Hace mucho tiempo no reseñaba positivamente una producción nacional con ese sabor con el que me quedé en la década de los noventa. En este caso, una miniserie inspirada en hechos reales, que si se hubiera podido realizar hace 20 años quizás hubiera pasado de agache en un horario imposible. Lo más valioso de El Robo del $iglo, bajo la batuta de Dynamo Producciones para Netflix, es su autenticidad. Tomaron una base histórica que impactó al país en una época difícil y con los arquetipos de las heist movies (películas de robos) configuraron una pandilla de delincuentes que rozan la empatía, porque reflejan nuestra inteligencia para el mal y el chanchullo -que suele alabarse en muchas ocasiones- y, consecuentemente, nuestra frialdad a la hora de la traición y la venganza.

El sorprendente asalto al Banco de la República de Valledupar en 1994 rebasó los límites de cualquier imaginación, pues en un país donde la violencia campeaba a sus anchas se fraguó un millonario robo sin víctimas fatales. Desde luego, eso no excusa el tamaño del delito y la falta de escrúpulos de varios de los cabecillas, como ‘Chayo’ (Andrés Parra) o la señora K (Marcela Benjumea), que revuelven el bajo mundo para armar un meticuloso plan con la coordinación del sereno ‘Abogado’ (Christian Tappan), lo que por demás se me hizo el mejor triduo actoral en años, un total acierto en casting, acompañado por la presencia de Waldo Urrego, villanazo de siempre en Amar y Vivir o en La Mujer del Presidente, interpretando al Dragón, de lo mejor del reparto de secundarios.

A las virtudes de El Robo del $iglo mencionadas se suma su fotografía y edición, y la banda sonora noventera, donde pasamos de escenas ambientadas con Estados Alterados, La Etnnia o 1280 almas hasta la sempiterna interpretación de Timbiriche con Quinceañera y el pequeño tributo a Hombres G. Eso revela cuidado, querían un producto redondo en todos los aspectos, y el esfuerzo se ve recompensado. Me la devoré en dos noches, porque me transportó en el tiempo, está contada con buen ritmo, puntos de giro estratégicamente calculados y el final redondo que lo explica todo. De resaltar además que en la dirección de varios episodios participa, además de Pablo González y Camilo Salazar Prince, la directora Laura Mora (Matar a Jesús). Calidad de nuevas generaciones.

Eso sí, hubiera anticipado este proyecto porque no faltaron las comparaciones con su hermana de plataforma La Casa de Papel, pero creo que no jugaban a eso y es inútil buscarle el quiebre por ese lado. Es más probable que el caso real colombiano inspirara a la serie española. Hubo críticas a algunos detalles de ambientación y caracterización que no fueron del agrado de los residentes de la costa. Además, precedió a esta idea el estreno de la película argentina del mismo nombre, protagonizada por Guillermo Francella, y ya podemos armar versiones locales de “robos del siglo” en todos los países que se nos ocurran, pues en esencia la película de Ariel Winograd habla de otro robo igual de pintoresco, donde cometieron el atraco con armas de juguete y apenas pudieron disfrutar de su botín, entre otras similitudes a nuestro suceso local que solo provocan vérsela para llegar a la misma conclusión: de nuestros males más enquistados surge la genialidad para hacerle el quite a la pobreza o el qué dirán y nuestro típico arribismo.

Más allá de estas consideraciones, lo cierto es que quedé absolutamente complacido con esta producción, que hace una fotografía de época oportuna sin tomarse en serio todo el tiempo: si bien suele reclamarse que hace falta contar historias donde se reflejen más nuestros valores como sociedad, resulta aún más curioso que encontremos más identidad en los bandidos de a pie, con sueños alimentados por el dinero fácil, que celebran el éxito de su empresa criminal con pollo y cerveza y que critican con saña la procedencia de los colaboradores. Es un retrato de lo que somos, sin juzgarlo como bueno o malo. Por esa autenticidad en su premisa esta miniserie entra directamente a lo mejor en ficción de este 2020.

La competencia es en serio: Disney+ llega a Latinoamérica en noviembre

Como noticia de última hora, registro la llegada de Disney+ el próximo 17 de noviembre a Latinoamérica, difundida por la misma empresa. Desde esa fecha todos los fanáticos del imperio Disney encontrarán el catálogo más relevante de esta empresa, que incluye buena parte de películas animadas clásicas, sus éxitos con Marvel, la franquicia de Star Wars y National Geographic. De esta manera iniciará la disputa por la popularidad y los mejores contenidos que libran en un formidable cabeza a cabeza Netflix y HBO, seguidos muy de cerca por Amazon.

Recuerden visitarme en www.juanchoparada.com

juanchopara@gmail.com

@juanchoparada