Para acompañar la lectura de este artículo, he preparado una lista de reproducción en Spotify que reúne algunas de las canciones que considero imprescindibles a la hora de entender ambas bandas. Aquí pueden escucharla.
Uno de los debates musicales más complejos y comentados de la historia es el que ha buscado enfrentar a las dos bandas más influyentes del rock y el pop: los Beatles y los Rolling Stones. Sobre la influencia de cada una en las tendencias de la música y de la cultura han sido escritos numerosos libros, en muchos casos argumentando que una es mejor que otra. Pero la riqueza musical y el legado histórico de cada una, que aún siguen demostrando una incuestionable relevancia, no requiere de concursos y, en cambio, sí de un entendimiento de las condiciones que las convirtieron en indiscutibles referentes y pioneras del rock.
La música de los Beatles y los Rolling Stones llegó a mi vida desde una edad temprana, por cuenta de mi mamá y mi tío. Sin embargo, durante los primeros años de la adolescencia descubrí con mucha mayor predilección la obra de los Beatles, fascinándome con el inmenso legado que dejaron en apenas nueve años de actividad, entre 1960 y 1969 (la banda lanzó en 1970 el álbum Let It Be, grabado el año anterior. A esas alturas, Lennon había renunciado a la banda y no se dirigía la palabra con McCartney). De su carrera musical me llamaba profundamente la atención la manera en que permitían al público entender y trazar su proceso de maduración que abarcaba al menos tres etapas claras.
La primera, desde 1960 hasta 1965, exponía a una banda con un dominio prodigioso de los ensambles vocales y el blues y el rock n’ roll, con inmensos éxitos como Love Me Do (1962), From Me To You (1963), A Hard Day’s Night (1964) y Help! (1965). Fue la etapa en que los Beatles se dieron a conocer a nivel mundial y se coronaron como el grupo más exitoso de la cultura pop, estatus que mantendrían durante el resto de su carrera. Al año siguiente los Beatles dejaron las giras para concentrarse en la experimentación en los estudios, grabando obras maestras como Revolver (1966), Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) y Magical Mystery Tour (1967). Durante ese periodo, los Beatles trascendieron la instrumentación de sus primeros discos, incluyendo nuevos instrumentos y sonidos orientales. Al mismo tiempo, era notable la creciente profundidad en sus nuevas letras, mientras que las estructuras de las canciones eran cada vez más complejas. Finalmente, la etapa más madura de la banda, entre 1968 y 1969 dejaba en evidencia que al mismo tiempo que como grupo alcanzaban su mayor punto, también sus integrantes tomaban caminos que parecían irreconciliables.
Desde el White Album (1968), dos cosas eran evidentes para los seguidores: que los Beatles nunca habían sonado más maduros y más sólidos como banda, y que su separación era una cuestión de tiempo. De hecho el último álbum que grabaron, Abbey Road (1969), es un testimonio de la separación y una especie de manifiesto de un final feliz desde los buenos términos.
Por otro lado, conocer y entender la música de los Rolling Stones no fue tan fácil y me tomó más años, dada su extensa cronología y sus procesos musicales menos palpables a simple vista. La línea de tiempo de la banda es más compleja de elaborar, teniendo en cuenta que por la alineación de la banda pasaron varios miembros, mientras que la formación de los Beatles fue la misma desde la grabación de su primer disco hasta el último. (Únicamente Billy Preston recibió créditos en una portada de los Beatles como colaborador musical de la banda, en Let It Be [1970]. Pocos años después se convertiría en acompañante en vivo de los Rolling Stones desde el piano y el órgano Hammond).
En cambio, por las filas de los Rolling Stones pasaron tres guitarristas: el experimental Brian Jones, quien tuvo el mayor mérito por el leve coqueteo de la banda con el estilo psicodélico (1962-1969), el joven prodigio del blues Mick Taylor, que ingresó a la banda a los 18 años, siendo para muchos la ‘etapa de oro’ de los Stones (1969-1974) y finalmente Ronnie Wood (1976-presente). Así mismo, pasaron por la banda el pianista Ian Stewart, retirado por el manager Andrew Loog Oldham en 1963, considerándolo poco apto para la imagen juvenil de la banda y el bajista Bill Wyman, que hizo parte de los Stones desde sus inicios en 1962 hasta 1993. El grupo decidió no reemplazarlo por otro miembro y desde entonces ha sido apoyado en vivo por el bajista Darryl Jones.
