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Usted que me lee como adulto ¿ha sonreído alguna vez cuando, de repente, recuerda alguna travesura de la infancia? ¿Un aroma, un paisaje, un castigo, un viaje, una persona? Esas y otras imágenes o sensaciones suelen agolparse en rudos ejercicios de nostalgia, en las que concluimos entre suspiros “¡Ojalá volviera a ser niño!”.
Pues bien, de esta semana de tragedia en México me impactó sobremanera lo sucedido en la escuela Rébsamen. Varios pequeños murieron en el terremoto y la gran mayoría sobrevivió llevando a cuestas la carga de un suceso traumático para el que apenas encuentran explicación. Las imágenes de los rescates me conmovieron profundamente. Si nos extendemos a otras clases de sufrimiento, violencias, abusos o, simplemente, la carencia de elementos básicos para subsistir como agua o comida el panorama no puede resultar sino desolador ¿Qué vale la pena recordar cuando se esfuma la alegría natural de la infancia, bien sea por la acción de la naturaleza u otro ser humano?
Pero encontré un mensaje poderoso en medio de tanta adversidad y lo proporciona una película de animación colombiana (sí, es posible hacer largometrajes animados en nuestro país) que se inspira en lo mejor de la tradición animada japonesa como Studio Ghibli y la fuerza argumental del libro de Michael Ende, La Historia Interminable, una metáfora incomparable del valor de la lectura, para crear un mundo propio, con sabor local, donde los niños son los protagonistas. Y lo mejor de todo, con un invaluable trasfondo terapéutico, amén de una suma de esfuerzos que la hacen especial.
Les hablo de “El Libro de Lila” (2017) la ópera prima de la caleña Marcela Rincón, quien junto a su hermana Maritza, encargada de la producción general, dedicaron más de ocho años de su vida a liderar esta iniciativa, la cual atravesó por todas las fases posibles de creación, reproceso y gestión para concluir en una producción de 76 minutos, sencilla en su premisa narrativa y alejada de la fluidez de una historia animada convencional, pero que se toma su tiempo para desarrollar un relato iniciático donde la memoria y el olvido son personificados como entidades destinadas a cumplir con un propósito que la joven heroína deberá comprender junto con sus compañeros de aventura.
Fuera del atributo principal de su mensaje, la colaboración entre las empresas productoras Fosfenos, de Colombia, y la uruguaya Palermo (la misma de Anina, otra coproducción nacional en la que estuvo involucrado el hoy laureado director Jhonny Hendrix Hinestroza), aumentó considerablemente las posibilidades de darle altura a una producción dirigida al público infantil, hecho poco usual en el cine y la televisión local. En ese sentido se destaca la composición musical del maestro Juan Andrés Otálora en conjunto con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, así como el trabajo del cantante y arreglista Hugo Candelario, que aporta el folclor en la banda sonora, música muy bien compuesta y empleada que merece difundirse como un soundtrack con todas las de la ley. Esta clase de resultados, donde hay buena sinergia entre entidades públicas y privadas, debe celebrarse con una buena respuesta del público.
La experiencia de Marcela y Maritza, granjeada con la premiada serie Guillermina y Candelario, emitida en canales públicos nacionales, se suma aquí para articular otros elementos que terminan por redondear la experiencia, y les hablo del libro basado en la película publicado por Lua Books que revela el principio de una estrategia transmedia muy coherente con el propósito original de la película.
El trabajo de dibujantes, animadores, musicalizadores y el resto del equipo técnico y de promoción, además de las asesorías internacionales recibidas desembocan en esta historia que apaciguó un poco mi angustia existencial. Los niños y niñas de hoy tienen derecho a soñar, a vivir sus propias aventuras y regresar felices a casa con su botín, tiene derecho a que sus padres, familiares y amigos se involucren en ellas. En medio de tanta noticia deprimente, los adultos tenemos una mayor responsabilidad en esa tarea de devolverles mil toneladas de alegría cuando la realidad de hoy se empeña en quitarles esa oportunidad. Vean el Libro de Lila, no solo porque sea colombiana, sino porque su mensaje es gratificante y esperanzador. Estrena el 28 de septiembre.
@juanchoparada
NOTA: Muy pronto regresa Radiodistractor en su séptima temporada. Tendremos más material sobre esta película en el primer programa. Por lo pronto siga las novedades en www.facebook.com/radiodistractor y @radiodistractor en Twitter