Una de las lecciones más sabias
que he recibido en mi vida es aquella de aprender a «sentir» una historia
emocionalmente. Me la proporcionó Patricia Highsmith, la gran escritora
norteamericana que sabe perfectamente cómo llevarte de un extremo a otro de las
emociones humanas en sus obras. Pues ese mismo efecto, aplicado a la lectura, se acomoda sin prejuicios al el cine o la televisión. Y creo que los recientes
estrenos en la televisión nacional – El Laberinto (Caracol TV) y La Mariposa
(RCNTV)- son ejemplos perfectos de una auténtica insensibilidad.
Ese vacío no es gratuito para mí
como espectador ávido de tramas contundentes por muy sencillas que parezcan.
Esa, por ejemplo, era la virtud de La Mujer del Presidente, la precuela de El
Laberinto. Una serie que partió en dos la manera de hacer televisión en el país,
que estremeció las fibras de muchos sin
depender de exuberantes locaciones o pasmosas secuencias de acción. Su éxito
fue una mezcla acertada de dirección, actuaciones, ritmo, libreto pero
definitivamente fueron las tramas y subtramas asociadas a la impunidad, la
realidad de las cárceles colombianas, la inoperancia de la justicia, la
bisexualidad y el VIH SIDA en estratos altos entre otros las que la distinguieron del promedio. La honestidad en su tratamiento la convirtieron en objeto de culto y de lejos es, si no el
primero, uno de los cinco mejores aciertos televisivos en la historia nacional.
Todo ese bagaje ¡desapareció en
su continuación estrenada hace dos semanas! Mis reparos frente a la necesidad
de esta continuación se vieron confirmados uno a uno, y el rating (alma de este
negocio sea que te metas o no con un clásico) terminó por hundir este fallido
intento de suspense siglo XXI que, a mi juicio, desde el capítulo uno es un
curioso esfuerzo por parecer un capítulo de la serie 24, de FOX, más
exactamente la primera temporada. Robinson Díaz no es Kiefer Sutherland pero poco le falta para acribillar
delincuentes y saltar puentes.
El nuevo planteamiento de por sí
no se coge con pinzas: ¿era necesario esperar 15 años exactos para acometer una
venganza contra Carlos Alberto Buendía? ¿Por qué no a los 5, 6 o 7 desde que
(alerta spoiler) es absuelto de la muerte de Susana de Acero?
Ahora, los vertiginosos
movimientos de cámara, su estilo cine, el salto de una escena a otra hacen a El
Laberinto un producto artificioso más que contemporáneo. Ni los personajes
jóvenes la hacen lucir tantito moderna. Bien preciso es el dicho «aunque la
mona se vista de seda, mona se queda» No puedo comerme entero esa petulante
visión farandulera que habla de una producción «grabada en alta definición» o «en
siete países» como una joya de la industria nacional.
¿Qué llaga está
tocando esta vez? ¡Ninguna! No hay un tema que conecte con el público. No hay denuncia. Poco interesa si Buendía y su familia están en riesgo, por más que la amenaza de muerte
sea algo real y cotidiano. Falta algo que la vincule a nuestra coyuntura, que
le diera base tal como ocurrió con su predecesora, y no quedarse únicamente en
un psycothriller. ¡Ah! Sin mencionar que me ofendió gravemente la «resurrección»
de Robin, el entrañable personaje construido por Cristina Umaña…Ojo, Caracol…compré
el DVD.
Si esta es la versión final
dejada por Mauricio Miranda (QEPD), libretista de la primera parte junto con
Mauricio Navas, pues no es el mejor de los homenajes a su memoria.
Y así como la clase de suspense
parece reprobada en el canal del molusco, La Mariposa no es justamente la
alumna modelo. Abarrotada de clichés del mundo del narcotráfico y la
delincuencia que ya nos endilgan por doquier, la novedad de los intríngulis del
lavado de activos se queda corta ante la total ausencia de dramaturgia. Las
actuaciones más planas del año las he visto acá, y los conflictos planteados (como
el de la delincuente que lleva una doble vida) me los sé de memoria. SI
seguimos así seremos la nueva fábrica de narcohistorias donde solo copiamos
acá, pegamos allá y tenemos la misma carne pero con otro aderezo.
Michel Brown no aporta nada a su
personaje de policía «indispensable». María Adelaida Puerta reencarna a Catalina
si hubiera ido a la universidad (o a una Perrys glamorosa, elijan ustedes) Y el peor
acierto de lo visto es recurrir a Jimmy Bernal como el eterno gringo al que se
puede echar mano para darle algo de verosimilitud a un cuerpo élite de
investigación en Miami… ¡Fatal!
Un detalle: es llamativo que para estructurar este adefesio recurrieran a una investigación del siempre polémico comunicador Gerardo Reyes (hoy en las filas de Univisión), uno de los más acérrimos críticos del gobierno anterior al cual RCN le rinde aún pleitesía.
Me huele que la DIAN
(Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales) pondrá capítulos de esta serie
en los aeropuertos pues pasa por un docudrama abecé de este delito, perfecto
para colegios o cárceles colombianas, pero no para una historia de acción y
romance en horario estelar.
En definitiva, para los que me
leen, incrementaré mis horas de lectura. Los dos primeros estrenos del 2012 en
ficción me obligan a ello una vez más.
Sígame en twitter @juanchoparada
yo tambien me estoy viendo el laberinto y no le he encontrado esa chispa que si tenia la mujer del presidente, no he entendido bien la historia, se supone que susana de acero revivio en la buenona que la interpreta o wtf?? además si querian revivir a robin lo lógico y respetuoso hubiera sido que la interpretara la misma cristina umaña, en fin hasta ahora no digo que sea mala, pero me distraigo en otras cosas y no la acabo de ver, no atrapa, la de rcn si no, muy mala, la única razón para verla es maria adelaida que esta mñas buena que volverlo a decir
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