En este recorrido por monstruos literarios es inevitable escudriñar la morada del «monstruo de los ojos verdes». Inmediatamente nos remontamos a Shakespeare con el drama de Otelo y sus innumerables lecturas, que siguen confirmando el retrato de los seres humanos ayer, hoy o en el siglo tres mil.

El escritor español Javier Marías considera que el Bardo de Avon erás más enigmático de lo que parecía, incluso contradictorio. «En mis novelas he puesto ejemplos: “It is the cause, it is the cause, my soul” (“Es la causa, es la causa, alma mía”), así inicia Otelo su famoso monólogo antes de matar a Desdémona. El lector o el espectador leen o escuchan eso tranquilamente por enésima vez, lo comprenden. Y sin embargo, ¿qué demonios quiere decir? Porque Otelo no dice “She is the cause” ni “This is the cause” (“Ella es la causa” o “Esta es la causa”), que resultarían más claros y más fáciles de entender», citaba en un extenso artículo dedicado al aniversario por los 450 años de su nacimiento.

«Es el clásico más vivo», afirma hacia el final. Y con esa sentencia me quedo, pues el pretexto de la obra sirve para reenmarcar el universo de una de las pasiones humanas más incontenible, que en extremo conduce a la fatalidad. Si la soberbia caracterizaba a Frankenstein, Otelo es la imagen de la paranoia, la obsesión, la sospecha.

Historias de personas controladoras hay por montones. No es necesario llamarlas «amor», pues en un rincón secreto nos puede gustar el sometimiento. Pero admitamos que la convención humana asociada a la fidelidad exige pruebas para comprobar que el sentimiento es más fuerte que la tentación, y frases como esa que hablan de pérdida de la voluntad o una devoción sumisa adornan cientos de canciones que encienden borracheras, empujando a ese animal a reclamar derechos de propiedad, mechonear atrevidas o demostrarle con creces a ese «objeto de su afecto» que «con lo mío nadie se mete».

En serio: la celotipia (conocida como el síndrome de Otelo, para más evidencias del legado ‘shakesperiano’) no es solo material para anécdotas pendejas de standuperos. Pensemos en el siguiente panorama: Según el Forensis 2014 del Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses, a nivel de violencia de pareja, de 75.939 peritaciones realizadas en ese año en el contexto de violencia intrafamilar el 64,33 % corresponden a violencia contra la pareja, con una tasa de 125 casos por cada 100.000 habitantes. En otras palabras, por cada hombre que denuncia ser víctima de violencia por la pareja seis mujeres lo hacen. Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Neiva son las ciudades capitales con mayor número de casos reportados.

Ahora, el 52% de los casos ocurrió en parejas conformadas por personas entre los 15 y 29 años, las cuales viven en unión libre primordialmente. Y en el 46 y el 65% de los casos el principal agresor es el compañero permanente, seguido de las exparejas. Como no podía ser de otro modo, frente a las razones que desataron la agresión se encuentra, después de la intolerancia, los celos, desconfianza e infidelidad.

Hay que recordar que, como cita el diario El Colombiano, «antes de 2015, las cifras de mujeres asesinadas por cuestiones de género no aparecían en los registros de Medicina Legal. Había estadísticas sobre muertes violentas de mujeres, sin establecer por qué fallecieron, quién las asesinó ni bajo qué circunstancias». Eso cambió en el 2014 cuando la propia entidad empezó a trabajar en un “protocolo para la investigación de muertes con sospecha de feminicidio», mientras el Congreso aprobaba el reconocimiento del feminicidio como delito, expresado en la Ley Rosa Elvira Cely en homenaje a una humilde mujer brutalmente asesinada en inmediaciones del Parque Nacional.

Tras estudiar las muertes violentas de ese 2014, Medicina Legal estableció que durante ese año hubo más de mil casos de feminicidio, ocurridos principalmente en las regiones del Valle del Cauca, Bogotá, Antioquia, Cundinamarca y el Meta.  De estos, según la entidad  “se registraron 116 asesinatos a manos de sus parejas o exparejas, estos casos corresponden al 11,52% de las muertes violentas de mujeres ocurridas ese año”.

La sensibilidad hacia el tema de los mal llamados crímenes pasionales toca extremos bastante disímiles. Por un lado, el cantente grupero mexicano Gerardo Ortiz se encuentra en el ojo del huracán por promover en el video musical de su sencillo «Fuiste mía» todo un culebrón que acaba en asesinato. La controversia hizo que el mencionado material fuera despublicado del canal YouTube y cientos de activistas piden ahora la cancelación de sus conciertos, por mencionar lo menos peor que le ha sucedido. Mientras, una paisana de Ortiz -la ahora archifamosa Brenda Delgado se convirtió en la comidilla de los medios tras figurar en la lista de las diez personas más buscadas por el FBI gringo, acusada por mandar asesinar, presuntamente, a la nueva pareja de su ex novio.

Más allá de evidenciar que es difícil controlar nuestras emociones por los demás o que la ruta de atención en casos de este tipo no suele ser muy efectiva, el monstruo de los celos sigue campeando en diversas formas, incluidas culturales. Desde la misma Biblia a El Túnel de Ernesto Sábato, en cualquier romance telenovelero convencional del tipo Los Ricos También Lloran o con tintes sociales como El Último Matrimonio Feliz, las historias donde desconfiamos hasta de la propia sombra abundan como reflejos de mentes enfermas. Me hacía gracia la referencia a la conmemoración del día de la ex pareja, como si eso nos convirtiera en sociedades civilizadas y armoniosas. Porque lo que sí es cierto es que las historias de celos jamás serán historias de amor.

A los que me leen ¿se han reconocido como celosos? ¿Les ha tocado vivir el yugo de una relación marcada por la desconfianza? ¿Cómo se libraron de un desenlace fatal?

Y en #YoHiceEsto los invito a reproducir este video creado por el colectivo Blogotá, recordando que hace unos días hablábamos de la producción audiovisual que desentraña la capital colombiana. Recuerden que pueden enviarme sus creaciones digitales para invitarlos a compartirlas a través de este blog y en el programa de radio Radiodistractor en Stereo Joint Radio. Próxima semana, un nuevo monstruo literario.

@juanchoparada

juanchopara@gmail.com