¡Quién lo creyera! En plena crisis de la telenovela latinoamericana, amenazada por el furor de los “remakes”, las narco historias, bioseries y la avanzada turca, un insólito fenómeno se ha tomado las pantallas de la región.

La Biblia no solo es un alimento espiritual para los creyentes. También es una fuente de argumentos pasionales, unos aleccionadores, otros escabrosos, repleto de personajes sumergidos en contradicciones y con Dios como el protagonista transversal en miles de años de narración.

“Como guión, la Biblia es fantástica” exclamó en el mes de febrero al diario Gestión de Perú el director Edgard Miranda, a cargo de “El Rico y Lázaro”, otro título que se suma al reciente ‘boom’ de las telenovelas del canal Rede Récord en Brasil. Fundado por Paulo Machado de Carvalho hace más de 60 años, y cuyo propietario actual, Edir Macedo –quien está a la cabeza de la Iglesia Universal del Reino de Dios– ha encontrado la gallina de los huevos de oro en la producción de epopeyas del Antiguo Testamento sin escatimar en gastos.

El susto que le metió el canal evangélico a Globo, tradicional líder de sintonía y un referente mundial en la creación de historias que rompen esquemas, ha dejado perplejos a críticos y felices a cientos de anunciantes en el país carioca por la amplia convocatoria que generan estas realizaciones. Palabras más palabras menos, afirman que la familia volvió a reunirse frente al televisor para disfrutar de estas costosas adaptaciones.

El ejemplo de su éxito es la puesta en escena de Moisés y los Diez Mandamientos. Emitida originalmente en el año 2015, la versión corregida y aumentada de la historia del patriarca bíblico no le pide nada a la igualmente fastuosa versión cinematográfica de Cecil B. De Mille del año 1956. La fuerza dramática de la escena del paso de los israelitas por el Mar Rojo logró duplicar en audiencia a programas como Showmatch en Argentina, uno de los primeros países a los que se exportó, obteniendo similares resultados en Chile o Ecuador.

En Colombia el recibimiento ha sido más tibio, algo extraño si tomamos en cuenta nuestra profunda vocación católica, reforzada cada Semana Santa con la emisión constante de clásicos del cine como Jesús de Nazaret o la mencionada obra de De Mille. Como sea no debe sorprendernos la receptividad de programas con algún tinte religioso y fines morales. La Rosa de Guadalupe, el unitario producido por Televisa con un fuerte mensaje inspirado en la veneración a esta Virgen, alcanzó recientemente los 1.000 capítulos con una sintonía envidiable. Pero les pido apartarse de cualquier creencia para analizar objetivamente la popularidad de este tipo de contenidos.

Ante todo, hay que concederle a su enormidad buena parte de su éxito: en absoluto Los Diez Mandamientos se ve pobre o desfasada. Las actuaciones son comedidas y cumplen a cabalidad con la marca del guión, que en efecto brinda líneas claras sobre lo que se quiere contar: la eterna lucha del bien contra el mal, la recompensa para los justos y el castigo para los pecadores. No necesitan descubrir el hilo negro o meterse en el sambenito de ir a tono con los tiempos de hoy. En su estilo cumple con lo que promete.

¿Es una nueva respuesta a la crisis espiritual? Puede ser: los fundamentos religiosos han encontrado en el cine o la televisión baluartes para sostener su misión evangelizadora ¿Falta de opciones? No es una buena excusa con el advenimiento de la oferta digital, más bien pisan fuerte atendiendo a un perfil de consumidor desatendido. ¿Es un retroceso? Esa discusión debe darse en aras de establecer si las telenovelas bíblicas o los unitarios con intenciones moralizantes deben hacer alguna lectura social, promover valores o llevarse de sombrero su intención original para ser más transgresoras.

¿Ustedes las han visto? ¿Qué opinión les merecen? ¿Tienen futuro este tipo de contenidos?

@juanchoparada

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