Seguramente todos hemos escuchado la expresión ‘Black Lives Matter’, un reclamo que en época de redes sociales se popularizó como consigna no solo frente a la brutalidad policial contra las personas negras en Estados Unidos, sino también como un llamado de atención sobre hechos, comportamientos, expresiones y actitudes frente a la misma comunidad en diversos ámbitos (sociales, culturales, etc.) que se catalogan como racistas o fomentan la discriminación.

Es una realidad inobjetable frente a la cual caben toda clase de reivindicaciones ante décadas de marginamiento, inequidad, maltrato y muerte. Quienes hacen la historia apenas han reconocido los aportes de destacados líderes, investigadores, pensadores y creadores negros al desarrollo humano. No hay distinciones al momento de sobresalir en algún campo. En alguna medida los tiempos han cambiado para favorecer una mayor representación no solo de la comunidad negra sino de otras diversidades, con objetivos pendientes por alcanzar.

Dicho esto, el efecto colateral de esta situación, avivada por el cruel asesinato de George Floyd en Minneápolis, ha desembocado en una sucesión de reacciones que no sé si catalogarlas de comedidas, oportunistas o cínicas. Si han visto ‘Lo que el viento se llevó’, un clásico del cine norteamericano de la primera mitad del siglo XX, desató una reciente polémica por la acción de la empresa HBO al retirarla de su plataforma HBO Max, para luego volverla a disponer con una advertencia sobre el contenido de la obra, con la intención de aclarar a la audiencia el contexto en el cual se desarrolló y dilucidar su subtexto racista.

Y con la velocidad de la pandemia, el correctismo político cundió para que todas las grandes cadenas norteamericanas revisaran con lupa desde sus contenidos recientes hasta de hace casi 100 años, en un claro ejercicio de macartismo invertido: ya no se usa la tijera a las palabras altisonantes o la promoción de conductas sexuales inadecuadas. Ahora, cualquier alusión a contenidos discriminatorios, es castigado con censura.

En esa medida a series como ‘South Park’, ‘Community’, ‘The Office’, ‘The Golden Girls’, ‘Little Britain’, ‘It’s Always Sunny in Philadelphia’, entre otras, les han suprimido aquellos episodios donde sus personajes se han pintado la cara de negro con la aparente intención de ridiculizar a las personas negras (lo que se entiende como blackface). A la medida se suma el repentino cambio de parecer de actores y actrices blancos que presentaron sus cartas de renuncia a comedias animadas como ‘Los Simpsons’, ‘Big Mouth’ o ‘Family Guy’, por prestar sus voces a personajes que no corresponden a la raza a la que ellos pertenecen.

Este es solo el comienzo. Ahora bien, pienso que hay un enorme error de proporción en estas acciones. ¿Acaso los negros no pueden diferenciar una situación cómica de una verdadera burla hacia su raza? En el caso del capítulo de ‘The Golden Girls’ la misma comunidad ha protestado hacia lo que ya parece una “censura paternalista racista y condescendiente”, como lo recoge este portal. ¡Y todo es por un episodio en que las actrices Rue McClanahan y Betty White aparecen con una mascarilla en la cara! No perdamos de vista que es una comedia emitida hace más de 30 años.

Pero más incomprensible aún es el “arrepentimiento” de actrices como Jenny Slate o Alison Brie, en comedias recientes como ‘Big Mouth’ o ‘Bojack Horseman’ –ambas de Netflix- donde interpretaban las voces de una niña negra y una escritora vietnamita, respectivamente. Si los principios de los artistas cambian con las circunstancias, pues ya quedaron bien hasta la siguiente reivindicación. No obstante, si siempre han creído que la discriminación y el racismo están mal, ¿por qué aceptar papeles que van en contra de lo que parece una verdad obvia? Esto nos deja frente al dilema de si la ficción debe regirse por nuevos códigos donde un personaje gay lo interprete un actor gay o una mujer millonaria la interprete una actriz millonaria.

¿De verdad ese es el extremo al que nos estamos orillando? ¿Ha cambiado en algo el panorama de cada etnia por cuenta de la apertura a la diversidad que Hollywood ofrece como si estuviera en un bazar caritativo? Los latinos llegaron a Hollywood, es verdad, pero la mayoría de historias y personajes que les brindan no son precisamente ‘aspiracionales’. Hay más series y películas de narcos que nunca. Si se va a invertir en algo productivo es en mejorar las condiciones laborales del personal educativo y de la salud, especialmente la salud mental, porque muchas de las fobias y taras de nuestra sociedad tienen profundas raíces psicológicas.

