Por estos días, se ha vuelto a ventilar la hipótesis de que el máximo dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, habría sido envenenado. De comprobarse, el hecho podría condicionar los avances en las negociaciones entre israelíes y palestinos, relanzados bajo el acompañamiento del Secretario de Estado de EE.UU, John Kerry.
Algo que añade incertidumbre a la forma como murió Arafat, tiene que ver con los antecedentes de su deceso. Meses antes, la sede del gobierno palestino en Cisjordania en la ciudad de Ramallah había sido objeto de una dura ofensiva por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), con el apoyo incondicional del entonces errático gobierno de George W. Bush. Los ataques de Israel en contra de las instalaciones de la Autoridad Nacional Palestina, obligaron a Arafat a un confinamiento, que lo privó de elementos mínimos para la supervivencia. Aquella ofensiva comenzó en marzo de 2004, y en noviembre de ese año, el dirigente palestino moría en el Hospital Militar de Percy a las afueras de París.
Las autoridades francesas negaron en ese momento, la idea de un posible envenenamiento, aunque los médicos aseguraron que no podían establecer las causa de su muerte. Esto contribuyó, como es obvio, a que se hicieran múltiples denuncias por parte de su esposa, Souha Arafat quien hasta hoy exige que se aclaren los hechos.
El dossier Arafat no se había revivido hasta que en julio del año pasado, la cadena Al-Jazira emitió un documental sugiriendo de nuevo la hipótesis del envenenamiento. El Instituto de Radiofísica de Lausana habría descubierto en prendas de Arafat suministradas por su esposa dosis de polonio. Estas circunstancias obligaron a la exhumación del cadáver y a la apertura de una investigación seguida de cerca por investigadores franceses y suizos que deberá dar a conocer próximamente los resultados, esperando aportar claridad sobre la muerte de Arafat.
El hecho reviste de un importancia fundamental en Oriente Próximo. Es probable que el resultado de la investigación altere la moderación de un sector de los palestinos frente a Israel. Se debe recordar, que desde la firma de los Acuerdos de Oslo (1993-2000), un segmento importante de los palestinos decidió reconocer al Estado hebreo, y precisamente esto se logró por la tarea de Yasser Arafat. No obstante, de comprobarse algún tipo de participación israelí en su muerte, se sentarán las bases para que de nuevo, la Organización para la Liberación de Palestina o Al Fatah, en tanto que su partido político, y Hamas, el Movimiento de la Resistencia Islámica (que no reconoce a Israel) vuelvan a unirse en un solo frente contra Tel Aviv. Circunstancia que modifica la correlación de fuerzas Israel-Palestina.
Valga decir, que el primero había capitalizado la desunión entre esos dos segmentos de la población palestina. De allí que para las autoridades israelíes resulte indispensable que el tema de la muerte de Arafat no exacerbe la violencia.
Más allá del resultado, es urgente que se conozca la verdad sobre las causas del deceso de Yasser Arafat. De comprobarse la hipótesis del envenenamiento, los culpables deberán someterse a la justicia. Se trata de aquello sin lo cual, no puede haber un equilibrio que permita una paz de trascendencia en Oriente Próximo.