Ante la ola de críticas de los sectores más conservadores de Estados Unidos (y en particular de los neoconservadores y halcones), Donald Trump decidió el retiro del acuerdo nuclear firmado en 2015, entre los cinco grandes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, y Rusia) y el gobierno de Irán. Esta decisión previsible, pone en riesgo un pacto que le había dado estabilidad a la zona de Oriente Medio, y que servía como antecedente de un programa nuclear civil vigilado por la comunidad internacional. Tal esquema marcaba una gran diferencia con otros programas nucleares gestados en el seno de disputas territoriales como en el caso de India, Israel e Pakistán, quienes se encuentran por fuera de la legalidad internacional al respecto, esto es del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
Lo más grave de todo, parece ser que Donald Trump y su entorno neoconservador carecen de pruebas que demuestren que Teheran, esté faltando a los compromisos y esté utilizando el dinero de las inversiones,por el alivio de sanciones, en fortalecimiento militar. Acusaciones que recuerdan los errores del pasado que terminaron en la intervención de Irak. Tampoco parece justo castigar de esa forma a Irán, por haber ganado influencia en la zona como en los casos de Siria, Yemen, e Irak. En esto se puede ver claramente la influencia de varios Estados árabes de la zona y de Israel, que ven con preocupación el último resultado de la elecciones libanesa, que le otorga a Hezbollah (aliado chi de Irán) un claro margen de maniobra político.
He aquí algunas consecuencias nefastas, que seguirán alterando la estabilidad en Oriente Medio, y hacen más urgente el protagonismo de Europa para contrarrestar una política que pasa de infortunios esporádicos, a la alteración sistemática de equilibrios vitales pata la seguridad del mundo. El primer efecto se da sobre la política interna iraní. El acuerdo de 2015, alcanzado en buena medida por el impulso de Barack Obama, era visto como una victoria de los sectores más moderados y reformadores en Irán, especialmente de su presidente actual Hasan Rohani, quien se había impuesto en las elecciones presidenciales de 2013 y 2017 a pesar de las criticas de los ultra conservadores. Uno de los activos principales de esta política, había sido el alivio de sanciones económica. Sin embargo, con este revés y sin certeza de que el acuerdo se mantendrá, es muy posible que se refuerce la oposición a Rohani, empezando por el líder espiritual Ali Khomeini, duro crítico de cualquier concesión en el plano nuclear en favor de un acuerdo con las potencias. La noticia favorecerá la postura de radicales conservadores como Mohammad Yazdi y Mohammad Taki Mesbah y traerá a la memoria de forma positiva los años de Mahmoud Ahmadinejad, duro contradictor de occidente. Si no hay una reacción de China, Europa y Rusia, los radicales tendrán desde ya, un activo con miras a las elecciones legislativas de 2020 y presidenciales de 2021. Los avances de dos mandatos de Rohani respecto del acercamiento de Irán con el mundo, podrían estar en entredicho.
Lo segundo, es que al perder un canal de interlocución con Irán, las posibilidades de que esa potencia regional lleve a cabo un rol constructivo para derrotar definitivamente al Estado Islámico en Irak y en Siria vuelven a reducirse. Ese país ha sido esencial en la lucha contra el terrorismo sunní desde Al Qaeda hasta Daesh, algo que Washington parece menospreciar, pero de lo cual Barack Obama parecía plenamente consciente. Difícilmente, se puede pensar en una estabilización de largo aliento en Afganistán, Irak y Siria sin el concurso de Irán.
Tercero, con esto la región vuelva a caer en la incertidumbre respecto al programa nuclear iraní y sus fines . Gracias al pacto de 2015, Irán se comprometía a deshacerse del 98% de su material nuclear, un avance histórico que daba certezas sobre el carácter civil de tal esquema, y servía como ejemplo a varios Estados, pues mostraba los incentivos de renunciar al arma nuclear. Con este retroceso, vuelve la idea de que la única forma que tiene Irán para garantizar su supervivencia y no sufrir un ataque por parte de Estados Unidos, consiste en dotarse de capacidades nucleares militares. Dicho en otros términos, se trata de un retorno a la doctrina de disuasión nuclear, la misma que llevó a Corea del Norte a retirarse del TNP en 2003.
El acuerdo no está muerto del todo, y resta esperar la respuesta de los cuatro grandes del Consejo de Seguridad y de Alemania que seguramente intentarán mantenerlo pues conocen los riesgos del unilateralismo y la imposición en escenarios como de tensión geopolítica. El mundo necesita cuanto antes este contrapeso.
@mauricio181212