Desde el escándalo que comprometió las carreras del ex General de la Policía Nacional, Rodolfo Palomino, el ex Viceministro del Interior, Carlos Ferro, y la ex directora de la emisora La FM de RCN Radio, Vicky Dávila, han corrido ríos de tinta sobre el comportamiento de esta última. La decisión que le costó el cargo motivó decenas de columnas de opinión sobre la crisis del ejercicio profesional del periodismo en el país tanto en terrenos procedimentales, éticos y políticos como de desencanto por el presente y futuro de esta disciplina. Sin embargo, cada vez más hay jóvenes que manifiestan su interés por estudiar Comunicación Social y Periodismo.
Aquí la pregunta no es por las actuaciones de los medios de comunicación y sus periodistas frente a los sucesos que se han dado a conocer ante la opinión pública, o por el afán de protagonismo y exhibición de poder que opacan verdaderas labores investigativas y de denuncia, actitud que, dicho sea de paso, deforma cualquier interés altruista en la aspiración de ser un profesional de los medios. En medio de esta coyuntura ¿cómo se preparan los futuros comunicadores y periodistas al interior de sus escuelas de formación? ¿Es el panorama tan gris como lo afirma la periodista María Clara Gracia en su columna para el portal Las 2 Orillas, «Comunicadores sociales–periodistas mal preparados, sin campo de acción y con semestres que cuestan en promedio $9.000.000 cada uno»?
Por esa razón emprendí una pequeña búsqueda para establecer una aproximación al panorama académico en algunas universidades que ofrecen estas carreras y saqué algunas conclusiones que deseo compartir con los lectores, especialmente con colegas que lleguen a leer esta publicación.
1. Las facultades DEBEN actualizarse y articularse más con el escenario laboral. Frente a la pregunta de «¿Qué periodismo se enseña en las facultades?», el editor de la versión digital de The Washington Post, Emilio García Ruíz, respondió lo siguiente: «Lo mismo que enseñaban hace 10 años. Nosotros trabajamos mucho con las universidades que quieren saber qué tienen que enseñar. La mayoría de los profesores no están trabajando en todo este cambio digital y se especializan en el trabajo tradicional. Y es difícil para ellos cambiar, igual que lo es para los periodistas. Es un problema grande».
Está muy claro: los principios de la formación periodística no cambian con el avance tecnológico, pero los públicos, los comportamientos y la forma de presentar la información sí. Hay que establecer un nexo entre lo bueno del pasado con las demandas del presente y el futuro. Existe la radio, pero hay podcast. Aún hay televisión pero los videoblogs y el streaming se apoderan del mercado. Y la convergencia multimedial, en la que los medios tradicionales incursionan con cierta altivez pero que no sacan todo el provecho de esta posibilidad por la inmediatez de los acontecimientos. Qué cantidad increíble de reflexiones y movilizaciones pueden surgir de trabajos en este escenario. Aún así, algunos docentes y facultades se resisten al cambio, por lo que siguen transmitiendo al estudiantado la sensación de mantenerse en ese lugar común de la zona de confort, fortaleciendo al mismo tiempo una extraña cualidad: la de sentirse «ciudadanos de primera» que pueden exigir con insultos e incluso chantajear con publicar «cierta información» si no se cumplen sus peticiones.
Ahora bien, el fogueo de los futuros periodistas y comunicadores debe plantearse en laboratorios de práctica que involucren el contexto geográfico, social y personal de los estudiantes. La única aspiración no es llegar a Caracol y RCN. Es generar transformaciones en cualquier escenario. La Javeriana cuenta con el Centro Ático y otras universidades ya se han puesto en la tarea de habilitar condiciones para sus centros de medios (hace mucho que no leo una publicación universitaria). Por otra parte, el apunte sobre los salarios de los periodistas en los medios de comunicación no es de poca monta. La remuneración por el buen trabajo es tan esencial como la satisfacción que genera el mismo y allí el diálogo debe conducir tanto a nivelaciones salariales justas y crecimiento profesional como la expectativa de abrirse campo con emprendimientos propios que, ojalá, integren diferentes disciplinas.
2. Hay comunicación, hay periodismo, hay comunicación y periodismo…¿y? La Pontificia Universidad Javeriana fue reconocida como la más destacada en la disciplina por una firma extranjera. Este es su perfil profesional y de estudios. Por el lado de la universidad pública, la Universidad de Antioquia discrimina entre Comunicación Social y Periodismo de Periodismo como tal. En ese espectro encontramos la Universidad del Valle, la Universidad del Norte, la Universidad de Pamplona , la Pontificia Universidad Bolivariana y la Universidad de la Sabana, por dar algunos ejemplos. Examinen sus mallas curriculares, su horizonte profesional. Algunos están fechados del 2012 y 2013. Compárenlos. Respetando la autonomía universitaria, la perspectiva de su origen (público/privado) y los énfasis de cada carrera las diferencias son abismales.
