Este 19 de mayo, Irán acudirá a las urnas para elegir un nuevo presidente o confirmar al actual mandatario Hassan Rohani. Se trata de una elección crucial para la estabilidad mundial, en uno de los momentos más críticos en el Medio Oriente por la cohabitación de coyunturas dramáticas, como la expansión del Estados Islámico desde 2014 aprovechando el caos iraquí y sirio, la congelación indefinida del diálogo entre Palestina e Israel, y la guerra fratricida entre sunnitas y chiitas en Irak, Siria y Yemen.
Los cuatro años de mandato de Rohani han sido un alivio para el mundo, pues este político reformador cambió el tono de la diplomacia, e incluso desafiando a la máxima autoridad religiosa, el guía supremo Ali Jameini, selló un acuerdo nuclear histórico que cerró la puerta, a lo que hubiera podido ser, un nuevo enfrentamiento militar entre las potencias de occidente y un país de la zona.
En estos comicios, Rohani se enfrentará al clérigo Ebrahim Raisi, un conservador muy cercano a la figura del líder espiritual Jameini y quien lleva todas las de perder, no sólo por estar menos favorecido según sondeos, sino porque de perder la elección, quedaría prácticamente descartada su postulación como Guía Supremo, una opción para la cual aspira en el futuro.
Un hecho resulta llamativo a pesar de la marcada contienda entre ambos candidatos cuyos perfiles contrastan a simple vista: existe un compromiso de su parte por respetar el acuerdo nuclear. Un hecho que no es menor, pues ante la elección de Donald Trump, se especulaba acerca de las intenciones de Washington de cambiar drásticamente su posición frente a Teherán. No obstante, hasta el momento el Departamento de Estado sólo ha anunciado que revisaría la agenda frente a Irán, sin dar mayores precisiones.
Esta elección es determinante, no solo por el acuerdo nuclear que tiende a concentrar el interés internacional, sino porque el país se juega su futuro entre dos fuerzas que han gobernado cíclicamente, conservadores y reformadores (¡quién lo creyera en un régimen calificado como no democrático aparece una alternación!!!). Aún se recuerda el legado del visionario reformador Mohammad Jatami (1997-2005) promotor del diálogo de civilizaciones, ideal que fue interrumpido por la guerra contra el terrorismo de George W.Bush. Luego la llegada de Mahmmoud Ahmadinejad (2005-2013) significó un cambio brusco, que alejó a Irán del escenario internacional. El país fue severamente castigado en rondas de sanciones que contaron con el aval del Consejo de seguridad de Naciones Unidas, y que golpearon a millones de iranís inocentes. Durante los dos mandatos de este último, Irán se erigió como un Estado problema, en buena medida por el cabildeo israelí, que siempre ha insistido en apuntar a Irán como una amenaza para el mundo. Todo ello a pesar que, desde el triunfo de la Revolución Islámica, Teherán no ha agredido, ni atacado país alguno. A diferencia de sus vecinos que tanto lo denuncian, como el Iraq de Saddam Hussein y los gobiernos israelíes que ininterrumpidamente agreden a los palestinos.
La llegada de Rohani en 2013, significó un cambio importante en la postura de Irán y a diferencia de cuatro años atrás, hoy es más viable contemplar la posibilidad de que se involucre en temas en los que su presencia es indispensable, y que son puntos de la mayor relevancia para la zona y el mundo. Se trata de la reconstrucción de Irak, ya que los 19 millones de chiitas (que equivalen al 60-65% de la población total) ven en él un país amigo. Imposible pensar en la reconstrucción de semejante Estado fallido sin el concurso iraní. En el avance hacia un mundo libre de armas nucleares, donde todos los Estados sin excepción firmen y ratifiquen el Tratado de no Proliferación Nuclear de 1968. La garantía no consiste en delegar en un puñado de Estados la revisión de las normas, sino que efectivamente todos se sometan al escrutinio, como no ocurre con Israel, Pakistán e India, poseedores de capacidades nucleares militares y por fuera del derecho. Y finalmente, cabe recordar la relevancia de Irán en la lucha contra el Estado Islámico y sus aportes para dejar de lado, los discursos dobles frente al terrorismo. Desde hace varios años, distintos gobiernos iraníes alertaron sobre los riesgos de armar a grupos sunnitas en la región (aludiendo concretamente a Arabía Saudi) sin que tales versiones fueran atendidas. Medio Oriente y extensiones del África del Sahel hoy pagan ese precio.
Por su relevancia en la política global, se debe seguir de cerca este proceso que conducirá a una continuidad moderada o al retorno del nacionalismo conservador. Dos escenarios con impacto sobre una convulsionada región.
@mauricio181212