Es una auténtica paradoja que en medio de una época de “libertad creativa” y “burbuja de series” se haya manoseado hasta la saciedad la excusa de la nostalgia para atascarnos hasta el cansancio con nueva versiones, continuaciones no pedidas o reinicios de historias creadas hace 15, 20 o 30 años.

Mi experiencia reciente la tuve con la película “Candyman” dirigida por la estadounidense Nia DaCosta y bajo la tutela de Jordan Peele, un actor al que tenía ubicado en comedia con la dupla formada con su colega Keegan Michael Key. Cuando hizo ese salto cuántico a la dirección de la notable ‘Get Out’, le dio al thriller psicológico y al terror un nuevo aire sin perder inteligencia. Pero al mismo tiempo, se contagió de la megalomanía que suele afectar a personajes de la industria cuando alcanzan un sonoro triunfo: se obsesionan con impregnar sus contenidos de un discurso reivindicativo que abandona sus buenas intenciones para caer en una continua victimización o en una extraña sed de venganza.

Cuando vi la versión original basada en el texto de Clive Barker, las motivaciones eran más coherentes, aún sin desplegar toda la artillería del body horror o el bagaje de las leyendas urbanas. La idea de un espíritu torturado que con solo invocarlo cinco veces te asesina destazándote es simplemente un deleite para los amantes del slasher.  Hoy, ese encanto de un relato de raíces tenebrosas se usa como vehículo para denunciar las vejaciones que ha sufrido la población afroamericana. Si bien la finalidad no me molesta, el asunto es cómo se ejecuta en este caso, recurriendo constantemente al material original para apuntalar su tratado sociológico, que me creería si no fuera una película de terror en la que, además, no pasa mayor cosa, ni los clásicos tropos del género.

Lo mejor del asunto es que se ha convertido en la película número uno del fin de semana en Estados Unidos, en la cual triunfa nuevamente la perspectiva de Peele: ahora los blancos deben morir primero y en grandes cantidades, con lo que subvertir una premisa racial parece el inicio de una nueva era. ¿De verdad ese es el horizonte? Ni les cuento cómo me fue con ese adefesio de la actualización de “Cementerio de Animales” hace un par de años.

Sin imaginar la razón por la cual eligieron este clásico de 1990 para esta llamada “secuela espiritual”, lo cierto es que cada vez más cunde el desconcierto por atraer a las nuevas generaciones con relatos del pasado usando de carnada el canto de sirena de su “actualización”, solo para unirse a las filas de lo insustancial y quedar bien con la nueva inquisición de lo políticamente correcto. Le pasó a esa cosa de “Los Amos del Universo” (léase He-Man), la andanada de dibujos animados versión nuevo milenio (Thundercats, Animaniacs) y los ‘reinicios’ de series como ‘Clase de Beverly Hills’ o ‘Gossip Girl’. Hay honrosas excepciones, como el caso de “Better Call Saul” (serie precuela de “Breaking Bad”). Tengo miedo por “Many Saints of Newark”, la precuela de “The Sopranos”.

En cine ni hablemos. Los ejemplos de “nuevas versiones” o “secuelas” abundan a rabiar en estrenos que se pulverizaron en taquilla o fueron directamente al video y a las plataformas VOD para disimular su tontería. Desde la fallida continuación de “Independence Day” o el remake de “Total Recall” hace unos años, hasta el estrafalario regreso de “Jóvenes Brujas”.

El asunto es que en Hollywood andan muy mal de ideas y esa aparente veta de éxitos del pasado ya no fluye como antes. Personalmente, no comprendo la manía de justificar los villanos de Disney, tan solo me lo explico para impulsar la venta de disfraces estrafalarios en Halloween, porque ni Maléfica ni Cruella de Vil se merecen unos orígenes tan desabridos. Esto en el caso de las precuelas.

En Latinoamérica tuvimos suficiente de recalentados con nuevas versiones y/o secuelas no pedidas de series o telenovelas que en su momento triunfaron, pero que algunos productores alucinados creyeron oportuno revolcar para presentar con otra funda. Le ocurrió a “Amar y Vivir” (versión de la exitosa serie de 1989 hecha por Caracol Televisión), “La Marca del Deseo” (versión de ’Las Juanas’) y, para no ir más lejos, la nueva versión de “Café”. Eso sin mencionar lo confuso de forzar la continuación de historias que sencillamente no dan para extender su universo. Lo que hicieron con “El Laberinto”, la innecesaria continuación de “La Mujer del Presidente”, fue de pena ajena. Y aun así persiste el entusiasmo por una segunda parte de “Pasión de Gavilanes” con reguetón de por medio. De verdad que no lo entiendo.

Puede que todo esté inventado y solo asistamos a reflejos de lo que antes contábamos sin dilación. No obstante, me resisto a seguir viendo la imperiosa urgencia por destrozar la idea original de una caricatura o una serie clásica simplemente por capricho. No encuentro otra explicación. Sí, pueden crear sus propios héroes o heroínas con los valores actuales, solo es cuestión de sentarse y hacerlo. Dejen quieto lo que está quieto e hizo felices a muchos en su momento.

¿Cuál es ese “remake”, “reboot”, “precuela” o “spin-off” que lo sacó de quicio?

JUANPORDIOS! y su papel en “Lavaperros”

Hoy les comparto la música del artista colombiano conocido como JUANPORDIOS!, quien estuvo a cargo de algunas de las canciones del soundtrack de la película colombiana “Lavaperros”, dirigida por el caleño Carlos Moreno, actualmente en cartelera nacional y en Netflix. El sencillo “La Plata, Los Culos” se compuso con el dúo de DJ’s Good Times Ahead. El videoclip también fue dirigido por Moreno, conservando varios de los elementos de la película en mención. Pueden conocer más de este productor colombiano en su cuenta de Instagram @juanpordioss

 

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