“Los encontré”. Ese fue el último parlamento de Rick Grimes en The Walking Dead. Así como tuvo una inverosímil suerte para llegar al clímax de destruir uno de los símbolos de la naciente sociedad y desaparecer de la vida de los demás personajes, se dio sepultura a una etapa que no estaba prevista de ese modo en el cómic original.
The Walking Dead llevó más lejos la premisa de un mundo post-apocalíptico, donde los enemigos más inocuos no son los virus o seres infectados de ellos. La amenaza es la misma humanidad expuesta a situaciones límite. El show creado alrededor de la obra de Robert Kirkman y compañía comenzó como una apuesta discreta pero efectiva basada en el horror. Y a la vez que crecía se inflaba: una historia con pretensiones corales trataba de abarcar diversos matices de una sociedad profundamente dividida y desorientada. No obstante, sus personajes encarnaron arquetipos de fácil identificación, especialmente Rick Grimes, el policía que lo perdió todo desde el episodio piloto.
Los dramas de él y el resto de los sobrevivientes se alternaban con escenarios muy disímiles entre sí: de granjas a cárceles, a campos de confinamiento caníbal y aldeas supuestamente organizadas. Cada adversario trataba de ser antológico, cada muerte más épica. Junto a Rick Grimes, Carol se transformó en la reina de las ‘bad-ass’. Daryl en un hipnótico rebelde y, en menor medida, Maggie, el último bastión de la familia Greene, cuya historia de amor con Glenn tuvo su momento en la serie.
Con el paso de las temporadas la fotografía del elenco original empezó a degradarse: la despedida de personajes clave competía en impacto con las de otras series. Simultáneamente, las decisiones erráticas de la producción entre la sexta y octava temporada, llenos de introspecciones, anuncios rimbombantes y una ejecución disonante terminaron por mermar el fanatismo, aunque no el afán por el negocio, representando en spin-offs, webisodios y la promesa de un universo que dure lo suficiente hasta el hartazgo.
Por eso la salida de Andrew Lincoln de la serie The Walking Dead resulta más ambigua que nunca: debería ser un acontecimiento en todos los niveles. El hombre que perdió a su mujer y su hijo (una salida polémica que tampoco ayudó a paliar el desfile de fantasmas del capítulo recientemente emitido), que transitó por toda clase de sensaciones humanas y terminó decantándose por la búsqueda de la armonía y la convivencia, ni siquiera tuvo un último suspiro. Ahí quedó, guardado para cuando la producción toque más fondo y entonces decidan acabarla con su mágica reaparición. Para ello preparan al menos tres películas que esperan satisfacer a la audiencia, un movimiento calificado de «tomadura de pelo».
Si el destino de The Walking Dead es morir con su absoluto protagonista, entonces lo veremos regresar para la estocada final. Por mi parte este es el último artículo que dedico a la serie. Me aterra pensar que Judith tenga poderes mentales o permanecer más tiempo con el chantaje emocional de ver morir al resto del elenco. Rick Grimes pudo salvar una vez más el día, pero su ausencia pesará en el futuro, así que prefiero quedarme con el mejor recuerdo de la serie. Tampoco es una Grey’s Anatomy.
Mayans MC, rugen los motores
Hace diez años llegaba a las pantallas Sons of Anarchy, un drama que rápidamente encontró asiento en el público masculino por su mezcla de rudeza, delincuencia y pasión por las motos de alto cilindraje. Fue el lanzamiento de Charlie Hunnam, que interpretaba a Jax, y la prueba del impresionante registro actoral de Katey Sagal como Gemma.
Pues bien, todos los elementos que hicieron posible el fenómeno los trae de vuelta su mismo creador, Kurt Sutter, para contarnos otro punto de vista de este universo en Mayans MC. J. D Pardo encarna a Ezekiel Reyes, EZ, un prospecto a ingresar en pleno a este club que actúa en la frontera entre México y Estados Unidos. Con un pasado traumático, EZ debe ganarse la confianza del clan, por lo que terminará inmiscuido en una espiral de violencia y traiciones a granel, todo por el ansia de poder y control. No extrañarán demasiado las costumbres de “Sons” (con cameo incluido), por lo que hablaremos en detalle de ella cuando estrene su primer capítulo por Fox Premium este viernes 9 de noviembre. La serie ya fue renovada para una segunda temporada.
Jane Fonda en cinco actos
Barbarella. Esposa de Roger Vadim. La madre. La Prostituta en Klute. La activista. La voluntaria en Coming Home. La instructora de aeróbicos por una causa. La estrella que perdió a su madre cuando era una niña. La hija de Henry Ford, con su mirada penetrante, con quien pudo actuar en On Golden Pond. Jane Fonda encarnó el deseo, pero se fastidió por sentirse tan determinada por un mundo masculino que no la comprendía del todo. Creció a la sombra de la fama de su padre hasta hacerse un nombre en la industria. Amante del vodka y los caballos, Jane Fonda es una actriz como pocas. Así que este testimonio audiovisual dirigido por Susan Lacy es un viaje a la profundidad de su ser, expresado en fotografías, fragmentos de video y recuerdos estremecedores o evocados con sentido del humor. Lo podrán ver en la plataforma de HBO GO o en las repeticiones del canal. Vale la pena este tributo a una de las últimas grandes actrices del siglo XX.
@juanchoparada
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