El ejercicio del periodismo colombiano no atraviesa su mejor momento. El reciente anuncio del despido de toda la planta del medio Vice Colombia, ahora llamado Vice en Español, se suma a la convulsión que hoy en día sacude al sector de contenidos en el país, manifestada en una cadena sucesiva de recortes que involucran a grandes medios de comunicación.

Bien puede aludirse a un reclamo general del periodismo colombiano de “adaptarse a los nuevos tiempos”, pero  resulta más complejo que antes explicar ese “nuevo tiempo”, dominado por el imperio de las redes sociales, las noticias falsas y el clickbait, sin agregar los cuestionamientos lanzados hacia la formación que reciben futuros comunicadores en las facultades del país que, valga recordarlo, es esencialmente de carácter privado. Pocas instituciones públicas de educación superior han ofrecido la carrera en postgrado, y menos aún, alternativas de postgrado asociadas a la Comunicación Social y el Periodismo. Adicional a ello, no se pueden ignorar las frecuentes amenazas que se creían minimizadas en lo local y que mantienen en vilo a colegas en regiones donde el conflicto toma otros visos.

 

Periodismo Colombiano – Foto: Pixabay

 

El asunto no es de poca monta. En el 2016 ya había expresado mi malestar frente al descuido de gran parte de la academia colombiana sobre el devenir del aspirante a destacarse en el periodismo colombiano. Desde luego, el tema no se reduce a las bajas expectativas salariales, lugar común al que suele reducirse la discusión. Si bien es importante un reconocimiento justo a la labor diaria de informar, está claro que al periodista actual vive en un constante dilema entre optimizar su labor con el apoyo de las nuevas tecnologías para brindar más contexto y análisis o adquirir de golpe y porrazo una suerte de habilidades que van desde la creación de video hasta la gestión de redes sociales para ir un paso delante de las tendencias que ahora son la noticia del momento, historias abordadas con poca profundidad o limitadas por el afán de estar en boca de todos.

Otro elemento que enturbia el panorama es el carácter de ser medios digitales y cómo se ha interpretado el modelo de negocio que subyace en ellos. La inversión en digital superó a la pauta radial en el 2017 y solo le gana la televisión, por lo que el problema no radica necesariamente en la falta de anunciantes en este escenario. El asunto es: ¿cobrar por suscripción es la solución? Desde mi punto de vista llegamos tarde a ese modelo, que además es la causante de buena parte de la alta tasa de rebote en las páginas web de medios que incursionaron en este esquema y ya parecen recular, amén de mostrar mi extrañeza cuando nos ofrecen contenidos restringidos pero sus mismos creadores se encargan de divulgarlos en otros canales con videos, transmisiones en vivo o divulgación de la página impresa del mismo, como se lo expresé en un tuit al columnista Daniel Coronell, habitual colaborador de la Revista Semana.

Aquí me parece interesante destacar las consideraciones de empresas como el Financial Times, que desde el 2015 empezaron a migrar de la dictadura de clic a un modelo publicitario donde se privilegie el tiempo de permanencia del usuario, que en la práctica es encontrar la manera de combinar el interés de la monetización con el de brindar un contenido de calidad que demande la atención del usuario final. Y es allí donde centro el eje de la discusión. La novedad no consiste únicamente en la viralidad, sino en la forma como crean conexión con sus audiencias. Tal es el caso de reconvertir secciones tradicionales para dotarlas de una personalidad única, como el caso de Verne, creado por el diario El País https://verne.elpais.com/ en la cual estimulan la conversación alrededor de curiosidades de la tecnología y el mundo digital.

Aún así no está dicha la última palabra. Los que empezaron a pagar por suscripciones digitales en nuestro país no notan la diferencia con el contenido liberado y si no encuentran un modo de agregar un auténtico valor que justifique ese pago no pueden esperar un retorno amplio bajo ese esquema. Ya encontramos contenidos de pago por nichos (milennials, mujeres, empresarios) que van más allá de la información especializada, además se comportan como comunidades de marca al integrar a su modelo descuentos en eventos o beneficios similares a los que obtendrían miembros de un club, como en los ejemplos de www.TheSkimm.com  o www.TheInformation.com.

Las grandes marcas editoriales que nos han acompañado toda la vida realizan grandes esfuerzos por subsistir en el negocio, pero no lo lograrán apelando  a estrictos recortes de personal. Así como surgen nuevas oportunidades de negocio también pueden conservar y estimular el talento para que en algún momento sean las nuevas generaciones las que ofrezcan alternativas de información innovadoras y sostenibles. En este punto retomo el compromiso de la educación superior para ampliar su visión del periodismo colombiano y alentar a la generación de empresa, propósito que no lo distrae de su misión de contar historias, efectuar denuncias, hacer seguimiento a los hechos y ser portavoces de los intereses de la comunidad.

 

 

¿Estamos ante la mejor temporada de The Walking Dead?

The Walking Dead, el otrora fenómeno televisivo que alcanzó su cúspide de popularidad a mediados de esta década, se resiste a despedirse. Y ante la mirada atónita de fanáticos y detractores estructura una novena temporada en la que su nueva showrunner, Angela Kang, se enfrentó a la salida de su protagonista y varios personajes de su elenco principal, a la vez que lidió con la incorporación del arco argumental más esperado del cómic y es la aparición del perverso grupo de Los Susurradores. A una vuelta de su final de temporada demostró en la puesta en escena del macabro empalamiento de diez miembros de las comunidades que podía brindar altas dosis de suspenso y drama, aunque queda cierto sinsabor por el futuro de la serie, que no puede depender de la ya conocida fórmula de muertes del reparto y villanos cada vez más desalmados. No obstante, también se vislumbra en el horizonte una oportunidad de redención cuando se supere la partida de Game Of Thrones, y el vacío que deje generará una lucha sin igual por atraer a la audiencia, en donde los caminantes de AMC aprovechen la oportunidad para recuperar todo su esplendor en una décima temporada que ya no contará todo el tiempo con Michonne (Danai Gurira) y espera convencer con las nuevas incorporaciones, al tiempo que se sostendrá en la popularidad de los únicos miembros del elenco original, Norman Reedus y Melissa McBride. Por mi parte, espero una despedida por lo alto, al margen de las películas anunciadas donde aborden el destino de Rick. En cuanto a los productos derivados, pues…El tema zombie se presta para todo, y no dudo que persista en el tiempo, hasta Netflix anunció su propia serie. Aún así ¿se mantendrá como la metáfora más excelsa de los tiempos que corren?

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