Cinco detalles de esta premiación, que dejó muy claras sus preferencias al inicio del show (en lo concerniente a cine)
- ¿Es tan buena La la Land? Tuve la oportunidad de verla en premier hace un mes y, como lo dije en Twitter, la sensación no ha cambiado aún en medio de su exposición mediática: Es un ejercicio artístico bien armado en la forma: fastuosa producción, secuencias memorables, música chispeante y química entre sus protagonistas, PERO no me cuelan su argumento ni su resolución. Creo que le va a pasar lo de The Artist, otro homenaje al Hollywood clásico (y de estirpe europea para más látigo) con la que comparte no pocas similitudes. Los musicales vuelven cuando convienen, pero después no pasa nada con ellos. Eso sí, le auguro un vasto potencial como franquicia teatral y no se les haga raro tener nuestro La La land criollo en el Colsubsidio.
- ¿Tan mal estuvo el cine del 2016? La sobreexposición de películas cosidas al gusto de fanáticos siguen invadiendo las pantallas del mundo. Yo me mamé de tanto superhéroe, al punto que “celebré” la nominación de Deadpool, solo por su irreverente planteamiento y cierta mala leche. Fuera de eso no veo un particular entusiasmo por una película que esté en boca de todo el mundo, que emocione acompañarla hasta el final y no únicamente como convidadas de piedra. Ahí está el caso de Moonlight, la ganadora a mejor película de drama, pero que no obtuvo el mismo apoyo en las demás categorías (¿me explican?) Las películas extranjeras, bien a secas. Y nuestra cuota latina por partida doble, Pablo Larraín, se quedó “milando como el chinito”.
- Isabelle Huppert. Me arden los dedos de solo escribirla. La conocí en La profesora de Piano hace ya 15 años y desde allí me la he pasado buscando sus películas. A sus 63 años se encumbra en el cine internacional con una heroína atípica en la también ganadora Elle, pero esta mujer lo ha hecho todo sin miedo alguno y me parece acertada su elección como mejor actriz. El 24 de enero sabremos si la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas americana la termina de enaltecer con su nominación y, quizás, su primer Óscar.
4. La sobrevaloración de los cómicos. SI bien los late shows son la cantera perfecta para algunos comediantes de raíces standuperas, la sopa se les seca en cuanto a maestros de ceremonias. Con Jimmy Fallon fueron más que notorias las flaquezas de varios de estos personajes que asumen la conducción de este tipo de eventos. Además, para el relax que suponen los Globos de Oro, Fallon estuvo más que discreto y las palmas fueron para otros invitados. Se extrañó a Tina Fey y su inseparable Amy Poehler, y desde ya propongo a Louis C.K. como un conductor a tener en cuenta (claro, si él acepta) así como a Kristen Wiig y Steve Carell.
5. Los Globos de Oro no comen cuento del hype televisivo ¿Juego de Tronos? ¿Stranger Things? ¿Veep? No era para sorprenderse. La prensa extranjera apuesta usualmente por la novedad que por consagrar leyendas. The Crown, Atlanta y The Night Manager dominaron por encima de las favoritas del público y cierto sector de la crítica. La invasión británica estuvo a la orden del día y es un cimbronazo tanto para las cadenas generalistas como privadas tipo HBO e incluso para Netflix, que demostró con creces su lugar en la industria.
¿Qué futuro le espera a Hollywood (y al entretenimiento latino) en la era Trump?
El papel del magnate americano ahora convertido en presidente de Estados Unidos no es indiferente hasta en el más frívolo escenario como una gala de premios. La reciente entrega de los premios Globo de Oro –no podía ser de otro modo- fue la tribuna perfecta para hacer un llamado a la prensa de ese país y a nivel internacional a estar muy atentos sobre lo que suceda con su industria creativa en los próximos cuatro años. El discurso de Meryl Streep encarnó el deseo de los presentes e inmediatamente obtuvo su respuesta.
La verdad ¿es un asunto para preocuparse? ¿Veremos a Donald Trump acosando a los grandes estudios para evitar verdades incómodas? ¿El cine independiente vivirá sus horas bajas? ¿Las realizaciones extranjeras verán minimizada su cuota de pantalla? ¿Se viene una época oscura para el gremio artístico que no tenga origen/ciudadanía norteamericana o para los críticos del nuevo presidente? Evidentemente no es una luna de miel lo que se avecina, no obstante Trump tiene la extraña habilidad de sorprender en las circunstancias más adversas, así que la tensión estará garantizada.
En cuanto a la televisión, los principales proveedores de contenido para la comunidad latina como Univisión ya concertaron un acercamiento con Trump, en un intento de dejar atrás las rencillas sostenidas durante la campaña presidencial. El nuevo gobierno no puede darse el lujo de ignorarla o satanizarla pero, como se comprueba constantemente, el apasionamiento domina las actuaciones del próximo mandatario. Cualquier cambio en las reglas de juego (comerciales, de trabajo, de regulación migratoria) puede significar una dura patada al negocio y exigirá mayor cabeza fría para no perder el control de lo ganado.
¿Cuál es su visión sobre lo que depara la era Trump al entretenimiento y la cultura americanas y global?
@juanchoparada