Ayer publiqué en mi condición de comprador y ciclista insatisfecho, una queja contra Cletta Bicicletas pues sentía con justa causa que tenía derecho a la garantía. Expuse mis motivos, y creo que mucha gente se sintió identificada por haber tenido problemas similares en el comercio nacional. Esta mañana, finalmente, se me hizo efectiva la garantía y me fue devuelto el dinero. No obstante y a raíz de algunas reacciones de personas en redes sociales, eso pasó a ser un asunto menor, cuando no debería. 

Lo digo porque con tristeza he recibido información de que el dueño de la tienda fue amenazado, e incluso algunos insinuaron la posibilidad de hacerle daños al local. Con Leonardo Cepeda, con quien ayer estábamos en una disputa legítima y leal, cada uno defendiendo un punto válido, nos hemos aterrado de la violencia a la que apelan algunos para apoyar un argumento. Conocida esa información, decidí hablar directamente con él, y aunque aún pensamos distinto sobre nuestra polémica, nos preocupa que éste sea el destino de una discusión. Estoy convencido de que la gente tiene el derecho legítimo a reclamar por un derecho, cuando siente que ha sido vulnerado. Aquello no le otorga licencia a terceros para promover la violencia, desde la comodidad por estar enfrente de una pantalla. También tengo la certeza, de que la gente que apela a esa violencia verbal y añade amenazas, no es una mayoría. Se trata de un segmento minúsculo y poderoso, pues el potencial destructor de anunciar un ataque físico contra alguien, tiene un poder que quien lo emite, está lejos de imaginar.  

Aclaro que la justicia no puede equipararse con venganza, y que solo quien encuentra en la violencia un fetiche -vaya enfermedad- podría hacerlo. Justicia es, entiendo yo, un equilibrio que puede alterarse constantemente, pero una vez renovado, debe conducir a una lección. Éste es actualmente mi caso. Le pido a la gente que se ha manifestado en redes en apoyo a reclamos legítimos, que ojalá lo haga para condenar las amenazas contra Cletta. Cada una de esas personas que ayer contaron una demanda insatisfecha, tendrá serios motivos para dudar si decide darla a conocer, pues sabrá acerca del alcance de la misma. Es una cuestión de proporcionalidad.