Esa misma reflexión cabe en Colombia, un país donde la diversidad en pantalla brilla por su ausencia y cuando aparece es forzada o relegada a los estereotipos de siempre. Pero ya no me desgasto en esa discusión. Como la pandemia recrudeció las ganas de volver al pasado, viviremos eternas peleas en Twitter o sufriendo columnas de espontáneos bienpensantes criticando ferozmente clásicos que no se ajustan a nuestra ‘nueva normalidad’, o verlos censurados para enardecer a los que los disfrutaron, tratándolos de brutos e insensibles. Un agujero negro.

‘Godfather of Harlem’

Hace dos semanas se estrenó en Fox Premium esta serie, basada en la vida de Ellsworth ‘Bumpy’ Johnson (interpretado por el ganador del Óscar Forest Whitaker) que se esmera por recrear detalladamente la vida del Harlem de la década de 1960 ligada a una serie de cambios culturales y políticos donde la lucha por los derechos civiles y la mafia cruzaron indefectiblemente sus caminos. Porque ‘Bumpy’ Johnson fue amigo nada más y nada menos que de Malcom X, el influyente activista y ministro religioso estadounidense asesinado en 1965. Chris Brancato, creador de la serie, conforma un relato donde el regreso a la libertad de Johnson lo llevará a enfrentarse de nuevo con la ilegalidad, pero a la vez, a cuestionarse sobre su papel en la degradación social que también ha propiciado y cómo su relación con Malcom X fue un punto de quiebre en su vida de gángster. Una reflexión interesante que ha agradado a la crítica y se convierte en un testimonio oportuno precisamente en el actual “Black Lives Matter”, no solo por el lucimiento de gran parte del reparto sino en el entramado histórico que sustenta la serie, la cual derivará en un nuevo hito por el reconocimiento de los derechos a la comunidad afroamericana. Cada viernes un capítulo nuevo en la plataforma de Fox Premium.

Universidad Nacional presenta ‘Un tal Alonso Quijano’

Me sumo a la importancia que varios medios de comunicación como esta casa editorial le han dado a la película realizada por la Universidad Nacional de Bogotá en asocio con Red Collision, dirigida por Libia Stella Gómez (Ella, La Historia del Baúl Rosado) y con un personal técnico conformado en gran parte por estudiantes de la facultad de Cine y Televisión del alma máter. Protagonizada por Álvaro Rodríguez, Manuel José Sierra y Brenda Quiñones, la película retoma el personaje de Miguel de Cervantes Saavedra para plantear los límites entre la locura y la realidad o la fantasía como escape al dolor, todo en en clave de un “thriller” con pinceladas de humor y drama. Es el primer estreno de una película nacional que se llevará a cabo en redes sociales y plataformas digitales de forma gratuita y se podrá ver en el canal de You Tube de la Universidad. Más detalles en www.untalalonsoquijano.com

La nueva vida de ‘Perry Mason’

Los amantes de la nostalgia evocan con sumo interés el recuerdo de una de las primeras series en televisión que destacó ampliamente el papel de los abogados en la resolución de complejos casos criminales. Raymond Burr encarnó al personaje creado en la literatura por Erle Stanley Gardner, que en los episodios televisivos desbordaba carisma y energía al defender a sus clientes o demostrar quién era el verdadero culpable en capítulos emitidos en un riguroso blanco y negro. HBO olfateó el potencial de esta añoranza para presentarnos un nuevo arranque de la historia en una precuela que nos brinda antecedentes del sagaz litigante a través una puesta en escena comandada por Tim Van Patten (Boardwalk Empire) que nos traslada al mundo de la Gran Depresión y con él una versión más sombría de Mason como detective privado y de claras referencias noir que dividió opiniones entre los seguidores más canónicos y los conformes con una revisión menos complaciente de la versión más popular del personaje. Como sea, Perry Mason en la piel de Matthew Rhys, se solaza igualmente en describir un personaje con suficientes conflictos internos enfrentado a la resolución de un enigma en medio de una aberrante crisis económica tras el retrato de Los Ángeles de hace casi un siglo, casi en un tono profético de lo que ahora vendrá para nosotros. Redescubrir personajes icónicos en nuevas circunstancias en ocasiones revitaliza la marca y por lo visto esta nueva apuesta de HBO va en camino de asentar un show que desborda una soberbia producción con los intríngulis de un viejo conocido al que tenemos que acostumbrarnos antes de revivirlo en los estrados judiciales. Cada domingo a las 8:00 p. m. en HBO Latino.

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