia. No más el caso del ganador del Óscar, Alfonso Cuarón, y su crítica a la política energética en México.

También hay famosos que comulgan con gobiernos que ahora están en el ojo del huracán: el mismo Sean Penn sonriente en foticos varias con Maduro ha pateado el estómago de radicales librepensadores. O los famosos que (sin importar segundas y terceras intenciones) se suman a campañas para parar el matoneo o bullying como la liderada en México por la iniciativa ciudadana Basta MX y a la cual se suman reconocidas figuras como Thalia

Sin ir más lejos, la campaña «NI con el pétalo de una rosa», que la actriz Alejandra Borrero ha convocado constantemente como un aporte desde la cultura para reflexionar sobre la violencia de género, son ejemplos de cómo los famosos, al igual que cualquiera de nosotros, expresan sus convicciones y afinidades con las ideas que más los identifican (voluntaria o por medio de algún acuerdo de imagen, eso sí)

Pero hoy estamos hablando de una elección presidencial. No es una campaña convencional por algún derecho humano, es la decisión sobre los destinos de un país, así que todos los actores y actrices que aparecen en videos como este ¿son tan influyentes como para invitarlo a votar? ¿A  derrotar la abstención? ¿A elegir al candidato que han decidido apoyar?

Esta reflexión acerca del verdadero poder de convocatoria que tiene una figura pública suele sobredimensionarse: no obstante en política todo suma y es así que tenemos distintas personalidades de la moda, la cultura y el deporte (paradójicamente los que sacan más la cara por el país) los convidados a manifestar abiertamente su predilección, bien sea que ello oriente o no la intención del voto del colombiano de a pie.

La pregunta que me cabe entonces es, si bien nuestra farsándula criolla no deja de ser ciudadana por adherirse a una ideología política o de cualquier índole, ¿mina su credibilidad tal escogencia? Quizás, pero ¡ellos son los que ganan en dólares! Aunque sus preocupaciones sean las de cualquier mortal, su talento y agudeza para el negocio los tiene más arriba, así que lo que digan es tomado muy en cuenta. Desde el uso de una crema de dientes hasta el candidato a presidente por el que debes votar. Y si nos abrogamos el derecho a juzgarlos por sus creencias ¿no deberíamos copiarles la señal cuando abanderes causas humanitarias? Es más ¿usted ha hecho algo solo porque oyó a Danilo Santos o Amparo Grisales hacerlo?

Si vamos a sacar cuentas de los réditos que dejan esta clase de apoyos sería muy interesante conocer una encuesta, -pero una de verdad, no esas mamarrachadas que salen últimamente-, donde nos digan qué tanto le aportaron a las respectivas campañas las bendiciones de los famosos.

Aunque no sea famoso ya sé lo que haré este 15 de junio. Les cuento por Twitter

@juanchoparada

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