Drogas, sexo, jóvenes, drama…y una ex Disney. ¿Cómo describimos a Euphoria, la primera incursión de HBO en una serie centrada en el mundo adolescente?
Los retratos de la juventud en la pantalla chica pueden ser tan inocentes como deliberadamente crudos. No vivimos en la época de Lazos Familiares o Clase de Beverly Hills (para los más retro). Unos se sintieron embestidos por la aspereza de Skins (tanto la versión británica como estadounidense), otros crecieron a la sombra de los colores pastel y las canciones de Hannah Montana (sí, es un extremo). Hace un par de años el suicidio en 13 Reasons Why nos devolvió a una discusión que parecía añeja por lo ridícula: si las nuevas producciones se solazaban en mostrar como algo cool los agobios que se viven a temprana edad.
En el caso de Euphoria sufrimos esa recaída. Ver a la dulce Zendaya, la misma que viene de mecerse con un púber Spiderman bastante ‘disneyficado’, aspirar cocaína pareciera una desesperada reacción por cambiar de registro y bautizarse en fuego en el mundo artístico adulto, como sí ocurrió en su momento con sus paisanas de universo mágico, Britney Spears y Miley Cyrus. Y si le sumamos el alboroto de los desnudos frontales masculinos, la historia de un transgénero pactando arriesgadas citas con hombres mayores a través de aplicaciones virtuales y la exhibición de una masculinidad trasnochada por la pornografía móvil, entre otros temas, obtenemos una bomba de relojería a punto de estallar en las manos de padres de familia angustiados por esa clase de contenidos. Y el mensaje de la serie se reducirá al escándalo de siempre, con los tabúes de siempre.
Particularmente creo que el interés de su creador y director, Sam Levinson, es construir un relato necesario, quizás no tan escabroso y solemne como se percibe en un principio, pero al fin y al cabo directo sobre el aislamiento. Cada joven que aparece en Euphoria sobrelleva sus problemas como mejor le parece, al margen de sus padres que aparecen como indolentes o enajenados. Las amistades son tan tóxicas como las rumbas a las que asisten y el futuro no es una inquietud que los desvele.
Quizá Euphoria no despierte empatía en cinco minutos o derroche sentido del humor como en Sex Education. Pero brinda una oportunidad para discutir sobre ella, sobre Rue y su fallida rehabilitación, sobre Jules y su angustia, sobre Cassie y su manera de entender la sexualidad, sobre las emociones de Nate, el clásico deportista popular del colegio. No hay un mundo por descubrir, como suelen vendernos las producciones teens, hay uno que busca ser analizado y debatido con sus protagonistas.
Con Euphoria, HBO cierra su domingo dramático justo después de Big Little Lies.
The Enemy Within: ¿quién es el verdadero enemigo?
Erica Shepard (Jennifer Carpenter, recordada por Dexter) es la villana con motivación en esta producción creada por Ken Woodruff en un esquema que ahora se convirtió en el must be de las series de intriga policial o espionaje: un delincuente privado de la libertad que debe cooperar con la justicia para atrapar peligrosos criminales, embarcada además en una latente tensión por un terrible hecho del pasado con su contraparte justiciera, Will Keaton, interpretado por Morris Chestnut. No es una fórmula novedosa dada la sobreoferta existente de historias similares en pantalla, pero resulta entretenida de ver solo por descubrir hasta dónde llegará esta mujer, considerada traidora en su país, para proteger a los suyos. Shepard no es precisamente vulnerable y Keaton no es precisamente paciente, pero esperaba más juegos mentales u otro tipo de relación enfermiza entre los dos. Para los amantes del género parecerá convencional, así que descubrir si detienen al terrorista de turno o sus múltiples infiltrados puede ser suficiente motivación para seguirla. La temporada de 13 episodios se encuentra disponible en la aplicación de FOX Premium.
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