Como lo anuncié hace una semana, decidí realizar un pequeño especial dedicado al talento joven nacional que ahora vive fuera del país. Gracias a la agencia Cayetana Comunicaciones logré ubicar tres intérpretes menores de 30 años que iniciaron sus carreras a muy temprana edad, que contaron con el apoyo de su familia, lograron un primer reconocimiento local y se lanzaron a la aventura de comerse el mundo llevando la bandera del género urbano, con todas las alegrías y vicisitudes que ello implica.

Entre España y Estados Unidos, cada uno de ellos reflexiona sobre el proceso que los llevó a crecer como artistas lejos de su tierra, de qué trata su música, a dónde quieren llegar, cómo esta anormalidad del covid-19 ha puesto a prueba una vez más su ingenio para alcanzar el reconocimiento y cuáles son sus sueños inmediatos. Aunque no descartan volver, estos embajadores se subieron al tren de la popularidad de un ritmo que admite diversidad en texturas y fusiones, pero al que imprimen su sello personal para distinguirse con claridad. Si les llaman la atención, la recomendación inmediata es a conocerlos y apoyarlos.

Jassper y su canto a la Luna

Ciudad de origen: Barranquilla

Destino actual: Valencia, España.

Instagram: www.instagram.com/jasspermusic_

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Daryy no se equivoca

Ciudad de origen: Cartagena

Destino actual: Estados Unidos.

Instagram: www.instagram.com/daryymusica

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Morty, con mente positiva en su ‘Isla’

Ciudad de origen: Barranquilla

Destino actual: Carolina del Norte, Estados Unidos.

Instagram: www.instagram.com/thenumber.2

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La llegada de Duncanville

Inevitablemente, antes de hablar de Duncanville, hay que mencionar brevemente la evolución de esas familias de caricatura. De las distopías de Hanna-Barbera con Los Picapiedra y Los Supersónicos a Rugrats o Los Thornberrys. De Los Simpsons a Padre de Familia o American Dad. Hasta la misma Daria de MTV. Oscilando entre las moralejas blandas y la absoluta contracultura, donde de una forma u otra imperan los valores o, en muy pocos casos, lo absurdo de pertenecer a un clan.

Si Los Picapiedra lograron hurgar con su disfraz de prehistoria en las costumbres de la pareja heterosexual, como dormir juntos, pues cualquier logro en la materia es ganancia. Por otra parte, las sitcoms americanas introdujeron versiones de familias acomodadas que enfrentan sus problemas con sentido del humor y diálogo, lejos de la chancla y la norma de ‘la letra con sangre entra’ latinoamericana, calando en el gusto del público por su brillo aspiracional y exageradamente aséptico que no ofendía a nadie…hasta la llegada de Casados con Hijos (Married with Children), una burla a la tradición que sembró la semilla del diablo sobre la fragilidad de tanta belleza. En esa coyuntura de finales de la década de los ochenta surgieron Los Simpsons, un referente indestronable en sus primeras temporadas que llevó al límite la parodia y cimentó las bases para comedias animadas más atrevidas o reflexivas. Para entonces se contempló la idea de que no solo basta con recordar la importancia del amor o la unidad. Si se puede incomodar, que sea con todo el gusto posible.

Entonces ¿dónde ubicamos a Duncanville? ¿Por el gancho de Mike Scully como uno de los productores y escritores de la familia amarilla más longeva del mundo del entretenimiento? Hacia 1994 comenzaría su periplo escribiendo algunos capítulos memorables como La Rival de Lisa o la fantástica parodia a 101 Dálmatas con un Monty Burns en modo Cruella de Vil. Pues para esta nueva animación de la era Disney contó con el apoyo de su esposa Julie Thacker-Scully con la que ha creado otras comedias como The Pitts y Complete Savages. A esa mancuerna le suman el aporte de la reconocida comediante Amy Pohler y uno se prepara para un subidón de mordacidad sin escatimar daños.

Es en ese momento que debemos pausar la velocidad. Duncanville es la serie escrita por la generación que vio Los Simpsons para agradar a los jóvenes de hoy. Si bien se percibe cierto desquite generacional por el cada vez más incomprensible mundo adolescente, inclina su balanza hacia la ‘nueva moralidad’, lo que no está mal en absoluto. En ese espectro de series que se esfuerzan por ser gamberras, con pésimos resultados, también refresca la pantalla algo de lo conocido, con pretensiones de reunir a la familia, aunque en una coyuntura donde los jóvenes parecen más cómodos distanciados de ella. La familia Harris es la revancha de Scully y compañía, no obstante, su target son los ahora padres incomprendidos por sus hijos. No es Homero estrangulando a Bart, es Jack abrazando a Duncan, y esa lógica es válida si compramos esta serie animada desde esa perspectiva.

Aun así, Scully sabe cómo llevar la irreverencia, si bien muy dosificada. Invitados especiales de la época de los autores, alguna escena bizarra y conflictos que hemos visto en la serie de Matt Groening, es el anzuelo para atrapar a los más nostálgicos. El resultado genera dudas, sobre todo si en la programación habitual hace mancuerna con los episodios nuevos de Los Simpsons, que como lo dijera un tuitero contemporáneo, “a veces hace añorar los capítulos viejos” de esta última. ¿Qué pasaría si programan ambas, digamos, en un Disney Channel?

El elenco de voces, liderado por Pohler con el doble reto de interpretar a Duncan y la madre de este, Annie, incluye a personajes reconocibles del cine y la televisión como Ty Burrel y Rashida Jones. Así que si están dispuestos a ceder en revoluciones para solazarse con algo más tibio, pero efectivo en su envoltura, Duncanville es perfecta para momentos sin risas incómodas. Como en Lazos Familiares.

Duncanville se ve en Fox Channel los domingos a las 9:00 p. m. y en las plataformas de Fox Premium.

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