Mientras que la clave de la unidad de los Beatles era el carácter irremplazable de sus miembros (tanto que la banda se separó luego de que John Lennon decidiera dejarla en 1969), los Rolling Stones demostraron que eran capaces de sobrevivir al tiempo y adaptarse a nuevas formaciones. Del paso de cada uno de los tres guitarristas que acompañaron a Keith Richards se derivan épocas de la banda muy diferentes entre sí. Del paso de Brian Jones, quien se acopló al estilo rockanrolero de Richards, aportando bases de blues y sonidos de instrumentos tan diversos como la armónica, la cítara y la flauta, se reconocen procesos de experimentación con canciones como Paint It Black (1966) y Sympathy For The Devil (1968). Tras la salida de Brian Jones, seguida por su muerte temprana, los Rolling Stones incluyeron al prodigio Mick Taylor, que venía de las filas de los Bluesbreakers de John Mayall.
Durante los años de Mick Taylor en la banda, los Rolling Stones perfeccionaron su repertorio y grabaron algunos de sus discos más influyentes, como Sticky Fingers (1971) y Exile on Main Street (1972). Esa etapa convirtió a los Stones, además, en un poderoso ensamble en vivo y sus conciertos del período 1969-73 se convirtieron en un objeto de culto. La presencia de Taylor como guitarrista líder había permitido a la banda alcanzar un nuevo nivel musical, con canciones como ‘Angie’, ‘Brown Sugar’ y ‘Love in Vain’ convirtiéndose en enérgicos momentos de las presentaciones. Tras la salida de Taylor, oficializada en 1974, comenzó la era de Ronnie Wood, ex guitarrista de The Faces y Rod Stewart. El paso de Wood por la banda, que se mantiene hasta la fecha, ha sido la etapa más larga del grupo, fortaleciendo el sonido rockero de los Stones y alejándose de las épocas de mayor experimentación musical.
En décadas recientes los Rolling Stones han pasado por periodos de larga inactividad, hasta el punto de pasar más de una década entre el lanzamiento de dos discos consecutivos. Quizás uno de los ingredientes de la inédita longevidad del grupo es precisamente el uso recurrente de temporadas de pausa, evitando tensiones entre sus miembros. En cambio, los Beatles mantuvieron la disciplina durante sus años de duración de lanzar, al menos, un disco cada año.
La relación de las bandas durante sus años de coexistencia (1962-1969) fue cordial e incluso amistosa, aunque los medios de comunicación especularon y cultivaron las diferencias entre ambas, presentándolas como antagónicas. En 1969 John Lennon, siendo aún un Beatle, participó en el concierto ‘Rock n Roll Circus’ de los Rolling Stones y Mick Jagger participó en la presentación de All You Need Is Love de los Beatles en 1968. Más recientemente, en el festival de Desert Trip (2016) los Rolling Stones y el exBeatle Paul McCartney compartieron tarima. Durante esa ocasión, los Stones tocaron una inusual versión de Come Together, de los Beatles. De regreso, Paul McCartney cantó una versión de I Wanna Be Your Man, una canción de la dupla Lennon-McCartney grabada por los Rolling Stones en 1963.
Pero también los equipos empresariales detrás de las bandas quisieron cultivar las diferencias entre ambas, particularmente en el caso de los Rolling Stones, cuyos inicios datan de tiempos en que los Beatles ya habían alcanzado la fama local en Inglaterra. Aunque los de Liverpool provenían de un origen social más modesto y periférico que los Stones, habían sido moldeados con la imagen de muchachos decentes y buenos, con ropa fina y peinados modernos. La respuesta de Andrew Loog Oldham, manager de los Stones en sus primeros años (que curiosamente vive en Colombia desde hace décadas), fue buscar en ellos todo lo contrario: una especie de anti-Beatles, con comportamientos mucho menos refinados y con declaraciones más provocadoras, a pesar de provenir de familias mucho más acomodadas (de hecho Mick Jagger acababa de renunciar a sus estudios en el prestigioso London School of Economics para dedicarse a su carrera musical).
Son tantas (y tan profundas) las diferencias entre los Beatles y los Rolling Stones que buscar establecer cuál es mejor resulta una tarea profundamente subjetiva y poco justa. Entender a ambas bandas desde sus procesos y el impacto de cada una en el futuro inmediato de la música es, en cambio, un ejercicio mucho más interesante y complejo. Desde la corta pero legendaria duración de los Beatles como banda y la imponente longevidad de los Rolling Stones como íconos del rock and roll y precursores de géneros de rock más pesado, el debate entre ambos grupos no tiene una salida definitiva. Y en cambio deja en evidencia que ambas representan polos casi opuestos en el mundo del rock. Su impacto incalculable y su relevancia durante más de cinco décadas es quizás el punto de convergencia más importante entre las dos.