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Primera advertencia: ¿Spoilers? ¿De qué? Ya me tienen hasta la madre con advertencias de diversa índole so pena de destriparme. Ingenuo el que cree que puede aislarse del mundo con su serie favorita y evitar las noticias ¡Sí, este diario publicó lo sucedido en Game of Thrones a los diez minutos de finalizado el capítulo del pasado domingo! Señoras y señores: las producciones también son negocio, y uno muy jugoso es el que proviene de la publicidad que alimentan las conversaciones sociales (con o sin la provocación de arruinarle el día a otro fanático). Esa es la experiencia de las producciones con calidad: despertar la opinión, la curiosidad, el debate.

Pasó con el final literario de Harry Potter (fue portada de diarios impresos) y pasará con el final de The Walking Dead y la serie inspirada en los libros de George R.R. Martin. Sean fenómenos de audiencia y crítica o no, alguien te las va a contar, así que no se flagelen con el secreto ni le impongan a otros el veto del silencio, porque si algo caracteriza las series de hoy en día es la sensación de comunidad que conforman, algo que no pasa con la televisión colombiana actual.

Dejando de lado este aporte al spoiler, está claro que lo sucedido en la serie de HBO no era una sorpresa con payasito adentro ¡Casi que era lo más obvio que podía pasar! Tomando en consideración que el final de la historia (aunque imaginado) no está escrito y al alcance de todos, el cliffhanger de la quinta temporada se resolvió prácticamente como se había predicho: «una resolución superficial» como lo catalogó el New York Times y «falta ver si fue una buena idea» mantenerlo con vida, como lo expresa el portal español especializado en series Vaya Tele. El verdadero juego está con los televidentes y al parecer esta batalla la ganamos con la ansiedad de ver con vida a este querido personaje, imaginando esta vez las consecuencias de su regreso al mundo de los vivos.

En realidad este truco de traer a la vida personajes que desaparecieron en medio de la trama de una serie debe verse con aplomo: es una estrategia descarademente efectista, se debe a la popularidad de un personaje o el dinero (que suele resumir todas las anteriores)

¿Tendría sentido revivir a Darth Vader en el reciclaje de Star Wars? Quizás no, pero su presencia impregna esta «continuación». En la historia del cine y la televisión existen personajes así, con la suficiente fuerza que desestabilizan los arcos originalmente planteados cuando desaparecen, lo que obliga a restituirlos y a exigir del espectador casi un acto de fe para comprender su vuelta a la trama. Especialmente es una virtud de los antagónicos. Son los buenos villanos, cuyo castigo casi al final de las historias a veces suele convertirse en un hábil ardid para reaparecer y consumar su venganza.

¿Hubieran dejado morir a Luisa Lane en la versión de Superman de 1978 de Richard Donner?

 

Fue casi la misma solución con la muerte de Brian en Family Guy

Y en ese orden de ideas hasta el regreso de Soraya Montenegro en la curtida telenovela mexicana María la del Barrio fue un as bajo la manga, motivado en parte por la reacción del público ante su abrupto primer desenlace.

¿E.T debía morir o fue solo la sensiblería de Spielberg la que convirtió en super cliché el efecto «el poder del amor, la amistad, las conchas de nácar y pistolas de agua…»

Otros ejemplos de la televisión los pueden encontrar acá (que no todas son geniales sino absurdas) y del cine en este blog

Desde luego, no podía dejar de decir algo frente a la otra resurrección de la semana: la del tercer canal. Sigue la Revista Semana en su cruzada ToCoNetflix (como si fuera el enemigo a vencer) pero en esta ocasión me leyó la mente con su titular del día de hoy ¿Tiene sentido un tercer canal en este momento? Con los fluctuantes estados financieros de los poderosos como Televisa (un posible pujante) y los intereses puestos en acaparar más la creciente demanda de espectadores adictos al streaming, el tercer canal es más un pañito de agua tibia que evidencia una vez más nuestro atraso y la manipulación del negocio por parte tanto de los canales dominantes como de los gobiernos de turno.

Los contenidos actuales en la televisión abierta son menos que nada y si bien la publicidad se considera un aliciente, aún sale costoso pautar en un medio que no ha sabido reinventarse. Peor aún: ¿tiene sentido invertir en toda la parafernalia de un canal cuando los contenidos más consumidos ni siquiera los hacen profesionales y cuestan muuuuchísimo menos?

Sea como sea, cuando llegue el «esperadísimo» tercer canal prepárense para una ola de refritos que ya existen en dispositivos tipo Netflix, Amazon o Blim. You Tube anunció su incursión en el negocio  al que llamará Unplugged, y es el que puede patear el tablero, pues no solo cuenta con infinidad de contenidos sino que además paga a sus creadores y,  si quiere, puede armarse de una parrilla de series y documentales con un lenguaje propio de esta época y con las figuras de hoy al precio que le pongan, a ver, ¿cómo compiten contra eso?

Más allá de los estudios de factibilidad, viabilidad y mercado, el tema es la realidad actual y la visión de futuro. Ese dinerito que le van a meter a un tercer canal bien pueden invertirlo en la formación de creadores y patrocinar contenidos locales que puedan circular en cualquier plataforma. Olvidémonos de concursillos de cantantes o cocineros, falsos discursos ideológicos con guerrillonarconovelas, o «comedias familiares» en un horario para insomnes. El público de hoy exige contenidos más sensatos y sin ambigüedades. Hay que competir en la carrera correcta.

@juanchoparada

juanchopara@gmail.com 

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