Normalmente, soy fan de ver buenas series de televisión y películas, pero no de programas dedicados a los superhéroes. Sin embargo, le di una oportunidad a Jessica Jones, de Marvel, por toda la alharaca que salió en los medios sobre esta y porque proviene de Netflix, la plataforma más popular de streaming.
La serie, protagonizada por Krysten Ritter (Jessica Jones) y David Tennant (Kilgrave), se trata de una investigadora privada con súper poderes que ‘se pone la 10’ para salvar a los ciudadanos de Hell’s Kitchen (Nueva York) de la inminente amenaza de un villano, que domina a las personas como marionetas con su sorprendente y perturbador control mental.
Jessica Jones es una serie buenísima porque tiene todo lo que un espectador adulto necesita para divertirse: drama, acción, suspenso, sexo, una protagonista atractiva, súper sarcástica y con poderes sobrenaturales, un villano elegante y perverso, y personajes secundarios con historias y personalidades interesantes.
Me gusta que aunque Jessica Jones puede ser la heroína más fortachona e implacable, es muy humana porque es vulnerable, comete errores, experimenta emociones buenas y malas, y tiene problemas de todo tipo, que enfrenta con su personalidad caótica y habilidades fenomenales. Estoy a favor de que vista de jean y camiseta como un ciudadano del común para hacer sus investigaciones y proteger a las víctimas, y no tenga un uniforme de combate como el superhéroe corriente, rompa las reglas y se haga pasar por otras personas para obtener información, se tome sus tragos para calmar la ansiedad, salga a coquetear a su manera, tenga sexo para divertirse y relajarse y aprecie sus momentos de soledad.
Desde el primer episodio, ‘AKA Ladies Night’, Jessica Jones cautiva al mostrar a una mujer fuerte y sin pelos en la lengua, que principalmente se gana la vida pillando infieles teniendo sexo en callejones oscuros de Hell’s Kitchen, está obsesionada con un ‘machote’ de color chocolate que tiene un bar (Luke Cage), a quien le toma fotos y después se acuesta con él. Goza de súperpoderes como saltar a balcones de edificios y levantar carros en movimiento, sufre de estrés postraumático luego de que un villano (Kilgrave), que creía muerto en un accidente de tránsito, ejerciera control mental sobre ella durante un tiempo y le hiciera realizar cosas para olvidar, y salva a una joven guapa y atleta (Hope Shlottman) de las garras de este hombre perverso. Pero no todo es color de rosa: Jessica tiene visiones del abusador que le quitan su ‘paz mental’, si se puede decir de esa manera, y la deportista, bajo el dominio de este, mata a balazos a sus padres en un ascensor. El capítulo también expone que antes de ser investigadora profesional, Jessica fue heroína pero no funcionó, trabaja para una abogada inescrupulosa y lesbiana (Jeri Hogarth), tiene una mejor amiga y locutora de radio a la que abandonó seis meses atrás (Trish Walker), y se pone triste al ver la foto de una mujer (Reva Connors) en el mueble del baño de Luke.
Después de este abrebocas, el segundo episodio, ‘AKA Crush Syndrome’, sigue impactando: Jessica descubre que Kilgrave sobrevivió porque con su control mental obligó al conductor de una de las ambulancias que asistió al lugar del accidente, a donarle sus dos riñones, y a un cirujano muy duro a hacerle los trasplantes, y que fue operado despierto y sin anestesia quirúrgica (Sufentanil), lo que es su debilidad. La chica ruda hace que el médico confiese lo que hizo a Hogarth para que esta tome el caso de Hope. Sin embargo, la primera aparición de Kilgrave (o de su espalda y voz) se roba toda la atención y hace sentir temor al espectador. El hombre irrumpe en un apartamento y con su voz inglesa emboba a sus habitantes y los convence de que lo dejen ser su huésped. Además, el capítulo deja en evidencia que Jessica se impone la meta de encontrar a Kilgrave, y tiene una fuerza de luchador de ring, al igual que Luke, quien, en sus palabras, es “unbreakable”, y que Trish sabe dar golpes porque aprendió la técnica de lucha Krav magá.
El tercer episodio, ‘AKA It’s called whiskey’, no pierde el ritmo de suspenso y sorprende aún más: Trish entrevista a Hope en su programa de radio sobre el homicidio que cometió contra sus padres por culpa del control mental de Kilgrave, y aprovecha el momento para criticar en vivo al villano. Kilgrave llama a la emisora y le lanza una sutil amenaza de muerte que la hace mearse en los ‘cuquitos’, y que luego intenta cumplir con un policía que manipuló mentalmente, quien entra a la casa de Trish para matarla, pero llega Jessica a tiempo y la salva. Después, la investigadora localiza la guarida de Kilgrave, lo ve por primera vez después del accidente, y aunque lo persigue, pierde su rastro; pero halla un cuarto lleno de fotografías de ella, lo que confirma que el villano está obsesionado con ella. El capítulo también desvela que Jessica tiene súper poderes por un accidente, y Luke, por un experimento. Coge de hobby el sexo con él, consigue robar la anestesia ‘anti Kilgrave’, y mata con un puñetazo y por órdenes del villano a Reva Connors (exesposa de Luke).
Todas estas revelaciones, positivas y negativas, causan asombro y emoción al espectador y lo mantienen en su silla o en su cama hasta el último minuto, razón por la que no debe perderse Jessica Jones, sino ver los 13 episodios de su primera temporada en Netflix.