La Unión Europea acaba de decidir la inclusión del Partido de Dios, Hezbollah, dentro de la lista de organizaciones terroristas, lo que implica una congelación de sus activos en dicho continente, y por supuesto, la cancelación de visas o el rechazo de dichos pedidos de militantes.

Como era de esperarse, Israel celebró la medida que habría sido precipitada por un atentado en contra de ciudadanos israelíes en Bulgaria en julio de 2012. Según las autoridades de Sofía, Hezbollah habría estado implicado en dichas acciones. No obstante, desde el principio, la oposición búlgara denunció que el gobierno se había apresurado a acusar a la milicia chií sin pruebas contundentes.

Por el contexto regional actual, es poco probable que la sanción de la UE frente al Partido de Dios se haya producido por el atentado en cuestión, En realidad obedece a dos razones de actualidad. En primer lugar, se trata de una forma de debilitar al principal aliado del gobierno sirio de Bachar Al Assad, y quien ha sido vital en la guerra civil de ese país. Y en segundo término, es indudable que la presión de Estados Unidos terminó por hacer mella en Europa. Tan solo, Austria, Irlanda y Malta expresaron reservas frente a la decisión.

Europa pasa por uno de sus peores momentos en cuanto a imagen global se refiere. Algunas naciones como España, Francia y Portugal no han podido responder frente al bochornoso incidente del avión presidencial boliviano, que dejó entrever una sumisión negada desde Bruselas, a los intereses de Estados Unidos, que los llevó incluso a desconocer principios constitutivos del derecho internacional (Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas, artículo 22).

La decisión de aislar a Hezbollah completa una serie de salidas en falso, que desnuda una frágil convicción exterior por parta de Europa, capitalizada por Estados Unidos, quien ha encontrado en ella un aliado excepcional para seguir debilitando la estabilidad del Medio Oriente. La situación contrasta con una Europa (por lo menos en lo que se refiere a Alemania y Francia) que fue disidente de la invasión ilegal de Irak. Paradójicamente, en ese momento Francia se encontraba bajo un gobierno de derecha, con Jacques Chirac, y ahora a pesar de estar bajo la dirección del Partido Socialista, no ha visto reparo en someterse a los intereses de Washington en la región.

Con la decisión además, se reproduce el error de desconocer a Hamas como actor legítimo de la política palestina. Al igual que con esta facción de Palestina, se desestima que Hezbollah represente a un sector del Líbano, que la reconoce como una fuerza política legal y legítima.

Pretender debilitar a Al Assad, utilizando actores en El Líbano, no sólo constituye un error estratégico, porque aquello fortalecerá la imagen de la milicia chií en la región, sino que significa un retroceso más en la atropellada política exterior europea, condenada a ser visible a través de la imitación de lo que Washington emprenda.