Trails for Peace es un movimiento liderado por Jimmy Pons, un español que lleva cerca de treinta años trabajando en el mundo de la innovación en el sector turístico. Este emprendimiento social consiste en una red de senderos por todo el mundo que ayudan a fomentar la paz al interior de las personas y a su vez, la paz en el mundo, especialmente en zonas donde se ha vivido algún tipo de conflicto en épocas pasadas. El pasado 20 de octubre de 2018, se lanzó el primer sendero de Trails For Peace en Colombia, gestado por el Director de Turismo de la Alcaldía Municipal de Choachí, David Medina y trabajado en conjunto con la asociación comunitaria, Ventana de la Luna.

La historia inicia un día, en Colombia, en uno de los viajes de Jimmy para hablar de innovación en turismo en la Universidad los Libertadores en el año 2017. Allí nos encontramos para hablar de viajes, de felicidad, de mindfulness, y Jimmy me contó de su proyecto, con el cual me enganché inmediatamente. Es así como me quedo con la tarea de buscar dónde hacer el primer sendero de Trails For Peace en Colombia y pienso que Choachí, podría ser un lugar ideal por su cercanía de Bogotá y por una injusta fama que tuvo por años la vía de acceso, además de haber vivido lo que fue la época del conflicto, con una toma guerrillera perpetuada por las FARC en el año de 1995, entre otras acciones que se dieron por cerca de 10 años en zonas aledañas de la vía y algunas veredas del municipio. Incluso, los insurgentes tenían entre sus senderos, comunicación con el Páramo de Sumapaz, lugar estratégico y de paso hacia otros puntos del sur del país.

Los senderos de Trails for Peace son esencialmente turísticos y buscan motivar la reconexión de las personas con la naturaleza, entendiendo que con la llegada de la tecnología a nuestra era, los seres humanos hemos sabido aprovecharlo para bien, pero también hemos perdido parte de nuestra esencia como miembros del planeta y como seres sociales. Ahora vivimos como esclavos de nuestros teléfonos, de nuestros computadores y televisores, lo que ha incrementado la depresión de las personas. También somos cada vez más conflictivos y el mundo vive brotes de violencia que pueden llevar a una nueva Guerra Mundial, si no se generan cambios positivos en la sociedad. Es precisamente bajo está lógica que surge Trails for Peace, para perseguir y buscar nuevamente un equilibrio, conectarnos como sociedad, como seres humanos y con la naturaleza, a través de «Rutaterapias».

El primero de los senderos de esta iniciativa social, surge en la Sierra de Madrid, España, una zona que sufrió el conflicto en la época de la Guerra Civil, ese triste período donde imperó la dictadura de Franco que desató intensas olas de sangre y de violencia. Es así que se crea un primer sendero de paz en la zona de la Jarosa, en Guadarrama, a poco menos de 50 kilómetros de la capital española, en medio de un Parque Nacional, para buscar esa reflexión sobre la vida y el rol de cada ser humano en el mundo. Este camino, como todos los de la red, buscan una sociedad más saludable, a través del equilibrio Cuerpo, Mente, Alma y Corazón, para contribuir a la paz del mundo, a partir de la paz interior de las personas.

El sendero de Choachí, se desarrolla en medio de la vereda Aguadulce en un entorno de naturaleza sorprendente. El paisaje es delirante, la montaña con sus lunas de roca acostadas sobre la grama verde y un camino de piedra que se ha ido perdiendo pero que rememora épocas precolombinas y coloniales, como parte de la historia de un territorio vivo, lleno de testimonios y anécdotas. A lo lejos se ven hilos de agua cayendo entre los árboles. Son cascadas que muestran que la vereda tiene vida propia y que en ella coexisten las comunidades campesinas que ahora quieren acoger a turistas que estén interesados en conocer su «casa», bajo todos los preceptos de respeto que se deben tener. Al adentrarse en el sendero, se pasa por plantas con hojas gigantes y riachuelos. Allí, Manuel Mora, de la Asociación Ventana de la Luna, nos contó la historia de cuando sus abuelos lavaban la ropa en el río, generando el primer brote de contaminación en el agua desde su nacimiento y cómo ellos, los jóvenes, les han ido enseñando a sus mayores a cuidar y conservar la naturaleza por el bien de todos.

