En manos de Disney, esta franquicia cierra un capítulo del arqueólogo con más suerte del mundo, con un resultado que va de menos a más.
De niño descubrí la fascinación por los personajes que viven aventuras increíbles, particularmente los cazatesoros o los desocupados reconvertidos en detectives privados. La literatura me trajo a Verne con “Los Hijos del Capitán Grant” o “Viaje al Centro de la Tierra”y a Robert Louis Stevenson con “La Isla del Tesoro”, pero en el mundillo del cómic o tebeo encontré horas de satisfacción particularmente con Tintín.
La estructura de sus argumentos en el que coincidían el crimen con el misterio y la acción me atraparon sin remedio, hasta que la televisión trajo de golpe una escena imborrable de la historia del cine: un corpulento cuarentón huyendo frenéticamente de una enorme roca esférica. El icónico Indiana Jones aparecía en un promocional de una película para ver en un festivo cualquiera de finales de los ochenta. Y con él la sucesión de recuerdos encadena uno a uno el agujero de serpientes, el arca de la Alianza, jeroglíficos, un potente látigo y la deslumbrante escena de los nazis derritiéndose como velas en un horno microondas. Un delirio completo. Todo eso compró mi devoción por el huraño investigador.
La primera película se estrenó hace 42 años. Y, como si se tratara de un designio, el recorrido de su protagonista, interpretado por Harrison Ford, finaliza apaciblemente, tras arriesgar la vida una vez más en una trama que trae de nuevo la obsesión por el poder con los viajes en el tiempo y los nazis…otra vez.
La creación de George Lucas y Phillip Kaufmann junto con la imaginación de Steven Spielberg pasó a manos de un corporativo que no cesa en encontrar nuevas vetas de estos universos que han sabido probar una y otra vez su rentabilidad. Pero con el viejo Indiana hay algo que no termina de cuajar en el mundo de hoy. Sin duda es un pez fuera del agua, y la película “El Dial del Destino”, nos lo restriega en el agua con la presencia de relojes en buena parte de las escenas. Aunque podamos volver en el tiempo este no dejará de avanzar. Y nos debemos adaptar a ello, a lo inevitable.
La tecnología empleada en esta quinta aventura trata de jugar con esa premisa al presentarnos en sus primeros minutos a un Ford rejuvenecido, pero que aún con toda la asombrosa técnica se percibe autómata, inexpresivo, lo que para mí representa una de las fallas de esta entrega. El golpe de impacto de verlo en el presente hace pensar en lo insólito de presenciar a un hombre de avanzada edad huir de matones o correr por el metro sobre un caballo sin que le sobrevenga un preinfarto o una mancha de orines en los pantalones. Pero es el héroe, una especie de Abe Simpson que guarda su energía para un acto final, tras años de esconder su dolor en la infatigable y cansina academia. Y quizá por eso me comí entera mi incredulidad, para comprobar el límite de sus fuerzas.
Claro, varios críticos han expresado que esta cinta es un premio a los fieles seguidores con una contenida enumeración de easter eggs (sorpresas) y escenas que reproducen marcas inequívocas del canon, desde caminar entre bichos y persecuciones a minuciosas clases de historia. Algo desilusionante tras el controvertido despropósito de enfrentarlo con seres del espacio exterior en la cuestionada película previa. Parece que volver por el buen camino fue la instrucción recibida por el director James Mangold (Logan).
A la saga se le une la intrépida Helena Shaw, ‘Wombat’, rol a cargo de Phoebe Waller-Bridge, quien sorprende por la exigencia física que trae consigo esta ladina mercachifle. Y Mads Mikkelsen no se pierde la oportunidad de convertirse en la némesis del arqueólogo, evocando en su aspecto al Mayor Toht de “El Arca Perdida”. La presencia de Antonio Banderas me pareció más circunstancial, al punto que si no hubiera estado la película sería la misma. Y como si se tratara de extraer lo mejor de la trilogía ochentera hasta nos incluyen a un joven Teddy, aunque sin el carisma del inefable Shorty de “El Templo Maldito”.
Como ven, esta despedida no parece sorprender a nadie, porque nos confirma que las primeras tres películas fueron hijas de su tiempo, homenajearon historias más antiguas y cumplieron con su propósito. En la actualidad Indiana Jones ya perdió ese poder. La nostalgia solo nos invade a unos pocos y el día de dejar de vivir del recuerdo tenía que llegar. Aunque no fue la película que esperaba es el mejor adiós a una etapa de mi vida.
¿Y a ustedes, cómo les pareció la última aventura de Indiana Jones?
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