En septiembre de 2015 Colombia se unió a un grupo de países que, bajo el liderazgo de Estados Unidos, reforzarán las misiones de paz de Naciones Unidas en los próximos años. De acuerdo con el presidente Santos, Colombia enviará hasta 5000 miembros de las Fuerzas Armadas para apoyar a la organización internacional, quienes tendrán dos misiones principales: compartir el conocimiento adquirido en la lucha contra el narcotráfico y los grupos irregulares, y reforzar el pie de fuerza en las futuras misiones.

El salón del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Foto: Sebastián Bitar

Curiosamente, al mismo tiempo que Colombia se prepara para participar en misiones en el extranjero, la ONU aceptó en 2016 apoyar la verificación del desarme de las FARC, por lo que una misión de ese organismo, apoyado por la CELAC, estará probablemente presente en el proceso de terminación del conflicto con ese grupo armado. Sin duda, el apoyo de Naciones Unidas al proceso le da un respaldo muy importante, en tiempos en los que algunas fuerzas políticas en Colombia buscan su fracaso.

La participación de Colombia en misiones de la ONU también está ligada estrechamente con la terminación del conflicto. Hasta ahora las fuerzas militares y de policía de Colombia se han concentrado en combatir los problemas de seguridad pública, principalmente en el contexto de la lucha contra las Farc y el narcotráfico. Esto ha producido unas fuerzas armadas altamente calificadas para las guerras asimétricas e irregulares, con un conocimiento muy avanzado en tácticas como la guerra en alta montaña, los operativos nocturnos, operaciones de rescate de secuestrados, etc.

Para el escenario del posconflicto, las fuerzas armadas establecieron un plan de diversificación de sus áreas misionales más allá de la guerra irregular y la seguridad pública. Entre estas áreas nuevas se encuentran la defensa nacional contra amenazas externas convencionales, la seguridad ciudadana, el cuidado del medio ambiente, la atención a la población en caso de desastres naturales, la promoción del desarrollo local y la participación en misiones internacionales, incluyendo las misiones de paz de Naciones Unidas.

Sede de las Naciones Unidas. Foto: Sebastian Bitar

El tipo de misiones de paz a las que se unirá Colombia es diferente a las tradicionales operaciones de mantenimiento de paz. Las primeras operaciones de las
Naciones Unidas tenían el objetivo de garantizar el cese al fuego entre combatientes; en contraste, las misiones actuales tienen elementos de estabilización, recuperación de la seguridad y garantía de protección a la población civil. En muchos escenarios de conflicto, el establecimiento de la paz no depende solamente de la voluntad de los combatientes, sino que es necesaria una construcción institucional que garantice el acceso a derechos a los ciudadanos y la prevención de los conflictos. En el caso de Haití, por ejemplo, la colaboración internacional para el mantenimiento de la paz requiere el fortalecimiento de las fuerzas militares y de policía, la institucionalización de la justicia y la consolidación de las instituciones democráticas. La misión en Sahara Occidental tiene el objetivo de supervisar la realización de un referendo independentista de esta región con respecto a Marruecos. En Mali, la misión de paz de Naciones Unidas busca estabilizar la zona en conflicto, proteger a los civiles, apoyar en la reconciliación nacional, restablecer la autoridad de las instituciones estatales y garantizar la protección de los derechos humanos.

Colombia ya está aportando conocimiento en diferentes países de América Latina como Honduras, Guatemala, El Salvador, Panamá, México, Ecuador y Perú, y en algunas misiones de la ONU, como la Minustah en Haití. En estos países se encuentran ya soldados y policías colombianos ayudando a entrenar las fuerzas armadas locales a partir de la experticia colombiana en misiones contra el narcotráfico y grupos irregulares y criminales. Además, la cooperación colombiana en materia de seguridad a estos países se extiende a acciones contra el lavado de activos, interdicción, patrullajes marítimos y fluviales, fuerzas especiales, inteligencia y consolidación institucional. En la mayoría de los casos no se cuenta con el respaldo de Naciones Unidas, sino con el apoyo de Estados Unidos o de los países receptores.

Sede de las Naciones Unidas. Foto: Sebastián Bitar

Con esta experiencia, Colombia busca aportar a países de otros continentes en temas similares, de acuerdo con los mandatos de la ONU. Muchos de los conflictos actuales tienen componentes de guerra irregular y asimétrica, y los combatientes tienen acceso a recursos provenientes de actividades ilegales. La apuesta del Gobierno colombiano es trasmitir la experiencia colombiana para que ayude a generar condiciones de paz en esos conflictos y permita una respuesta efectiva contra el tráfico ilegal y otros fenómenos delictivos trasnacionales.

Con las próximas misiones de paz de Naciones Unidas y las misiones actuales en más de 10 países, Colombia se está convirtiendo en una fuente de cooperación internacional en materia de seguridad. El reto es mayor si se piensa que el objetivo de nuestros soldados no será solo verificar acuerdos entre combatientes, sino ayudar a construir instituciones, proteger a los civiles, estabilizar zonas en conflicto y establecer las condiciones para la construcción de paz.

 

 

 

Nota: Este texto fue publicado originalmente en la revista Tribuna, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes