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¿Auténtico cambio, condescendencia o una descarada estrategia de corrección política? El triunfo de la película coreana ‘Parásitos’ despierta toda clase de incógnitas, tras imponerse sorpresivamente a la triunfadora de galas precedentes, ‘1917’, y vencer en el mismo terreno a maestros de la talla de Scorsese o Tarantino.

Hay un hecho incontestable y es que desde que se fundaron los premios que otorga la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas se supone que exaltan, en principio, a la industria audiovisual estadounidense. Por el camino alguien le colgó el milagro de que Hollywood es “La Meca” del cine (un mote con veneno), y desde entonces se asume que, a fuerza, es el destino al cual todas las películas del mundo deben llegar para obtener mayor reconocimiento.

En esa medida, como el cine norteamericano nos invade sin cuartel desde hace más de un siglo, pues nos suena justo que la situación se produzca a la inversa, aduciendo razones de diversidad en el mismo país y el espejo que debe dar cuenta Hollywood de la realidad del mundo. Por eso sonaba a anquilosamiento si triunfaba una película bélica como ‘1917’ o un “desperdicio” reconocer a Tarantino por una película probablemente menor en ambiciones que su fulgurante ‘Pulp Fiction’, sin mencionar el escozor que probablemente genera en los académicos la sola idea de un Netflix dominando el panorama con un caballote de Troya como lo es el señor Martin Scorsese.

Si la intención es ratificar al Óscar en el radar del mundo cinéfilo, comencemos mejor por pensar si es viable crear un verdadero premio global, con ceremonias en diversos destinos del mundo y con la anuencia de lo más representativo en cuanto a gremios de actores, directores, productores, escritores, críticos y demás para postular lo realmente valioso de cada año ¿Inimaginable? Bueno, entonces no pretendamos que Hollywood y su corte deben dar muestra de benevolencia o buen criterio cuando, a final de cuentas, ellos pueden hacer lo que se les dé la gana como voceros de su industria por muy vitrina y dominio que ostenten. ¿O el plan es hacer películas que seduzcan únicamente a los gringos e ingleses? En ese caso dediquen esfuerzos a conocer muy bien cómo es el negocio del lobby y luchar porque cada película alcance el prestigio suficiente para costearlo. ¿Tampoco? A donde quiero llevar esta reflexión es a hacer mejores historias, a emplear todos los recursos que tenemos a la mano para conquistar ahí sí al planeta, no solo a los más poderosos.

El domingo…

La conquista la abriría la película francesa ‘La Gran Ilusión’, del magnífico Jean Renoir en 1937, al ser nominada simultáneamente como mejor película en habla no inglesa y mejor película, pero en 1969 el director griego Costa-Gavras repetiría la hazaña con su película ‘Z’, sumadas a tres categorías más para un total de cinco candidaturas.

Otros grandes directores internacionales estuvieron a punto de lograr lo de  Boon Joon-ho, aunque su maestría fue reconocida en más de una ocasión. Vittorio de Sica ganó cuatro veces el Óscar por mejor película extranjera por las cintas ‘El Limpiabotas’, ‘El Ladrón de Bicicletas’, ‘Ayer’, ‘Hoy y Mañana’ y ‘El Jardín de los Finzi-Contini’René Clement también haría su parte con sus dos premios por las películas ‘Demasiado Tarde’ y ‘Juegos Prohibidos’. El gran Federico Fellini igualó el récord de De Sica por los premios otorgados a ‘La Strada’, ‘Las Noches de Cabiria’, ‘8 1/2′ y ‘Amarcord’. España también rascó notoriedad con Luis Buñuel, quien conquistó Hollywood con ‘Tristana’, ‘El Discreto Encanto de la Burguesía’ y Ese oscuro objeto del deseo. 

En los setenta el dominio fue primordialmente sueco e italiano. En 1971 la película de Jan Troell, ‘Los Emigrantes’ nos solo fue nominada a mejor película extranjera ese año. Tal fue su éxito que volvió a las quinielas en la ceremonia del año siguiente y fue considerada como Mejor Película junto a tres categorías más. Toda una extravagancia que creo no se ha repetido. ‘Gritos y Susurros’ de Ingmar Bergman (1972) estableció una nueva marcación con cinco nominaciones, enfrentada al éxito comercial de ‘El Exorcista’ (William Peter Blatty, 1973) y a la ganadora ‘El Golpe’ (George Roy Hill, 1973). Bergman ya había ganado previamente en dos ocasiones con las películas ‘El manantial de la doncella’ y ‘A través de un espejo’.

