¿A las nuevas generaciones ya no les interesa escribir? En una época la vida escolar se dividía entre los que eran buenos para Español, Matemáticas, Ciencias o Deportes. Este servidor solo tenía ojos para la literatura, motivado en parte por las estrategias de algunos docentes que no solo se ceñían a un plan curricular donde abundaban las complejas formas de nuestro lenguaje. ¿Cuántas maldiciones no escuché al enfrentarnos a la identificación de sujeto y predicado, los verbos transitivos o la sutil diferencia entre «ahí», «hay» y «ay»?

Mientras unos odiaban perder esa materia por cometer reiteradas faltas de ortografía otros, como yo, le encontraban sentido al momento de armar un párrafo que narrara detalladamente alguna complicada invasión pirata o una noche de terror en la casa que colindaba con el cementerio del pueblo. Todos esos escritos se acumularon en cuadernos y libretas que en su momento profesores y amigos llegaron a conocer.

¿Quién le enseñó a escribir? No solo a tener una bonita letra o a juntar la eme con la a… ¿Quién se dedicó a fomentar su espíritu imaginativo para trasladarlo en forma de cuentos, crónicas o poesías?

Desde que empezó la preocupación por los bajos estándares de lecto-escritura en el país esta se ha enfocado principalmente en la educación superior. Tal y como lo mostraron en su momento estudios adelantados por la Universidad del Rosario o de La Sabanala angustia por las deficiencias que presentan los estudiantes en primeros semestres era palpable. Si no hay una recompensa por escribir (una calificación) entonces proliferan las excusas, como lo señalaba Michael Skapinker en su artículo ¿Importa si los estudiantes no pueden escribir?, motivada por la experiencia de un docente de postgrado que dejaba ejercicios de redacción a sus alumnos. “Los estudiantes dijeron que hoy en día no necesitaban saber escribir para hacer negocios”. En su lugar, argumentaron que “el intercambio constante permitía oportunidades, para corregir malentendidos generados por pensamientos o escrituras confusas”, dice.

Y resulta ingenuo pensar que tanto el problema como su solución son exclusivos del colegio. Las universidades también están llamadas a crear estrategias para reforzar los vacíos existentes en la expresión escrita de los educandos.

En esta discusión también aparece el tema de la metodología más conveniente a implementar para la enseñanza de la escritura desde temprana edad. En Argentina, el Ministerio de Educación ha sostenido bastantes debates con críticos a favor y en contra de la «conciencia fonológica», la cual es, a grandes rasgos, «una perspectiva de alfabetización que se enfoca en la oralidad y los sonidos de las palabras para el dominio de la escritura y la lectura», perspectiva que rivaliza con la tradicional psicogenética, más asociada al aprendizaje por el estímulo escrito que le provee el entorno. El artículo del diario La Nación explica muy bien las tensiones entre ambos puntos de vista.

Otro aspecto vinculado con lo anterior lo señalaba en su momento el escritor Óscar Collazos hacia el año 2005 “La crisis de la escritura tiene mucho que ver con la crisis de la lectura, que es también la crisis de sus métodos de enseñanza. Tanto o más que el hecho de saber que abundan los docentes que tampoco saben comunicarse clara y coherentemente por medio de la escritura: confunden la conceptualización con el galimatías”. Apartando consideraciones de orden laboral (remuneración, dedicación por cantidad de alumnos, falta de iniciativa de las instituciones, etc) si un docente de español o comunicación adolece del mismo mal solo empeora el panorama. Alguien que carezca de la elemental pedagogía para infundir esa pasión por la escritura es también responsable de los resultados por los que nos quejamos hoy en día.

Dirán unos que la tecnología es la rival a vencer, pero curiosamente en su uso frecuente los jóvenes se encuentran con la escritura, a su manera, pero lo hacen. El asunto sería cómo utilizarla de aliada para atraerlos e inculcar la necesidad de manifestar sus ideas en forma clara y coherente.

Traigo estas reflexiones como resultado del Seminario Internacional de Escritura, organizado en Bogotá por La Universidad de los Andes, Biblored y la Cámara Colombiana del Libro la semana anterior. Si bien se resaltan esfuerzos importantes para intercambiar experiencias de fomento a la escritura creativa desde la etapa escolar, aún queda camino por recorrer. De este encuentro tomé algunas impresiones de docentes de Español y participantes del encuentro para intentar dar respuesta a esta inquietud. Gracias al equipo de Redes Sociales del El Tiempo por subir el video [perdón por los errores de audio, son míos] y a las profesoras que intervienen en él: Camila, docente de básica secundaria y la profesora Mireia Fornaguera, docente de gran trayectoria en el Colegio Los Nogales de Bogotá.

Otras perspectivas del tema

Programa UN Análisis, UN Radio Bogotá. 11 marzo 2014)

Panel: La escritura creativa en la escuela, la universidad y en la biblioteca pública: encuentros y diferencias. Seminario Internacional de Escritura Leer es Volar. 15 de noviembre 2017

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