Está muy lejos de ser mi programa favorito o uno que haya seguido con asiduidad. No obstante, me llama la atención el teflón que se gasta este formato, el cual mezcla convivencia con concurso de destrezas, ya sea en destinos exóticos o enormes sets en Cundinamarca, con famosos o con deportistas, con Margarita Rosa o con Andrea Serna, que fácilmente pudo acabar hace tiempo, ahora cumpla veinte años con el estreno de una nueva emisión este lunes primero de abril.

Los colombianos, ambiguos en tradiciones televisivas, encontraron en la oferta del Canal Caracol un hábito que fueron cultivando bien sea por abulia, revancha hacia la competencia o bien por simple curiosidad de citarse diariamente a partir de las 8:00 p.m. a admirar toda suerte de cuerpos ejecutando pruebas que se debaten entre la exigencia física, lo absurdo o lo pueril.

Atrás quedaron las épocas de la Playa Alta, Media y Baja, con nuestras estrellas del show business criollo durmiendo a la intemperie, lagañosas y descuidadas luchando por el beneficio de un descanso más placentero. Pero más lejos aún queda el origen de todo esto: la Expedición Robinson, que vino a ser nuestra versión del Survivor estadounidense, en el que vimos a personas del común apartadas del mundo esperando a eliminarse unas a otras. Ese apetito de circo, morbo a rabiar y exhibición innecesaria de nuestras peores actitudes es una marca del nuevo milenio, tan así que el programa original emitido por la CBS ha emitido en casi cinco lustros 46 temporadas (la última en con toda clase de subtítulos. Absolutamente incombustible.

Caracol decidió apartarse en parte del concepto gringo y establecer sus propias reglas en el llamado Desafío 2004: La Aventura, con el enfrentamiento entre Celebridades, Supervivientes y Retadores, entregándonos a un ‘Pibe’ Valderrama luchando codo a codo con reinas de belleza como Paula Andrea Betancurt, ganadora de esa primera versión. Y en adelante, cada versión aceitaba la fórmula de las rivalidades entre equipos, destinos exuberantes, salvaciones, fusiones y el consabido final con un premio millonario. Sin olvidar la importancia de un buen hilo conductor: la presentación. Aquí le cabe mérito a la recordada ‘Gaviota’, Margarita Rosa de Francisco, conductora en gran parte de las emisiones, cuyo testigo lo recogió tiempo después la presentadora Andrea Serna, quien mantiene dicha posición hasta el día de hoy (omito otros presentadores que no estuvieron sino en una o dos emisiones).

Desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente ¿Qué es lo que contiene este caldo que mantiene la fidelidad de una parte de la teleaudiencia y la aparta de otras alternativas? Son tan variados los factores que sería injusto destacar uno de ellos: desde el ser una opción en zonas donde con dificultades se recibe la señal, a los estudios de mercadeo que destacan a Caracol como una marca predilecta, percepción que se afianza en varias regiones del país. Los primeros años pudo ser una novedad, y personalmente aprecié aquellos momentos donde grabaron en países remotos o en parajes poco aprovechados del territorio nacional, pero desde el 2017 en adelante el formato con personas ‘superhumanas’ me pareció anodino, como si se tratara de una excursión al extinto ‘Bosquechispazos’. Claro está, la debilidad de RCN en cuanto a posicionar formatos de esta naturaleza es parte del éxito que ha mantenido Caracol, quien no parece inmutarse ante el terreno ganado por la ya cuestionada ‘La Casa de los Famosos’. Y ya nos queda claro todo lo relacionado con cuerpazos, intríngulis y demás elementos de enganche propios de este programa.

Desafío XX – Instagram Desafío Caracol

¿Es un buen ejercicio de entretenimiento o más bien ‘embrutecimiento’ velado? Las quejas frecuentes a la Defensoría del Televidente del canal se resumen en una cantaleta sobre la sexualización de los cuerpos de los participantes o los comportamientos indebidos cuando les mezclan alcohol y los empujan al romance en momentos donde no se caen de estructuras de tres o cuatro metros de altura o se tuercen un pie. Y eso, si el asunto no se trata de cuestionar la participación del público en votaciones de diversa índole. ¿Es ‘El Desafío’ un programa familiar? ¡Tanto como sentarse con la mamá y el abuelo a ver Game of Thrones! Y me perdonan la comparación, pero si la propia experiencia del formato ‘reality de convivencia’ incluye ingredientes tumultuosos como coqueteos, escándalos, relaciones sexuales, insultos y palabras altisonantes no pueden esperar ‘educación’ o ‘aprendizajes’. La televisión es un negocio basado en el espectáculo, así que sin show no habría programa. Y el del ‘reality’ no es precisamente baratísimo, aunque comparado con el de una telenovela seguramente pierde mucho menos.

Ahora que llega a las dos décadas ya sabe contra quién juega y no me refiero al Canal RCN, sino a las nuevas costumbres impulsadas por internet, las redes sociales y el ‘streaming’ que, no negaremos, sí han hecho mella en las mediciones. Obsoletas o no, son clave en una de las fuentes más importantes de ingresos en el modelo de pauta publicitaria en horario prime en una pantalla, y aunque está en franca caída en la actualidad, los canales seguirán aprovechando esa fuente hasta que se seque. Algo de estrategia digital para impulsar conversaciones y mantienen a flote el interés.

Desde luego, no veré este tomo número veinte del programa insignia de Caracol, pero quería someter a su juicio las razones que mantienen a este formato en el radar de la gente. Por más perverso que sea su resultado en esta oportunidad y más allá de las consideraciones anteriores, ‘El Desafío’ continuará siendo redituable sin exigir más a sus espectadores, que ya están preparados a recibir lo que traigan. Si usted es fanático ¿Por qué lo sigue viendo? Si lo seguía y perdió motivación ¿Qué lo provocó? Y si nunca le ha llamado la atención ¿qué señalaría como otras causas, además que no sea lo que busca o no se alinea a sus intereses?

Próxima semana: especial con una serie que he estado esperando desde su anuncio en el 2022: Ripley, creada por Steven Zaillian, ganador del Óscar al mejor guion adaptado por ‘La Lista de Schindler’, quien retoma la novela de la escritora estadounidense Patricia Highsmith, esta vez en formato serie y con el reclamo de Andrew Scott encarnando al viejo Tom. El 4 de abril es su estreno en Netflix y deseo comentarla para un podcast o un en vivo. Interesados pueden escribirme y participar. ¿Nos hará olvidar las versiones anteriores, incluida la película de 1999 de Anthony Minghella?

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