La década siguiente trajo una singularidad: el rotundo éxito de ‘El Último Emperador’ (1987), una superproducción de China, Francia, Reino Unido y Francia, dirigida por el italiano Bernardo Bertolucci, que arrasó en la edición de 1988 llevándose nueve premios Óscar. Desde luego, no compitió en la categoría Película en habla no inglesa.

En la década de los noventa, el cine italiano volvió con fuerza con ‘Il Postino’ (Michael Radford. 1994), logrando cinco nominaciones incluyendo Mejor Película, aunque no Mejor Película en habla no inglesa. Solo tres años después ‘La Vida es Bella’ (Roberto Benigni, 1997) encantaría nuevamente al Tío Sam, y con seis nominaciones más a cuestas disputó la categoría de Mejor Película nada más y nada menos que contra ‘Titanic’ (James Cameron, 1997). Se llevó a casa tres, incluyendo una a Mejor Actor, en un momento bastante recordado en la historia de la ceremonia.

En el nuevo milenio casos como ‘El Tigre y el Dragón’ (Ang Lee, 2000), ‘Amour’ (Michael Haneke, 2012) y ‘Roma’ (Alfonso Cuarón, 2018) aportaron su respectiva cuota, con la doble nominación, sin olvidar el logro del director iraní Asghar Farhadi, ganador en dos ocasiones del Premio Óscar por las películas ‘Una Separación’ y ‘El Cliente’. Hoy, ‘Parásitos’ deja  su huella con absoluta firmeza en un terreno aparentemente vedado. Nuevamente tenemos una película de la cual hablaremos por mucho tiempo.

‘Plus One’, el debut de TNT Original

Reinventar la comedia romántica, que encontró su molde en la década de los 80 con John Hughes a la cabeza y una década después sembró tantos recuerdos en manos inglesas (Richard Curtis) o norteamericanas (Nora Ephron, Nancy Meyers, entre muchos otros), puede resultar un salto al vacío sobre un acantilado de piedras filosas. En el siglo XXI el amor suena a pavoneo para subir fotos en redes sociales, las posibilidades se multiplican con un mínimo de compromiso y aumenta el estrés por hallar “la persona correcta”. Con la cercanía de San Valentín, fecha que no suele aplicarnos, resulta conveniente el debut de ‘Plus One’, la primera producción original de la productora Particular Crowd del emporio de medios Turner, que inicia así su difusión de contenidos propios con una apuesta firme por narraciones y estéticas de calidad a través del canal TNT bajo la sombrilla TNT Original. 

¿Qué nos encontramos? Una historia contemporánea que aborda al mismo tiempo al menos tres problemáticas: la amistad entre hombres y mujeres, la fragilidad de las relaciones y las segundas oportunidades. ‘Plus One’, protagonizada por Jack Quaid (Hunger Games), hijo de Meg Ryan y Dennis Quaid, tenía que rebuscar en los genes simpatía como galán despreocupado, a lo que se suma, casualmente, un componente racial con la singular amistad que sostiene con Alice (Maya Erskine) de rasgos asiáticos y humor negrísimo, con quien acuerdan un recorrido -muy a lo Hugh Grant en ‘Cuatro Bodas y un Funeral’- para conocer personas a cuanta boda los invitan (porque eso sí, de abundancia de fiestas matrimoniales no se podrán quejar en Estados Unidos, debe ser la cercanía del fin del mundo).

Los directores Jeff Chan y Andrew Rhymer se cuidan en escarbar más allá de la desilusión de regresar a casa sin conseguir un teléfono o navegar en polémicas alrededor de las relaciones abiertas para conformarse con la inquietud de si una pareja de amigos de sexos opuestos creen o no que han tenido siempre al verdadero amor frente a sus narices. Muchos no estarán de acuerdo en el retrato que hacen, pero se puede garantizar un rato entretenido y con diálogos ocurrentes. Se estrena el 17 de febrero a las 10:00 p. m. en toda Latinoamérica, y cada semana podrán ver un estreno diferente.

juanchopara@gmail.com

@juanchoparada

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