El precio de la vida privada es que termine en boca de todo el mundo. Esa es una de las lecciones de lo sucedido con el actor norteamericano Charlie Sheen y su confesión del pasado martes. Pero no es la única.
Todos sabemos que los excesos traen consecuencias. Así como sucede con la extrema morronguería y la hipocresía light de esta nueva era donde arrojamos bosta hacia el lado que nos ofrezca el mejor blanco. La revelación hecha por el protagonista de la comedia Two and a Half Men, por insólito que parezca, expuso tabúes y prejuicios que se creían superados:
-Las personas seropositivas aún se ven como leprosas y dignas de castigo por su «vida disoluta».
-Las personas seropositivas duermen con el enemigo. Mejor si es famoso, acérrimo heterosexual o con una doble vida: más jugosa es la tajada.
-Los machos dominantes, capaces de tener sexo indiscriminado sin protección, aún son ejemplo a seguir. Con esta historia el machismo sufre un duro revés. Le pasó a Michael Douglas , aunque en otras circunstancias.
Más allá de la personalidad en pantalla y de la verdadera personalidad del señor Sheen, es claro que aún vivimos del miedo al qué dirán. Que nos cuesta trabajo ponernos en el lugar del otro, sin tratar con ello de «pobretearlo» por la condición de salud en la que se encuentre. El germen de la discriminación está allí. ¿Quién no convive con algún familiar o amigo con diabetes, hipertensión, fallas cardíacas, impotencia sexual, obesidad o acné, entre otras, que le crea a su alrededor todo un cuadro de (auto) exclusión?
Precisamente me enteré hace unos días que tengo el azúcar alto y no saben lo irritante que es empezar a buscar alimentos más «sanos» e ingresar al círculo invisible de prediabéticos que cambiaron el brownie por agua endulzada con stevia. Aún desconozco otros cuidados y los extremos a los que llegaría una eventual diabetes, pero la vida tiene que continuar con esas nuevas perspectivas. Las mismas de cualquier otra persona que adquiere cualquier otra enfermedad y debe aprender a cuidarse y cuidar a los demás.
Llegó Pearl Jam
En temas más amables (en lo posible) ya estamos a punto de vivir uno de los espectáculos del año (si nada más ocurre) En Radio Distractor de Stereo Joint Radio vaticinamos algunas de las cosas que pueden pasar, repasamos las mejores interpretaciones en vivo de la banda y conversamos con los tributos pioneros Firedog y Black Cirle, que ya han tenido la oportunidad de escuchar en el post anterior. Muy pronto tendremos ese podcast en la página web.
A propósito, qué tierrero el que se armó con el anuncio de la banda telonera colombiana para este concierto, anuncio sorpresivo como casi todo lo que ha ocurrido alrededor de este evento. The Hall Effect no será una banda de mis afectos y evidentemente tiene más relación con Pearl Jam que una cebolla en una fiesta de bocadillos veleños (metáfora de un divorciado del azúcar), pero la invitación es que, en medio de tanta improvisación, respetemos a los artistas en tarima, con la recomendación de que en próximos eventos los organizadores investiguen bien, pregunten a los que saben y no pierdan el tiempo en fastidiar a los verdaderos fanáticos con sus arbitrariedades.
@juanchoparada
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