Con los cacareados cambios que anunciaba la Academia de Artes y Ciencias de la Cinematografía estadounidense se esperaba ver algo más de representatividad (que no cuotas) en los premios que se otorgarán este año. Pero la pandemia también obligó a pensar en la creciente influencia de las plataformas de streaming en el ámbito del cine de ficción y documental, convirtiéndose en una apuesta segura de algunos realizadores para llevar a cabo proyectos impensables con las marcas tradicionales de la industria.
Ambas circunstancias derivaron en unas nominaciones que, en general, no han creado un caos. Se le dio gusto a todo el mundo. Y, de alguna manera, sentó el precedente para analizar el futuro del audiovisual con la presencia de Netflix y compañía. Sin la experiencia del cine como la hemos vivido, era una lotería encontrar películas relevantes, más allá de guiarse por el gusto, por actuaciones o direcciones. Y las VOD sacaron todo el provecho de esa insólita realidad al producir o adquirir toda suerte de producciones que sacrificaran su paso por las salas (salvo las exhibiciones permitidas para cumplir con los requisitos de la temporada de premios) y de ese modo probar su buen ojo, retener sus suscriptores y atraer a aquellos cinéfilos de hueso colorado que nadan contra la corriente de esta bonanza de series.
A todos esos factores, que desde luego siembran la inquietud sobre el carácter del cine como un ‘producto de streaming’, se le suma precisamente esa atomización del público. El gusto especializado del espectador afanoso de una película que conjugue lo más excelso del séptimo arte en comunión con la crítica y la consabida popularidad ahora va acompañado del “efecto VOD”. No por nada Netflix arrasó con 35 nominaciones, liderando por segunda ocasión la competencia, superando ampliamente casas tradicionales como Disney. Si le añadimos lo conseguido por Amazon (12 nominaciones) está claro que el negocio plantea un derrotero en el que las productoras más reconocidas se terminarán subiendo casi con resignación. Aunque se recupere el sector cultural, ya se probó también que los umbrales entre estrenos para cine y plataformas prácticamente no existen. Volver a la pantalla grande será un arrebato nostálgico, salvo que se encuentre otra fórmula para insuflarle un nuevo aire.
Dicho esto, ¿qué creen que pasa con Mank (David Fincher 2020, disponible en Netflix), la máxima nominada de esta edición número 93 de los premios hollywoodenses? Parece una cruel ironía que contar el trasunto de la considerada por muchos un auténtico hito en el desarrollo del séptimo arte “Ciudadano Kane”, tenga la apariencia de ser instrascendente tras su máximo de candidaturas. 10 nominaciones en las que no se cuenta mejor guion. Le respira en la nuca Nomadland, la apuesta de Disney. Esta historia, protagonizada por Frances McDormand, que podría ver la luz finalizando abril en su plataforma de streaming, tiene mejores posibilidades de llevarse una buena parte de las 6 postulaciones a las que fue nominada, empezando por su directora, Chloe Zhao, de la cual se esperan más trabajos en esta línea.
Lo de Zhao va de la mano con el espléndido desempeño de Emerald Fennell con Promise Young Woman (2020). La actriz y directora británica arma un relato sustentado en filosos momentos de thriller con un competente humor negro. Su protagonista, Carey Mulligan, llega al Óscar nuevamente tras su papelazo en An Education (2009) y puede ser la sorpresa de la noche en el apartado de Mejor Actriz, si los miembros de la Academia no se decantan por la intensa transformación de Andra Day en The United States vs Bille Holliday.
Sin haberla visto estas últimas, yo estoy sinceramente encandilado con The Father (Florian Zeller, 2020, anunciada para verse en Paramount+). Bien puede ser el perfecto remate de una carrera llena de éxitos de sir Anthony Hopkins, cuya interpretación me conmovió hasta las lágrimas. Un drama común, más cercano de lo que podemos imaginar, lleva un mensaje poderoso sobre el amor filial, el ocaso de la vida, la responsabilidad de ver a nuestros padres en su vejez no como cargas u obstáculos, temas que comparte con la acertadísima nominación del documental chileno El Agente Topo (Maite Alberdi, 2020, en Netflix). Hago este cruce aquí porque no deja de ser llamativo que la Academia se haya fijado en ambas cintas con una temática similar. En el caso de la película chilena, se le criticó al inicio de su proyección la borrosa línea entre el documental y la ficción, pero tan bien se nutre de ambas que los mejores momentos de su protagonista, Sergio Chamy, corresponden a una atinada planeación que no pierde de vista el retrato social de lo que sucede con nuestros abuelos y abuelas, hoy en el ojo del huracán por ser víctimas de algunos inescrupulosos en el tema de la vacunación contra el covid. Ambas historias recomendadísimas.
La película chilena compite en la categoría Mejor Largometraje documental, que también hace historia al ser nominada simultáneamente en la categoría de Mejor Película Internacional (o de habla no inglesa). Les hablo de Collective (Alexander Nanau, 2019, disponible en HBO), un testimonial que toma como base una tragedia ocurrida en Rumania en el año 2015 para dejar al descubierto las falencias del sistema de salud en ese país.
Y no podemos dejar de hablar de dos películas que acumulan fanáticos: Minari, el drama de Lee Isaac Chung, del cual reclaman su extraño rasero de ser catalogada como película internacional, pero con producción norteamericana. Su exitoso paso por Sundance el año pasado quizás despertó el interés y la pandemia no fue óbice para iniciar un voz a voz que habla de una obra sensible, la cual muestra una arista de la inmigración en el país de las oportunidades durante una época donde todo era posible en apariencia: la era Reagan. Aquí debo destacar la nominación a Steven Yeun, sí, el mítico Glenn de The Walking Dead, quien fuera de la serie zombie ha dirigido su carrera hacia terrenos prometedores en el cine como Okja (con el ganador del Óscar del año pasado Bong Joo-ho) y la inquietante Burning (Lee Chang-dong, 2018). Con Sound of Metal (Darius Marder, 2019 disponible en Amazon Prime) los mundos de la discapacidad auditiva y el rock se funden en dos horas de drama puro en las que han reconocido positivamente la actuación de Riz Ahmed, su edición y el diseño sonoro.
En cuanto a animación, es el área segura de la casa Disney. Tiene a Onward (Dan Scanlon, 2020, en Disney+) y la alabada Soul (Pete Docter, 2020, también en Disney+) compitiendo en la misma categoría. Si se desmarcaran de esa tradición, la probable triunfadora sería Wolfwalkers (Tomm Morre y Ross Stewart, 2020, disponible en Apple TV).
Me reservé para el final el caso de la secuela de Borat (Jason Moliner, 2020, disponible en Amazon Prime). Cómo una ironía que oscila entre un aguzado ingenio y el mal gusto consigue casi un unánime cumplido en su segunda aparición, parece más una respuesta al momento político en que surgió, pero no por ello dudo de sus valores artísticos. Lo que sí me parece curioso es que el creador de la misma, Sacha Baron Cohen, no haya logrado una candidatura a Mejor Actor. Digo, si van por todo, no costaba nada incluirlo. En todo caso, esta segunda entrega de Borat se cuela en esa exclusiva lista de secuelas que igualan o superan en calidad y reconocimiento a su predecesora.
Esas serían mis apreciaciones de las nominaciones reveladas el día de ayer. No es fácil subirse en el caballito ganador, por lo que me limito a exponer mis favoritas. El 25 de abril conoceremos el resultado de estos premios atípicos.
@juanchoparada