Si buscamos profesionales que respondan a los retos del periodismo actual se necesita implementar y profundizar en periodismo de datos, legislación en materia de derechos de autor, licencias creativas, estilos y formatos como el webdoc, las aristas de subgéneros como el periodismo político, el cultural o el de investigación solo por mencionar algunos temas. Es probable que existan como electivas, pero considero que hoy no son opcionales sino parte importante de la formación. Aquí el Ministerio de Educación Nacional tiene mucho que decir, dado que las expectativas de formación, como las habilidades y competencias de un aspirante a periodista, quizás no se compadecen con lo que ofrecen las instituciones educativas. Además, y esto lo digo en plena entrega de las pruebas Saber Pro (antiguas ECAES) el estándar que busca establecer dichas pruebas a la educación superior en materia de Comunicación Social y Periodismo puede no ser lo suficientemente justo con esta situación.
3. ¿El periodismo debe ser un postgrado? Una columna de Jorge Espinosa, periodista de RCN Radio, puso esta sugerencia en el tapete. Aunque no sea descabellada, el origen de esta propuesta revela un déficit que no es exclusivo de la comunicación o el periodismo en la academia: el poco interés por la lectura y la escritura de los alumnos. Tampoco es exclusivo de la educación superior: desde la escuela viene el problema. Al leer la referencia de Espinosa a Piedad Bonnet y su experiencia como jurado de concursos literarios me vino a la mente el reclamo de Daniel Samper Pizano en la segunda versión del Premio de Periodismo Universitario por allá en el 2004 en el que la categoría de crónica y reportaje fue declarada desierta. «Falta imaginación y estilo propio en las propuestas presentadas en la categoría. Hay una deficiente preparación y muestra de mala literatura y mal periodismo por parte de los estudiantes», expresaba Samper en su balance. Si en doce años no han cambiado las cosas es física desidia. En la idea de formar periodistas y comunicadores que además sean corporativos lo menos que se les pide es que escriban bien y comprendan lo que leen, analicen el contexto y emitan opiniones con fundamentos sólidos.
4. El mundo empresarial absorbe a los periodistas. Cada vez es más frecuente que reconocidos periodistas hagan una pausa en su profesión para dedicarse a la comunicación corporativa, con todos los beneficios y conflictos que se derivan de ese cambio. Y esa es la alternativa ante las amenazas que a veces entraña la búsqueda de la verdad en el oficio periodístico. En ese sentido, al interior de las facultades de comunicación deben propiciarse una reflexión sobre esta tendencia de»cerebros fugados» y analizar cuáles son los caminos posibles para reivindicar la labor periodística. Desarrollar más encuentros con perspectiva de entrenamiento, estimular el trabajo en red con propósitos comunes, aprovechar las herramientas con las que cuentan las universidades para llegar a consolidar agendas propias de información y entretenimiento, así como constituir y/o asesorar canales efectivos de denuncia cuando se está frente a casos que claramente atenten contra los profesionales o los medios de comunicación de cualquier índole.
5. ¿Cómo enseñar ética periodística? La conexión que planteó en su momento el reconocido Juan Gossaín entre periodista, conciencia y comunidad aparece resquebrajada. Cuando no es la extrema desconfianza hacia la institucionalidad es el amiguismo y la vista gorda ante las problemáticas que afectan a las poblaciones. Es recordar el compromiso con las personas que toman decisiones basadas en lo que se comunica: desde la alerta de un posible riesgo hasta la conducta de un funcionario que despierta sospechas. Este aspecto requiere de mayor atención en las facultades, por lo que a través de grupos de investigación estudien casos y generen más análisis propios de lo que sucede cotidianamente en los medios de comunicación y la percepción que la gente tiene de ellos.
Hace unos días la Universidad de la Sabana planteaba los siete desafíos del periodista colombiano. Este que planteo hoy sumaría el octavo a la lista y es la urgente necesidad de una evaluación y renovación del oficio desde las bases. Yo no me formé en una facultad, lo que aprendí fue en un proyecto de comunicación gestado por esta casa editorial y una fundación sin ánimo de lucro. Aún así, el ejercicio sirvió para enamorarme de esta labor, tener a mi cargo un medio propio en la naciente era digital y dedicarme a lo que me gusta cuando hago radio y escribo acá cada semana. Mi invitación a las entidades educativas que ofrecen este programa es que contribuyan con todos los medios a su alcance a devolverle la dignidad a la comunicación y al periodismo, esa certeza de que lo que haces es por el bien común y está perfectamente encaminado a tal fin. Y a los futuros comunicadores y periodistas, a usar esa intuición que los llevó a elegir esta carrera para dignificarla con esfuerzo, con voluntad de trabajar en equipo, con el deseo de impulsar algún tipo de cambio ante tanta desilusión. Los memes ofensivos y las agresiones continuarán, pero siempre habrá alguien que marque la diferencia cuando, gracias a su dedicación, le cambió la vida a una persona, una comunidad o una institución que realmente pedía ese cambio.
Para finalizar #YoHiceEsto para Semana Santa: recordar las mejores baladas rockeras en español de las décadas de los ochenta y los noventa. El pasado 16 de marzo empezamos con la década de los ochenta y continuaremos este Miércoles Santo con la década de los noventa. 6:00 p.m. en www.stereojoint.com Espero sus aportes.
Este es el playlist que sonó en el primer programa
@juanchoparada
juanchopara@gmail.com