Es tan bonita la historia del territorio ligado a las familias que lo habitan que una de las cascadas, tiene por nombre, la Cascada de la Abuela y rememora a este personaje amado de la familia que lleva las riendas de todos sus descendientes con amor y sabiduría. Así, entre cuento y cuento, la caminata se hace amena, se genera una empatía con la comunidad, con el entorno, con el cuidado del medio ambiente, con los demás caminantes, con el mensaje de paz hacia el mundo, etc. Antes de un ascenso un poco difícil, se hace una parada para tomar agua de panela con unos productos elaborados por ellos mismos; pan de yuca y almojábanas. Tras recibir el mejor combustible, llegamos a poco más de 3.000 m.s.n.m. donde es posible ver frailejones, planta típica del ecosistema de páramo, así como otras especies como musgos y orquídeas, que decoran el camino. Más allá, un árbol con una tinta amarilla en sus puntas, que abraza el camino, haciéndole sombra, forma uno de los rincones más hermosos que se pueden apreciar.

Es así que, desde hace varios años, se han ido organizando desde la vereda para aprovechar las bondades del turismo en el desarrollo de la comunidad y de la familia. En este proceso, se involucran unos como guías, otros preparan los amasijos, otros, empiezan a prestar servicios de alojamiento y también hay una casa donde se pueden adquirir algunos productos de alimentación adicionales y donde hay servicio de baño. Todos trabajan en equipo y aunando esfuerzos por un objetivo en común, su felicidad. Este es, verdaderamente, un buen ejemplo de cómo el turismo permite mejorar las condiciones de un destino, de su comunidad local y del medio ambiente, todo mientras se genera una experiencia constructiva, divertida e interesante, para los visitantes.

En la visita de lanzamiento del sendero tuve la posibilidad de visitar este lugar con mis estudiantes de la clase de Organización de la Industria Turística del programa de Administración Turística y Hotelera de la Fundación Universitaria Cafam – Unicafam. Uno de ellos, Hugo Fernando Pineda, manifestó que esta «Hace parte de las experiencias que tienes una vez en la vida, este espacio es perfecto para aprender de la naturaleza y de uno mismo. Las historias y las personas que dedican su vida a mantenerlo vivo hacen de éste lugar un sendero de paz«. También estuvo Diana Sofía Correa, de la empresa Awake Travel, una empresa joven pero muy seria y que, en poco tiempo, se ha convertido en un modelo de desarrollo del turismo de manera sostenible en Colombia.

Definitivamente, es de admirar y resaltar una iniciativa de un emprendimiento social como la de Trails For Peace de Jimmy Pons. También, es necesario trabajar en equipo y de manera voluntaria como lo he hecho yo, y con entidades públicas serias como lo es la Alcaldía de Choachí, y de funcionarios como David Medina, quien demuestra su gran calidad como ser humano en el trabajo que hace, con dedicación, esfuerzo y mucha paciencia, para sacar proyectos como estos adelante. Pero, sobre todo, me le quito el sombrero a Asociación Ecoturística Ventana de la Luna, porque no es fácil materializar los sueños, las historias y los procesos. Ellos, todos sus miembros, son un ejemplo de gestión del territorio, de transformar recursos potenciales, en verdaderas oportunidades de desarrollo. Proyectos como estos que nos unen en equipo a unos y otros, campesinos y citadinos, colombianos y foráneos, donde trabajamos juntos por un mundo mejor, son los que me llenan de fuerza para seguir soñando y trabajando, experiencias como estas, llenan de sentido mi vida.