En este post una revisión a la película que emplea el mito que ensalzó Hollywood para cuestionar el comportamiento hacia las mujeres y la carrera hacia el final de una de las series más longevas de este nuevo milenio.
Señoras y señores: Blonde NO es una ‘biopic’
“El bello cuerpo yace
Libre, por fin, a solas”
Jorge Guillén, Cuerpo a Solas
Comienzo por lo obvio. En une época de reivindicaciones los símbolos y personajes de la cultura popular pasan por el tamiz de la resignificación. Nunca se van a acabar las interpretaciones que dejan sus azarosas vidas, que bien pueden servir para avivar el fuego de las luchas actuales o desaprobar una vez más alguna de sus equivocaciones.
La película ‘Blonde’, dirigida por Andrew Dominik y protagonizada por la actriz de raíces cubanas Ana de Armas ha estimulado un polvorín de críticas que van desde una revictimización a la estrella de “Los caballeros las prefieren rubias”, un enclenque feminismo o una acomodada crítica al patriarcalismo del espectáculo, entre otras más prosaicas. Lo insólito es que atribuyan su moderada acogida en Netflix a que la gente pensaba en que verían un relato pormenorizado de su historia de vida, ordenado desde su infancia a su fatal desenlace, el cual todavía representa una de las intrigas políticas más escandalosas del siglo veinte.
‘Blonde’ es fiel al espíritu de la obra literaria homónima que sostiene su argumento. De la pluma de Joyce Carol Oates, nos brinda una disección en todos los frentes: a la fama, al ser mujer, a nuestra decadencia, a la cultura misma llena de aspiraciones fútiles encarnadas en ídolos de barro que se multiplican por doquier. Que haya encontrado en Norma Jean Baker un vehículo para descargar tantas frustraciones es más un pretexto con tintes oportunistas que una intención de resarcir su nombre o brindarle un homenaje, por sugerir otra clase de propósitos. Emplear un personaje real para asignarle una tarea ideológica no es extraño, el asunto es que se haga a costa de falsear anécdotas o alterar acontecimientos para demostrar un punto que no necesita justificarse de esa manera.
En esa medida, percibí que hay un claro interés en presentar a los artistas como seres humanos divididos, y cada una de sus partes o personalidades se enfrenta moral y éticamente a las demás. Norma Jean Baker no es Marilyn Monroe, o la ‘rubia’. Hay un personaje construido de cara a su profesión, como lo afirma en un memorable diálogo con Arthur Miller, que vive como en una carnicería, viviendo a su vez otros personajes entre cortes y cortes, los cuales lloran, ríen o seducen a las órdenes de un guion y un director.
Otra personalidad es la que recoge la historia desde el nacimiento, la que acusa abandonos, recuerdos felices, pérdida de inocencia, aprendizajes y relaciones humanas. Que la película insista en la ausencia del padre como un factor determinante en la vida de Norma Jean Baker no necesariamente riñe con la verdad, pero aquí es empleado como una justificación a un comportamiento errático.
Y queda el estereotipo, ‘la rubia’. Una clase de mujer que la sociedad de entonces calificó de superficial, ignorante, destinada a provocar bajas pasiones. Marilyn Monroe encarnó una pesadilla para las asociaciones en pro de las buenas costumbres, padres de familia estrictos y esposas celosas. Un ejemplo de los prejuicios despertados se muestra en la visita que hace a la familia de su primer esposo, una casta italiana que se burla olímpicamente al confirmar por boca de ella que su cabello no es natural.
En el apartado visual y estético la película es atrevida. Juega con la dimensión de la pantalla, con los colores y con los ángulos casi hasta el paroxismo. Y pone a prueba los nervios de la audiencia con escenas surreales como las conversaciones con sus fetos, los tríos sexuales con hijos de luminarias o monólogos agudos en medio de una felación presidencial. Cada secuencia quiere ser más embarazosa que la anterior, aunque no siempre en el mal sentido.
¿Y la protagonista? Sin duda alguna Ana de Armas asume el reto actoral más difícil que le hayan ofrecido a alguien. No es ‘Mi semana con Marilyn’ con Michelle Williams, no se trata de un pasaje específico de su vida. Se trata de construir todo el recorrido emocional desde sus primeros éxitos en la pantalla grande hasta su lánguido final. Creo que se jugó por una versión que reprodujera esa ambigüedad entre ingenuidad y orfandad, entre belleza y sometimiento. Si es considerada a optar por los diversos premios que otorga la industria no resultaría sorprendente, aunque se vería irónico dado lo que la película se solaza en criticar.
En cualquier caso, a la producción no le deja de llover sobre mojado, ahora por las nuevas acusaciones de maltrato que pesan sobre uno de sus productores, Brad Pitt. Justamente lo que la película se ha encargado en denunciar. Por ese motivo sin duda resulta certera en sus pretensiones. Norma Jean Baker es la mujer que pocos conocieron, con sus errores y aciertos, forzada a alcanzar un éxito a través de un espejismo que le brindó placer y le arrancó lágrimas a partes iguales. Aun así, hoy muchos abrazan el recuerdo de su iconicidad, olvidando por momentos que era tan mortal como cualquiera de nosotros.
‘The Walking Dead’, el inicio del fin
Desde octubre del 2010 he seguido con emoción y desconcierto esta serie de aventuras y terror inspirada en el cómic de Robert Kirkman, que cuando anunciaron el desenlace de la misma (más no del llamado universo que han creado a su alrededor), solo me invade la más física nostalgia. Con esta serie he gozado sus mejores momentos, suspendido mi incredulidad, renegado de sus giros y olvidado por su repetición de esquemas. Que resten ocho capítulos para despedirnos de una metáfora muy sencilla pero efectiva: el peor de los males es el ser humano mismo, recala hondo en los fans de hueso colorado que lo perdonan todo y anhelan extender su fascinación con las series derivadas prometidas como Dead City, Daryl o el reencuentro entre Rick y Michonne.
Su última tanda llama a su capítulo inicial “Lockdown”, confinamiento, paradójico tras superar la pandemia, y nos vuelve a ubicar a los protagonistas sobrevivientes en el mismo vicio de desenmascarar a líderes de comunidades o territorios aparentemente prósperos con un apetito insaciable por el poder o vocación por la crueldad. Aunque recaiga en los defectos que se le han achacado desde sus primeras temporadas la curiosidad puede más para asomarse a la despedida de la serie original, con la expectativa de descifrar la lista de bajas y aguardar un cierre digno, con la inevitable comparación al cómic, serán los alicientes para acompañar este último tramo. En noviembre dedicaremos un especial en este blog comentando el final con un Space en Twitter para los seguidores y colegas que deseen acompañarnos para cerrar este capítulo seriéfilo. Gran paquete le ha tocado a la showrunner Angela Kang, que seguramente ha puesto toda la carne en el asador para no causar la ira de la fanaticada ante un resultado polémico. Lo sabremos en breve. Los capítulos se pueden ver en Star+ y temporadas completas, al igual que en Netflix.
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