Ya ha corrido agua bajo el puente desde la internacionalización de la televisión colombiana. Hemos exportado talento, guionistas, nos han comprado ideas o producciones. Sin duda alguna una buena carta de presentación. No obstante, les propongo detenernos en uno de los aspectos que más comentan en redes sociales cuando conocemos la nueva versión de una historia creada y producida en nuestro país. ¿Qué notamos en ellas?
El tema viene a colación por la no tan extraña movida del canal RCN de retransmitir su éxito del 2007 “Pura Sangre” y, tras su final, casi que inmediatamente decide emitir la versión mexicana llamada “Mañana es Para Siempre”, bajo la tutela de Televisa, la principal empresa que ha comprado gran parte de los guiones de telenovelas escritas por el canal, así como de los del Canal Caracol.
Casi como un deber patriótico, los televidentes que percibieron dicho movimiento pudieron comparar ambas versiones y divertirse de lo lindo destrozando una u otra en largas discusiones donde la adaptación mexicana era perdedora. Desde luego, tocar estrellas como Lucero o Fernando Colunga versus Rafael Novoa (a quién recordamos hace una semana como uno de los pocos galanes de exportación que tenemos) con Marcela Mar no viene a cuento. Pero como no hay territorio vedado en la crítica, se repite hasta el cansancio que las “copias” de nuestras historias siempre arruinan el recuerdo de las originales que conocimos acá.
Televisa Vs TV Azteca
En un breve flashback pensemos cuándo se fijaron en nosotros. La década de los noventa fue muy fructífera en seriados y telenovelas colombianas que disfrutamos en diversas épocas: ya sea en el punto más bajo de terror impuestos por el narcotráfico, los apagones o los escándalos políticos había un destello de genialidad mezclada con entretenimiento y cursilería rosa que mantenía a la gente pegada al televisor. De ahí que las historias de Julio Jiménez, Bernardo Romero Pereiro y Fernando Gaitán fueran las primeras en estar bajo los reflectores de corporaciones como TV Azteca, quien se fijó en la calidad de libretos para empezar a plantarle cara a su competencia.
Cabe recordar que al mismo tiempo que eso sucedía, nuestro país rompió el ostracismo en que se mantenía a nivel continental y la participación de estrellas mexicanas en producciones nacionales fue el mejor ejemplo de ello con la contratación de Adela Noriega por parte de RTI para su “María Bonita”, aunque fue más el ruido que las nueces.
Con mayor o menor éxito llevaron a las pantallas de su país versiones de “Los Cuervos” y “Sangre de Lobos” hasta que les sonó la flauta con la adaptación de “Señora Isabel”, conocida como “Mirada de Mujer”, de un éxito tan atronador que fue portada de la revista TIME y puso a temblar la hegemonía del gigante Televisa. Para los mexicanos las historias colombianas fueron una bocanada de aire fresco frente a la fórmula desgastada del culebrón, que si bien continuaba siendo redituable no representaban desafíos interpretativos a gran parte de los talentos más consagrados o prolongaban prejuicios que contravenían la lógica.
¿Entonces qué es lo que el público quiere? Tras entronizar a Thalía o Verónica Castro como reinas de lo inverosímil el ataque frontal con Mirada de Mujer supuso un punto de inflexión en la necesidad de si el asunto era virar a historias con más dosis de realidad y con tintes de comicidad. El éxito de “Yo soy Betty la Fea” vino a confirmar que el estilo colombiano no podía estar equivocado. Sin apartarse del todo del melodrama probado podía cambiar un poco el statu quo y obtener más identificación. Televisa lo olfateó y se apresuró a negociar sus derechos con el canal RCN, pero acordó esperar unos años para hacer su propia versión. TV Azteca se conformó con versionar “La Madre” pero no se durmió en los laureles y adaptó “Café con Aroma de Mujer” con el nombre de “Cuando Seas Mía”.
