«Solía ser capaz de vender mis proyectos sobre la base de la acción con zombies, y podía esconder un mensaje ahí. Ahora no. Desde el momento que mencionas la palabra ‘zombie’ tiene que ser: Hey, Brad Pitt pagó 400 millones para hacer eso”

Así citaba el portal Espinof al imperecedero director George Romero en una entrevista concedida al portal Indiewire, en donde se quejaba de las dificultades que afrontaba para realizar sus películas en el subgénero zombie a inicios de la década pasada, mientras nos atracábamos con películas y series de cadáveres andantes por doquier, con presupuestos indecentes o paupérrimos según el caso.

Y menciono al titulado “padre” de este subgénero de terror, porque es el referente inmediato para hablar de los mundos post-apocalípticos de esta naturaleza, sentando toda una suerte de códigos narrativos y visuales para describir anécdotas de la supervivencia cuando todo está perdido. Desde La Noche de los Muertos Vivientes (1968), El Amanecer de los Muertos (1978) y El Día de los Muertos (1985), entre otras, inspiraron durante décadas cuentos, series unitarias, videojuegos y películas, en donde los elementos reconocibles permanecen casi inalterables:

Salirse de este esquema no es fácil, a excepción de si lo abordas con mucho sentido del humor, para lo cual no hay nada mejor que relajarse con ejemplos como El Regreso de los Muertos Vivientes (Dan O’ Bannon, 1985), Shaun of The Dead (Edgar Wright, 2004) o la miniserie Dead Set (Charlie Brooker, 2008), por mencionar algunos buenos ejemplos. Del resto, solo si uno goza con el absurdo de tiburones zombies y demás alergias por el estilo, lo cierto es que este subgénero parece haberlo dado todo.

¿Qué aporta The Last of Us?

No soy una persona de videojuegos desde que dejé por allá a finales de los 90 Golden Eye y Mario Karts. En esa medida no soy el más indicado para juzgar el universo impulsado por las empresas Naughty Dog y Sony, quienes confiaron en Neil Druckmann y Bruce Straley para concebir esta aventura lanzada al público en el Playstation 3 en junio de 2013. Para esa época, The Walking Dead ya era un fenómeno de audiencia, se estrenaba Guerra Mundial Z (sí, la de Brad Pitt) y una rareza llamada Warm Bodies (Jonathan Levine). Putrefacción en todo su apogeo. Y no había llegado Z – Nation.

Me parece fantástico que HBO confiara esta iniciativa a Craig Mazin, el premiado creador de la miniserie Chernobyl (2019) por el sello de calidad reflejado en dicha miniserie, con la que comparten el espíritu de destrucción y la ambigüedad en las reacciones humanas. Reconocí de inmediato su estilo con el prólogo de capítulo 1 donde el científico que interpreta John Hannah infunde la paranoia con bastante estilo. Al hacer mancuerna con Druckmann han garantizado a los fanáticos del juego una fidelidad prácticamente absoluta a lo conocido, con una inversión millonaria en localizaciones, efectos especiales, ambientación y música, esta última con Gustavo Santaolalla, también del videojuego, además de varias canciones que seguramente derivarán en una banda sonora de locura en la medida en que liberen más sonidos de finales del siglo veinte (qué pasa con los clásicos de los 2000, ¿no hay?)

Otro punto a favor es el elenco reunido: Pedro Pascal ha estado muy bien asesorado durante su trayectoria actoral. Un auténtico viajero de tiempos y mundos con una inmensa base de fanáticos que van desde Game of Thrones a The Mandalorian de Star Wars. Y la verdad es que borda a Joel, el padre atribulado que debe cumplir una misión suicida al asumir la custodia de Ellie, encarnada por Bella Ramsay. La joven actriz ha asumido con entereza las críticas iniciales de su elección y hasta ahora se aprecia un personaje femenino con mucho carácter. Pero la sorpresa me la he llevado con la inclusión de Anna Torv, quien desde la exitosa Fringe había permanecido discreta hasta su reaparición en Mindhunters.

Con los aspectos anteriores, su notable desempeño en audiencias y el favor de los seguidores del videojuego ¿por qué no se siente novedosa? Aquí no cabe la consideración de si llegó a ocupar el espacio medio dejado por The Walking Dead. La comparación desde esa perspectiva no tiene lugar. Seguramente veremos más películas y series que ricen el rizo hasta la eternidad. Lo que es una verdad es que TLOU no abandona los códigos mencionados, si bien lo hace con total eficiencia. Es posible que tome otros derroteros y sorprenda a los espectadores que no conocían o no les interesa jugar el videojuego solo por “complementar la experiencia”, así como los que vimos TWD no necesariamente leíamos el cómic, tras advertir la necesidad de los creadores de la serie de marcar sus diferencias con el material original para ampliar sus posibilidades narrativas como vimos que sucedió.

Que sea un rotundo éxito dependerá del curso de la historia, porque TLOU tiene material de sobra para saber en lo que no debe convertirse: “una producción cara y sin sustancia” como mencionaba el maestro Romero. Me costará mucho seguirla, pero espero que su fandom valore desde su conocimiento todo el potencial de este nuevo producto para mantenerlos cautivos o mejor vuelvan a la seguridad de la consola.

Próxima semana llega una novedad para el blog. Atentos.

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