La colonización de esta zona del país, surgió principalmente, tras la «Época de la Violencia» de mitad del Siglo XX y de los enfrentamientos entre Policía Chulavita y Guerrillas Liberales en diferentes partes del país, lo que provocó un desplazamiento masivo hacia el sur del país, territorio aún virgen y únicamente poblado por comunidades indígenas. Al principio, la economía giraba alrededor de la caza y el aprovechamiento de pieles de animales exóticos, luego la agricultura, la madera, la ganadería, entre otros. Sin embargo, también llegaron los auges de la marihuana y de la coca, que provocaron sendos cambios en la organización social, económica y política de la región. Al principio, el negocio de la droga se daba en condiciones sanas, la gente compartía e incluso, se daban situaciones particulares como cuando la gente, al recibir los pagos en canecadas (se contaba la plata por peso, no por número de billetes), regateaba los productos hacia arriba, es decir, pedían que les subieran los precios para comprar cualquier producto. Sin embargo y con el tiempo, llegaron los carteles y las riñas entre los hijos de productores que se empezaron a disputar el territorio y de la misma manera, las mujeres. Allí inició la violencia ligada al narcotráfico. En el Guaviare, desde entonces, se han refugiado grupos armados y hoy en día, hacen presencia en algunas zonas, las disidencias de las FARC y algunos grupos paramilitares, un estigma que se espera, termine pronto.
A pesar de esto, el turismo vive hoy un auge importante, aprovechando que, en el marco de los Acuerdos de Paz, buena parte del territorio se desvinculó de la violencia y San José es la prueba fehaciente de las dinámicas que vienen sucediendo en las que la población ha querido vincularse al turismo como una actividad complementaria a su trabajo diario y recibir personas a conocer lugares preciosos que se han empezado a abrir. En este ejemplo, se encuentra la vereda Damas del Nare, famosa por una laguna que lleva el mismo nombre y uno de los lugares más paradisíacos en los que he podido estar en toda mi vida, y en todo el mundo. Durante el último tramo hacia la laguna, es posible ver micos, tortugas, aves, todos deambulando por su territorio, y al llegar, los 365 días del año, es posible encontrarse con los delfines rosados, quienes salen a saludar y a jugar con los visitantes. Es posible ver estos delfines en Leticia, Puerto Gaitán, incluso, los he visto en la Macarena por el Río Guayabero, pero, ir a la fija, solo en el Guaviare. Vivir un atardecer en la laguna de Damas del Nare es, además, tener el privilegio de ver miles de aves llegar entre las 4 y 30 de la tarde hasta las 6, lugar a donde llegan todas a dormir, lo que lo hace un espectáculo inmesurable que se hace aún más sublime, cuando todos los animales, sean micos, aves, entre otros, marcan su territorio con sus voces, hasta que el silencio grita y se llena de sosiego la selva. En la noche, es posible sentarse a compartir con los habitantes de la región, al calor de una fogata y escuchar todas las historias del conflicto y de cómo, un día, decidieron salir de éste, hastiados de la sangre, para emprender otros caminos donde aparece el turismo como una importante alternativa para su desarrollo.
En San José de Guaviare, también es posible encontrar pequeños caños con la Macarenia Clavijera, planta que ha hecho famoso a Caño Cristales como el río más bonito del mundo, así como formaciones rocosas que lo llevan a uno como a otro planeta, mientras se disfruta de un clima cálido y gratas conversaciones (así sean con uno mismo, algo que el viaje logra de manera maravillosa). También hay lagunas como Laguna Negra o la Rompida donde, además, es posible encontrar alojamientos rurales en medio del lujo de la naturaleza, mientras se hacen recorridos por las inmensas aguas de la selva. La observación de flora y fauna es una de las alternativas más interesantes, siempre y cuando se haga bajo parámetros de responsabilidad y con el respectivo cuidado por las especies, por lo que grupos de 5 a 7 personas, son los indicados para visitar este tipo de lugares para minimizar el impacto negativo sobre el ecosistema. Para otros lugares donde no hay estas características, se puede hablar de grupos de 10 – 12 personas, pero jamás pensar en un turismo masivo que termine por convertirse en otro auge del cual se extraen unos pesos y después se queda un deterioro tan grande que termina por acabarse la alternativa de turismo en el largo plazo.
Cabe resaltar que, para mi gusto, el lugar más interesante para visitar San José de Guaviare, sin dejar a un lado Damas del Nare, es UKUNAY, un emprendimiento que surgió de Jenny Pérez, una hija de San José que se fue a Bogotá a estudiar medicina y tras unos años de aprendizaje, puesta en práctica de conocimientos y de una aventura hacia la medicina alternativa, regresó para crear, en casa de sus padres, esta iniciativa de Consciencia de Amor, en el cual ofrecen actividades de sanación y / o terapias personalizadas de medicina energética china, herbología, terapias con cuencos tibetanos, armonización con cristales, clases de yoga, acupuntura, caminatas de reconexión con la tierra, arte sanador, y un largo etcétera. Su historia se parece a la de Laura Díaz, célebre personaje de la novela de Carlos Fuentes donde la protagonista decidió «hacerse selva» como su hermano se «hizo mar». Actualmente Jenny cuenta, además, con el apoyo de tres mujeres profesionales que han llegado a empoderar esta iniciativa que han elevado a proyecto de vida. Es el lugar perfecto para llegar y sanar espiritualmente y físicamente, de encontrarse nuevamente con la vida, con el amor, con la dicha de vivir y más que todo, como un símbolo de paz en una tierra que vivió el conflicto y que sigue siendo perseguida por el estigma, aunque ya lejos de San José. Aquí, tengo que decir, me siento como en casa, además, es el perfecto escenario para iniciativas como @TrailsForPeace, que busca crear una red de caminos de sanación y paz por el mundo.
A pesar de las dificultades y en contra de todo, entidades como la Gobernación del Guaviare, la Cámara de Comercio de San José, la CDA, el SENA y con apoyo de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, el CINDAP, Parques Nacionales, entre muchas otras, han buscado aunar esfuerzos para que el departamento del Guaviare sea un territorio de paz, muy a pesar de los grupos armados y de todos los problemas que los acogen, como por ejemplo, el desbordado incremento de la deforestación que tiene azotada a la región y que busca expandir la ganadería y, principalmente, los cultivos de coca. La madre tierra, mirando a sus hijos en esta realidad, y nuevamente en palabras del mexicano Carlos Fuentes en su novela, solo puede pensar, «Sentada allí,frente a las camas gemelas, sólo podía decirles que vinieron al mundo sin ser consultados y por eso la libertad de los padres al crearlos no los salvaba a ellos, las criaturas de una herencia de rencores, necesidades e ignorancias que los padres, por más que lo intentasen, no podrían disipar sin dañar la libertad misma de los hijos. A ellos les tocaría combatir por sí mismos los males de la heredad en la tierra…«. Pero para pensar en positivo, aún es tiempo de cambiar y todo esto se puede revertir y podemos ayudar a salvar al departamento del conflicto y de la alta deforestación, si nos hacemos partícipes del problema y viajamos a conocer el departamento en nuestras próximas vacaciones y si nos comportamos a la altura que el destino mismo exige. No podemos seguir viendo los problemas que afectan al país desde una silla, en una residencia sofisticada de la ciudad, pensando que somos ajenos a las consecuencias. Tenemos que actuar, juntos, unidos, para salvar a nuestros hijos y futuras generaciones, de la guerra y de la crueldad del hombre hacia su propio entorno natural.