En estrenos de cine continuamos entre una sobredosis de nostalgia, revalidando la originalidad de las películas que dan lugar a secuelas, precuelas o reinicios, y la fascinación que despierta el mal, como si no tuviéramos suficiente con la fetidez circundante. ¿Qué tenemos en esta oportunidad?
El retorno de Tim Burton y Beetlejuice
En otras manos este personaje bien pudo ser un abyecto ser de las tinieblas que sería como mínimo fuente de pesadillas infantiles. Pero con Tim Burton hablamos de ‘irreverencia gótica’, por llamarlo de algún modo. La seriedad que supone la cuestión sobre el más allá acá adquirió un tono y una estética con la que es difícil rendirse: ‘espíritus’ mutilados, calcinados o deformes que inician su peregrinación al viaje de no retorno, un payaso con un traje a rayas inundado de bichos y ansioso de caos o serpientes gigantes devora almas son solo algunos de los elementos que hicieron icónica ‘Beetlejuice’ (1988), un torrente de imaginación que cuenta con los elementos reconocibles de la filmografía del norteamericano: personajes extraños ajenos a su realidad, un horror divertido y triste a la vez armado del suficiente humor negro para sumergirse en la batalla entre vivos y muertos.
36 años después, por la razón más o menos comercial posible, el caso es que retorna parte del equipo original para contarnos una nueva historia en el presente, y es ahí donde empiezan las comparaciones. Personalmente me cuesta trabajo estos ‘revivals’ que tratan de ubicar a los personajes de una producción original en la actualidad, pues la mayoría de las veces fallan en ubicarlos con vidas más o menos decorosas, que no tienen empacho en traicionar la psicología planteada en su predecesora y crean nuevos personajes que al final no aportan nada a la trama o al ‘canon’ como le dirían hoy (ahí te hablan ‘Betty la fea’). No obstante, a pesar de estas incongruencias, ‘Beetlejuice, Beetlejuice’ sostiene algo del encanto burtoniano con nuevos matices a la pesada burocracia del más allá (extrañando a Sylvia Sidney), un Michael Keaton pletórico en el papel más extravagante que ha hecho, aunque parece más contenido, como si pensara que lo que va a decir ofenderá a alguien. A pesar de ello se divierte tanto en este sainete como lo hace Catherine O’ Hara (Delia Deetz), las mejores apariciones del visionado, a lo cual se suma una puesta en escena que, como era de esperarse, es una bandeja de guiños a su película madre, incluyendo la música de Danny Elfman o las secuencias estrafalarias de baile.
A la que sentí más desubicada fue a Winona Ryder, no me creí su evolución como investigadora de fenómenos paranormales, la aprecié como una parodia de sí misma. La imaginaba más como una escritora amargada o bien sarcástica, pues si conserva su peinado desde la adolescencia es prácticamente posible que conserve rasgos de su personalidad juvenil. Su arco argumental con las dificultades con su hija ya es un tópico gastadísimo que resolvieron en un santiamén, como muchos eventos de la historia. Aún si se trata de un absurdo alguna coherencia narrativa debe sostener el planteamiento y acá los acontecimientos sufren más de un exceso de edición que de un guion debilitado. Mónica Belluci, hermosa e imponente, no fue una amenaza en ningún sentido, así como el chico fantasma que toma del pelo al personaje de Astrid, interpretada por Jenna Ortega, de paso una razón por la cual hubiera preferido que Lydia fuera soltera.
En suma, este fantasmal retorno se lo pueden ahorrar si les parece que la primera pintó bien y bonito, pero si van a los cines tampoco arruinará su buen recuerdo, pues al menos el mismo director se mantiene al frente del barco. Totalmente aguantable, merece que le vaya bien por la obra de Burton, cuya huella es imperecedera.
¿Cómo cazar a un monstruo?
Bastante repulsión ha causado el comportamiento de los hombres en fechas recientes. Si el caso de Gisèle Pélicot en Francia no los ha perturbado lo suficiente, esta historia que cuenta en tres episodios el documentalista español Carles Tamayo le sigue en el tono de aberración, agregándole además el desconcierto por la torpe actuación de las autoridades de su país. Pues bien, la cacería es a Lluis Gros Martin, un hombre con apariencia de venerable anciano, quien lleva décadas de delitos sexuales a sus espaldas y, aún con una sentencia proferida, había evitado la cárcel apelando a todo tipo de maniobras dilatorias y contando con el favor de la burocracia judicial. El cómo lo hace convierte a esta serie documental de tres capítulos en la sensación en su país de origen, por su atrevimiento, los límites que cruza y el resultado final. Disponible en Prime Video.
‘De noche con el diablo’
Los hermanos australianos Cameron y Colin Cairnes pasan a engrosar la lista de parejas familiares detrás de cámaras que buscan impactar con propuestas cinematográficas arriesgadas, con un tono clásico en su forma, pero con el firme convencimiento que no pasarán inadvertidas, tal y como les ocurrió a sus coterráneos, los Phillipou, con ‘Talk To Me’ (2022). ‘De noche con el diablo’ la han definido como una experiencia que evoca el fervor por lo sobrenatural de la década del setenta y se une a la racha de éxitos del 2024 en materia de terror que esperan aterrorizar a la audiencia. Nuestro colaborador Doctor Movie, estuvo en la premier y comparte con todos nosotros su perspectiva de este estreno, disponible desde este 12 de septiembre en salas nacionales.
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