Bienvenidos a la primera parte de mi balance de fin de año en televisión, en una época en la que probablemente menos vi series o producciones con el suficiente poder para cautivarme. Lo que resumiré a continuación es mi perspectiva de lo que vi, al margen de las sorpresas y desempeños de la pantalla chica en la era postpandemia, la cual estuvo marcada por el reciente paro de guionistas y gremio actoral en Estados Unidos, cuyos efectos se sentirán con más fuerza en el 2024.
Hay otras alternativas, eso es evidente, y ni con esa ventaja se puede hablar de LA serie o LA producción que paralizó al mundo. Con el final de proyectos como ‘Succession’ (HBO) o The Crown (Netflix), siguen cerrándose las puertas a una forma de concebir el entretenimiento en pos de placebos que pendieron de un hilo en cuanto a popularidad o expectativa. Tampoco fue un buen año para los documentales de crímenes reales, con casos monótonos o convertidos en vergonzosos docudramas, salvo excepciones como “La Dama del Silencio: el caso de la Mataviejitas”, hecha con un poco más de estilo.
Ahora, me dirán que si “The Last of Us” no hizo lo suyo. Personalmente la sentí como una iniciativa tardía en la galería de universos postapocalípticos, de ahí mi indiferencia a su apuesta. Las bioseries se resisten a desaparecer, pero con cada lanzamiento confirmé que el formato se agota en las mismas estructuras temporales y sin conocimiento del contexto solo queda dejarse llevar por la imaginación de los guionistas. En ese apartado quizá “El amor después del amor” de Netflix –con su excelente cátedra de rock argentino de las décadas de 1970 y 1980- y “Rigo” del canal RCN, se aproximaron a un estándar donde las intimidades y tragedias de sus personajes reales se abordaron con cierta solvencia. Como se lo mencioné al diario El Colombiano, quien me consultó para presentar una perspectiva hace unos días, el capítulo de la muerte del padre de Rigoberto Urán es un ejemplo de planificación, de realización e interpretación que no había visto en una década en dramas nacionales.
La ficción nacional abusó no solo de repeticiones sino de reencauches innecesarios, por lo que solo quedaba revisar alguna esperanza en televisión regional. Quizá destaco la serie producida por Teleantioquia con recursos del MINTIC “El abrazo que no te di”, que centró su dramaturgia en la experiencia del duelo. Por lo demás, todo lo que piensen crear “en favor de las nuevas generaciones” es pura palabrería. Ese vicio se está enquistando en las producciones para plataformas como Prime Video, HBO y Netflix. ‘La Primera Vez’ y “Los Billis” parten de premisas con una jugosa ambientación histórica, pero me chocó la cantidad de coincidencias y lugares comunes entre ambas (de tratamientos, elencos y edición) que me sentí obligado a terminarlas.
En cambio, me llamó la atención la creciente demanda de historias con un importante protagonismo de la discapacidad física o personajes de capacidades diferentes en situaciones hilarantes o riesgosas. Para la muestra la serie argentina “División Palermo” y la chilena “Cromosoma 21”.
Mi escasa afición a los ‘realitys’ y programas de talentos me marginan de opinar sobre los lanzamientos de este año. Mencionar por si acaso que “El Gran Hermano” ha sabido adaptarse para retomar el morbo como estandarte de un desfile de humillaciones públicas que aguantan varilla por dinero, como sucedió con el formato “La Casa de los Famosos”, que el próximo año tendrá su versión colombiana. La versión mexicana superó con creces los cálculos, aunque sus figuras más relevantes ya padecen los estragos de la fama efímera. No tengo nada que decir en cuanto a los realizados por Caracol y RCN, conceptos trajinados por donde se les mire. A ese tren no me volví a subir.
Si hay otras omisiones, no fueron todo el tiempo deliberadas. Fue un año en el que el poder inmersivo de las plataformas se vio mermado, ya nada gusta, por lo que para muchos la solución fue refugiarse en los clásicos. Probablemente ocurrirá igual en el 2024.
Próxima semana, mi balance del cine en el 2023.
Issa Raye en final de temporada del podcast Radiodistractor
Una promisoria carrera es la que se vislumbra al apreciar el trabajo musical de Issa Raye, colombiana radicada en Los Ángeles (Estados Unidos). Su sencillo “Beautiful Mess”, el cual cuenta con la participación de Zenia Bushward, ex vocalista de Justin Timberlake, evidencia sus pretensiones de cautivar al público angloparlante, sin olvidar sus raíces en ese proceso. Con ella conversamos en este último capítulo de la temporada 2023 de Radiodistractor, el cual volverá en febrero de 2024 con nuevos invitados.
A Issa Raye la pueden seguir en su Instagram @issaraye
juanchopara@gmail.com
X: @juanchoparada
You Tube: @juanchoparada
www.juanchoparada.com