El peor riesgo que corre Colombia al desconocer los protocolos con el Ejército de Liberación Nacional, no consiste tanto en la pérdida de credibilidad internacional, como en el distanciarse de un aliado histórico en materia de paz como Cuba. Hasta en los momentos más intensos de la seguridad democrática, se preservó el vínculo con el régimen de La Habana que lejos de ser amigo de las guerrillas, se ha comportado como un verdadero facilitador en las negociaciones, siempre que el gobierno colombiano lo ha solicitado.

En medio de la polémica que despertó la posición colombiana de desconocer los protocolos firmados por la administración anterior con el Eln, se ha puesto en tela de juicio la credibilidad del gobierno cubano.  Sobre el régimen cubano se ha dicho que no es neutral y se considera arbitrariamente que existe una afinidad ideológica absoluta con las guerrillas en Colombia. Algunos han querido adjudicarle la responsabilidad por el surgimiento de tales movimientos, y en el presente, el actual impasse entre ambos gobiernos, revive los reparos históricos de un sector de la derecha colombiana respecto del régimen castrista. Ahora bien, vale la pena llamar la atención sobre los riesgos que supone asumir a Cuba como aliada del terrorismo, y como un país condescendiente con los enemigos de la paz en Colombia. Se trata de supuestos sin fundamento.

Se debe recordar antes que la internacionalización del conflicto colombiano que introdujo a actores externos en las fases de negociación (o incluso en primeros contactos anteriores a la misma) se hizo por iniciativa del propio Estado colombiano y no por imposición de terceros. A comienzos de los noventa,  en el gobierno de César Gaviria Venezuela y México participaron como facilitadores de una negociación con la entonces Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. Los contactos empezaron en Cravo Norte, luego se trasladaron a Caracas y finalmente a Tlaxcala. Este cambio de sede se explicó por las dificultades internas en Venezuela, pues en 1992 se daba el intento de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, promovido por el entones Teniente Coronel Hugo Chávez Frías.

En el gobierno de Andrés Pastrana se conformó un grupo de países amigos compuesto por Canadá, Cuba, España, Francia, Italia, México, Noruega, Suecia, Suiza y Venezuela para apoyar el proceso de paz con las Farc en la zona de distensión. Un hecho destacable es que el tema llegó a tener una importancia fundamental en la agenda del Secretario General de las Naciones Unidas quien designó a un enviado para el proceso , James LeMoyne, quien fue fundamental para salvar la negociación en medio de acusaciones mutuas entre Gobierno y guerrilla. De esa época, data el pedido de Fidel Castro a las Farc de liberar al cabo de la policía José Norberto Pérez cuyo hijo sufría un cáncer terminal mientras su padre estaba secuestrado por esa guerrilla. De poco sirvió tal solicitud pues el niño murió y luego su padre en un acto de vileza fue asesinado por esa guerrilla.

Con la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, y la agudización de la ofensiva del Estado colombiano contra las Farc, Bogotá y Caracas vivieron uno de los momentos más críticos en su relación diplomática, que incluyó no solo insultos a ambos lados de la frontera entre presidentes, sino el ruido atemorizante de tambores de guerra por el estímulo solapado de sectores radicales en los dos países. Con la captura de «Rodrigo Granda» y en medio de duras acusaciones entre Chávez y Uribe, solamente la mediación de Fidel Castro pudo destrabar una de las crisis más dramáticas de esa época. En ese momento, Caracas acusaba a Bogotá de haber capturado irregularmente al guerrillero en su territorio. Uribe trató de contactar a varios gobiernos del continente para que mediaran en la situación, pero todas las respuestas sugerían acciones tardías y procesos dilatorios. Cuando se acudió a Fidel Castro, este respondió de manera inmediata y gracias a su intercesión el impasse pudo superarse sin mayores traumas.  En los ocho años del gobierno de Álvaro Uribe se dieron duros choques con los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela por la exigencia colombiana de que reconocieran a las Farc como terroristas. No obstante, jamás se dio incidente alguno con el gobierno de Fidel Castro sobre quien Uribe -mientras fue presidente- tuvo siempre palabras de respeto y elogio. Mientras en Venezuela se hablaba de la situación colombiana desconociendo el principio de no injerencia, Cuba siempre fue respetuosa y prudente.  

Conviene recordar en entrevista concedida a este diario, la forma como el expresamente Uribe se refirió a Castro en 2006 (Ver: Nuevo gabinete ha sido más difícil’):«le tengo gratitud en nombre de todo el pueblo colombiano. Nos ha ayudado mucho en todos los temas de Suramérica, de Latinoamérica en general y en el tema de la paz, y mi deber es manejar las relaciones internacionales del país con toda prudencia y con toda lealtad».  Asimismo, aclaraba con serenidad que la relación con Cuba no era incompatible de la alianza histórica con los Estados Unidos ¿Por qué desconocer tal condición en las actuales circunstancias?

Años más tarde y tras el conocido fracaso rotundo del proceso del Caguán era muy difícil para la administración de Juan Manuel Santos, presentar una propuesta de negociación con una guerrilla cuya lucha era cada vez más difícil de enmarcar dentro de la violencia política. De nuevo se apeló a Cuba como garante y para alojar los diálogos que derivaron en el resultado ya conocido y cuya participación al igual que la de Noruega, le otorgó transparencia al proceso. En cuanto al proceso con el Eln, pretender  que Cuba como garante del mismo, solo tenga responsabilidades respecto del Estado colombiano implica desconocer la naturaleza de cualquiera de las figuras por las cuales un tercero facilita un proceso de diálogo. Dicho de otro modo, como garante, acompañante, facilitador, mediador u oficiante se tienen compromisos respecto de todas las partes involucradas en la negociación. Desconociendo tal condición Colombia corre el grave riesgo de perder a Cuba, un aliado de la paz al que equivocadamente se empieza a asumir como amigo del terrorismo.   

@mauricio181212