Desde el año 2011 (Resolución 65/309 de 2011), la Organización de las Naciones Unidas invitó a los Estados Miembros a tomar medidas para que sus políticas públicas reflejaran la importancia de buscar la felicidad y el bienestar de las personas. A partir del 28 de junio de 2012, se proclama el Día Mundial de la Felicidad buscando, además, que el crecimiento económico sea más inclusivo, equilibrado, sostenible, y que permita la reducción de la pobreza y la desigualdad, lo que se reflejaría en el bienestar de las personas. Hoy hablaré de la importancia de viajar en la felicidad de las personas gracias a una conferencia a la que asistí y a posteriores conversaciones que mantuve el año pasado en Aruba en el marco del evento Happiness 360, el cual reunió a diferentes expertos de felicidad a nivel mundial.
Uno de ellos era el Dr. Robert Waldinger, psiquiatra, psicoanalista y monje Zen, profesor e investigador de la Universidad de Harvard, líder de uno de los proyectos de felicidad más famosos, al ser seguramente el estudio longitudinal de felicidad más completo (más de 75 años) que se haya hecho alguna vez en la historia. De la población estudiada, algunos se convirtieron en presidentes (John F. Kennedy), otros esquizofrénicos, y otros alcohólicos, cada quien tomó su propio rumbo. Algunos de ellos están llegando a los 90 años. Les han hecho vídeos, pruebas de ADN, escáner del cerebro, entrevistas, entrevistas a sus hijos y familias. Las personas más felices eran aquellas personas que estaban más conectadas con otras personas, amigos, familia, etc., además, eran los más sanos. Las personas solitarias, menos sociales, eran las más infelices, además, las que más se enfermaron. Los cerebros se mantuvieron más sanos también.
Aquellos que viajaron y conectaron con nuevas personas, también eran los más felices. Robert hablaba de la importancia de viajar, no para escapar de la vida, sino para que la vida no se nos escape. Según él, la prensa y la sociedad nos dicen que debemos comprar cosas para ser más felices, pero las cosas materiales, no nos cambian, como sí lo hacen las experiencias, que nos transforman. Las experiencias nos llevan a nuevas dimensiones, de las cuales, jamás se puede regresar. Al comprar cosas, nos vamos a comparar con lo que otros han comprado y viviremos haciéndolo con lo que otros compran, todo el tiempo. Quienes se comparan habitualmente son menos felices que los que no lo hacen. Compararse, hace daño. Las experiencias se pueden reformar y se pueden transformar en historias. Las historias nos enriquecen y las experiencias buenas y malas, se convierten en historias para contar, que nos conectan con otras personas. Los viajes nos conectan con otras personas, de ahí la importancia de viajar. Viajar es lo único que se puede comprar y que lo hace a uno más rico.
El señor Taleb Rifai, Secretario General de la Organización Mundial del Turismo decía en el mismo evento que viajar nos hace mejores personas y que el mundo sería mejor si la gente viajara más. Su tesis la argumentaba desde el hecho de que no se puede alimentar el odio por la gente cuando se viaja, al contrario, se conoce y aprende de las costumbres de los demás. Viajar hace del mundo, uno mejor. Sin embargo, con respecto a los viajes, también manifestaba la necesidad de concentrarse no solamente en la felicidad de quienes viajan sino de las personas que habitan los diferentes destinos turísticos del mundo. Deben ponerse las comunidades locales en el centro del desarrollo turístico, es algo crucial, empoderarlos, es el camino correcto. De lo contrario, no sería sostenible. Viajar potencializa las emociones humanas y la felicidad. Paz, felicidad y desarrollo para un mejor país, a través del turismo y los viajes, ese debe ser el propósito.
¡Feliz día mundial de la felicidad!