Antes de Twitter, conocer las opiniones de la farándula era un calvario. Cómo olvidar los tediosos lobbys con sus representantes para obtener una declaración hasta frenéticas persecuciones, cámara en mano, por alguna chiva sentimental o una vulgaridad en contra de algún colega o canal.

Con la aparición de las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram ese filtro se diluyó, aunque para mal. Si bien la farándula consolidó una fuente directa testimonial (cuando no alegan hackeo, un mal momento personal o se les olvida verificar sus cuentas), la esclavitud moderna de los likes, retuits y seguidores los hace presas de su invento.

Este post nace de varios acontecimientos que han merecido diversos análisis en los últimos días. Por un lado, el criticado trino de la ex reina universal de la belleza, Paulina Vega, forzada a cerrar (no sabemos si temporalmente) su cuenta tras manifestar su preferencia electoral por el candidato presidencial Iván Duque.

En otro extremo, Estados Unidos arde por una publicación -también en Twitter- de la actriz Roseanne Barr, protagonista del revival de su exitoso show de la década de los noventa, uno de los estrenos más rentables de este año. Su comentario racista obligó a la cadena ABC a tomar la drástica medida de cancelar la nueva temporada que ya había ganado.

¿Qué concluir de ambos casos? La fama no los convierte en especies raras. Son seres humanos. Que crean en Dios o en una planta me da igual, así como sus convicciones. Ese afán de traer todo a una esfera de absoluta corrección ya resulta fastidioso.

Por otra parte, la influencia funciona al revés. Al acaparar tantos ojos vigilantes los famosos se encuentran más expuestos al escrutinio hasta niveles insólitos. En eso no ha cambiado el esquema: el público tiene el poder. Castiga errores de ortografía sin el menor asomo de sutilidad, celebra imágenes sensuales pero condena cualquier pensamiento diferente. No puede negarse, debe portar una sonrisa en todo momento. Si es grabado en vivo algún defecto le encontrarán. Se rompió la distancia estrella-fanático: ganará millones, pero no es muy diferente a mí.

Desde luego, eso no excusa la diseminación de comportamientos intolerables. La broma virulenta roza el límite con el irrespeto o la provocación. En el caso de Barr, aunque alegó estar bajo los efectos de somníferos, la pusieron en su sitio al replicar que el racismo no es un efecto secundario de la droga.  Revolverá Twitter con sus excusas, pero el daño ya está hecho.

A los usuarios de las redes sociales también les cabe culpa. No pueden olvidar que las agresiones, acosos y demás conductas afines ya se encuentran penalizadas. Ya no es tan fácil tirar la piedra y esconder la mano.

Los patinazos en redes sociales no se circunscriben a la órbita de la social bacanería. Mal calculados el impacto es tremendo. Pero eso no debe limitar a la farándula a expresar su favoritismo en época electoral o disentir del otro con elegancia. Si se conforma con promocionar productos o contar su rutina diaria, es igual de aceptable. Lo malo de esta época es que hasta la trivialidad es pecado.

Superman, 80 años

¿Por qué sigue vigente el archiconocido héroe de la editorial D.C. Cómics? ¿Se ha adaptado convenientemente al paso de tiempo? La historieta creada en 1938 por Jerry Siegel y Joe Shuster configuró un arquetipo que ha inspirado toda clase de lecturas: desde el desprecio a toda lógica al ocultar su identidad con un simple traje formal y lentes hasta verse como un símbolo de la supremacía norteamericana.

Nos alejamos de esas consideraciones para analizar su impacto en la cultura popular. De la serie animada de Max Fleischer de 1941, pasando por la icónica película de Richard Donner al desconcierto por sus muertes o sus reinterpretaciones en Superman Returns (Bryan Singer, 2006) o Man of Steel (Zack Snyder, 2013), sin contar las series para televisión como Superboy o Smallville, el universo que sostiene su figura realmente es fascinante, por lo que dedicamos un momento en Radiodistractor a recordar su legado con el apoyo de Alex J. Fox, líder del grupo de fans de Superman en Colombia, amén de repasar una veintena de sus bandas sonoras. La de John Williams se lleva todas las palmas.

Escuchen aquí el podcast con la entrevista a Alex. En Bogotá celebrarán este aniversario el próximo sábado 2 de junio en La Bolera Saloon. Una fiesta retro que promete nostalgia a raudales.

@juanchoparada

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