Es difícil mantenerse impasible frente a cualquier noticia donde hombres, mujeres, niños, niñas, adultos mayores, comunidad LGBTI+, entre otros, son violentados de todas las formas posibles. Desde actos de venganza hasta una burda necesidad de validar hormonas. No hay nada que justifique cualquier maltrato o acto que menoscabe la dignidad de alguien o termine con su vida.
Dicho esto, llevo ya bastante tiempo sorprendido por las informaciones relacionadas con violencia basada en género, en cuyos titulares resuenan hombres relacionados con el sector cultural. Todavía se percibe el estupor causado por los casos del escritor Alberto Salcedo y el director de cine Ciro Guerra. Y el medio que ha llevado varias de estas denuncias a la esfera pública es el proyecto periodístico feminista Volcánicas, fundado por Catalina Ruiz-Navarro y Matilde de los Milagros Londoño Jaramillo, una iniciativa de la fundación Hoja Blanca ONG “que asume el trabajo administrativo y financiero de la revista”, como lo confirman en su sitio web. Sin su accionar poco sabríamos de estos hechos, cuya decisión está en la cancha de las autoridades.
Mientras todo se resuelve en los estrados judiciales, las redes sociales hacen eco de los mismos cuestionamientos: “¿es una caza de brujas?” “¿por qué no los denunciaron antes?” “mínimo es por dinero o para hacer prensa”, entre otros del mismo tenor. Y no se trata de que existan personalidades intocables e incapaces de cometer errores. Es que los silencios, accionados por el miedo, el descrédito o la vergüenza resultan más pesados que cualquier valiente denuncia.
Por eso quiero subrayar lo ocurrido al interior del Sistema de Medios Públicos RTVC – una entidad del Estado- específicamente en la emisora juvenil Radiónica, cuyos pormenores involucran principalmente a su director (ahora apartado del cargo) Álvaro González Villamarín, conocido también como ‘El Profe’, al que se suman acusaciones en contra de otros funcionarios y periodistas como Juan Felipe Reyes, Juan Carlos Bernal y Jairo Acuña. Los testimonios encabezados por la ex colaboradora del sistema, Laura Ubaté, abarcan relatos de al menos ochos mujeres más entre oyentes y personal como lo relata la investigación adelantada por Volcánicas.
En el video anterior encontrarán declaraciones de Laura Ubaté a la abogada y columnista de la revista Cambio Ana Bejarano.
He comprobado que el machismo no excluye formación, nivel cultural o posiciones de poder. Por eso no debería caber la sorpresa cuando resuenan los nombres de diversas personalidades en ámbitos como el arte, la cultura o el periodismo involucrados en situaciones que no se compadecen de su formación intelectual y/o empatía con la realidad de las mujeres, invisibilizada y acallada históricamente. Poseer un reconocimiento público no equivale a comportarse sin freno de forma sibilina, a la vez que usan sus tribunas para mostrarse solidarios con las luchas de las mujeres.
Hace casi veinte años conocí a ‘El Profe’ y en las pocas ocasiones que coincidimos en eventos culturales en Bogotá, como Rock al Parque, manifestó apoyo con el proyecto que lideraba en esa época, Redcamaleón. Abrió los micrófonos de su señal para que comentara las iniciativas que impulsábamos en juventud. En su casa, RTVC, se formaron otras colegas que ahora llevan sus carreras con éxito. No dudo que estén tan desconcertadas como yo sobre estas revelaciones.
¿Qué hacer entonces?
Nuestra cultura latina la venden como espontánea, afable y afectuosa. Que sabe distinguir la calidez de un abrazo de un tocamiento indebido. O entre un sincero halago y una provocativa insinuación. Pienso que no es cierto. En esa pelea los hombres llevamos una clara desventaja, pues somos los que más veces olvidamos el límite y cruzamos la línea minimizando las consecuencias, obligando a callar bajo la amenaza o el chantaje. Y no desconozco que algunas mujeres también asumen la iniciativa de estar al ‘tú por tú’ en ese juego, quizá como estrategia de supervivencia o simple conveniencia, porque aparentemente “así funcionan las cosas”. Eso debe cambiar. ¿Hay que aprovecharse de la situación para llegar a los extremos?
Esas actitudes que excusamos como bromas o ‘queridura’ abren la puerta a escenarios menos profesionales. Porque se trata del ambiente laboral en este caso. ¿A quién le gusta llegar a su lugar de trabajo y tener encima dos, tres o más personas que evolucionan de una tontarrona lambisconería a un incesante jadeo y, si no entendieron el rechazo, a la actitud pasivo agresiva propia de un resentido? ¿Quién se siente cómodo en ese plan? O si admiramos a alguien famoso ¿eso nos convierte automáticamente en blanco de sus proposiciones? ¿Terminar clasificados como fuentes de orgasmos virtuales?
Todos merecemos respeto y las entidades gubernamentales deben empezar por dar ese ejemplo. Que los mismos directivos de la radio pública se indignen con estos acontecimientos y reaccionen a la defensiva contra otras colaboradoras como la locutora Simona Sánchez solo demuestra que está más lejos del debido proceso, así como de las políticas que presumen para tratar estos casos. Por ese motivo, nuevamente hago un llamado al gobierno actual para que ordene esa casa y transmita un mensaje de tranquilidad al equipo de colaboradores. Y, de la misma manera, divulgue y apoye las respectivas rutas de asistencia cuando un hecho así se presente.
Mujeres y hombres pueden y deben laborar en ambientes armónicos, de cooperación y aprendizaje mutuo. Quizá sean inevitables los deslumbramientos entre compañeros, pero sépanlos gestionar. No conviertan su empresa en un perverso Tinder.
Como oyente espero que enderecen el rumbo. Porque esta vez no salvaron el mundo, Radiónica.
Twitter: @juanchoparada
Tik Tok: @juancho_parada