Personalmente celebré ese jaleo porque permitió descubrir el talento de nuestros guionistas, pero siempre me extrañaba el trato recibido a la emisión de las producciones que compraban. En todo caso, con el buen hacer de Bernardo Romero Pereiro, TV Azteca contrató a Dago García y Luis Felipe Salamanca para que le escribieran una telenovela a Lucía Méndez. El asunto era en serio. Estamos exportando creativos. ¿Y los escritores mexicanos? Bueno esa es una discusión igual de interesante. Corporativamente México decidió que los reencauches funcionaban más que las ideas originales, así que, si además eran de telenovelas de otras partes, es como crear algo inédito. Desde esa óptica a sus escritores no les quedó otro remedio que volverse adaptadores. No es un trato justo, pero fue la alternativa a desaparecer del medio.
Posteriormente aparece la factoría Telemundo a inicios del nuevo milenio y su alianza con la productora RTI impulsó una era de telenovelas con actores de todo el continente apoyándose en guiones de Jiménez. “Pasión de Gavilanes” (versión de “Las Aguas Mansas” hecha por su mismo autor) puso la vara alta en términos de éxito y reconocimiento, por lo que el estándar norteamericano terció en esa “guerra” por alcanzar éxitos masivos con historias colombianas.
Entonces Televisa dio el paso definitivo y con “La Fea Más Bella”, con toda la controversia que generaron varios de los cambios hechos, fue un éxito indiscutible, al punto que migró del horario vespertino al estelar y tuvo un final apoteósico. En adelante no pararon las visitas de productores, escritores y actores mexicanos a Colombia para sellar acuerdos con RCN y Caracol con el fin de contratar guionistas o equipo de producción nacional para integrar sus equipos creativos o acordar coproducciones durante el resto de la primera década del 2000 y parte de la siguiente.
¿Dónde está ahora el próximo éxito?
Tras una especie de parón en los últimos años, y con Azteca dando un paso al costado en el área dramática, (si bien ha retomado en parte el tema con un seriado escrito por Héctor Forero, uno de los escritores colombianos que ha tenido la posibilidad de escribir para ambas empresas) Televisa vivió en los últimos años una curiosa paradoja. Con equipo colombiano llevó a cabo parte de su “Fábrica de Sueños” y tuvo a Patricio Wills, cerebro de éxitos en RTI-Telemundo, al frente de su barco, pero las cosas no les salieron como pensaban. Coqueteó con la moda narco y las bioseries, pero realmente su ADN es la telenovela. Así que tras la salida de Wills, la barra estelar, la más damnificada con los cambios introducidos en esa gestión, volvió a alcanzar reconocimiento con la adaptación de dos historias colombianas “La Quiero a Morir” y “La Dama de Troya”, respectivamente conocidas como “Mi Fortuna es Amarte” y “La Desalmada”.
Aunque puede que haya omitido sin querer algunos nombres y hechos, el anterior resumen expresa muy bien que el interés despertado hace más de 25 años por las historias colombianas sigue vigente en México y en Estados Unidos. Claro, no se pueden desconocer las adaptaciones de historias venezolanas, argentinas o chilenas, pero la venta que hallaron en nuestro país ha sido la más constante. Ahora finalizó una adaptación de la telenovela del 2013 llamada “Allá Te Espero”, conocida como “Amor Dividido” y ha despertado un sano debate sobre la fidelidad de su adaptación, que a mi juicio explica en parte el éxito que tuvo en el horario donde fue ubicada. De todas las versiones mexicanas de historias colombianas que he podido ver es la que más ha respetado la esencia de la original, con los ajustes respectivos tanto al contexto local como al mercado para el que se dirige. No ha sido una tendencia usual en varios de los títulos que he mencionado, pero que lo hayan hecho así demuestra el respeto por el punto de vista ideado por sus autores.
México y Colombia guardan tanto parecido que no es inexplicable la recurrencia a nuestras anécdotas para contar sus realidades. Así que mientras existan las ganas de trabajar conjuntamente el deseo es que no se limiten a reproducir historias sino a crear otras nuevas, que aporten las visiones y el mejor talento de ambas regiones.
Para ustedes ¿cuál es la mejor versión mexicana de una historia colombiana?
@juanchoparada