La salida de Raúl Castro del Partido Comunista cubano significa el fin de una era que comenzó a perfilarse luego de que, en julio de 2006, Fidel Castro renunciara al Consejo de Estado, órgano ejecutivo, y asomara sorpresivamente una transición que parece estar cerrando un ciclo por estos días. La transición es de vieja data y ha estado en manos del Partido Comunista el actor más poderoso e incidente del estableciendo cubano. En general, el peso de los Castro ha sido sobredimensionado y se ha pensado que tanto Fidel como Raúl concentraban las decisiones y que, muchas veces, estas obedecían a caprichos personales.

El poder en Cuba es más colegiado de lo que se piensa y las decisiones, aunque dependan de la opinión de algunos líderes emblemáticos de la revolución -cuyas vidas se han ido apagando o retirando-, reposa sobre el Partido y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), estas últimas con un peso capital en lo que tiene que ver con la economía.

Raúl Castro fue esencial en la adaptación de Cuba a los cambios internacionales ocurridos en los 90, tras la desaparición de la Unión Soviética, a partir de la cual se pensaba en la inminente caída del establecimiento cubano. No obstante, la influencia de Castro fue clave en la flexibilización del sistema económico que llevó a una apertura para permitir la inversión extranjera, dinamizar el turismo, aceptar la circulación del dólar, introducir el cuentapropismo y permitir cierta iniciativa empresarial. Todo ello ocurrió bajo la etiqueta de Periodo Especial en Tiempos de Paz, el más dramático en toda la historia de la Revolución, pues el colapso del bloque soviético, sumado a las sanciones, provocó una aguda crisis con efectos todavía visibles. En los noventa, Estados Unidos aprobó las leyes Toricelli y Helms Burton que ahogaron aún más la economía cubana y, como es típico de tales acciones unilaterales, golpean a los más vulnerables mientras cierran espacios para las transiciones y el diálogo.

Esta coyuntura da cuenta de cómo va evolucionando el sistema político y económico cubano. Los cambios políticos ocurren cuando se dan consensos en el seno del Partido Comunista, especialmente en su Comité Central, mientras que los económicos suceden por transformaciones en el ambiente regional o en la economía global. Recientemente, la degradación de la crisis venezolana ha obligado a una flexibilización económica, en contraste con lo que ocurría a comienzos de siglo por la entrega de petróleo por decisión de Hugo Chávez, que derivó en que el Partido rescatara, en estos tiempos que hoy parecen lejanos, la ortodoxia comunista en materia económica. Actualmente, parece tener más sentido una liberalización parcial de la economía que permita el ingreso de divisas y alivie la crisis, agudizada como en otras zonas por la pandemia. En el plano político, la lógica es otra y los eventuales cambios poco tienen que ver con la situación regional o global. En ese punto, prima la postura de las FAR, del Partido Comunista o de algunos dirigentes de influencia. En 2016, cuando por el descongelamiento con Estados Unidos se restablecieron las relaciones diplomáticas y se levantaron sanciones, se pensaba que en el VII Congreso del Partido se llevarían cabo grandes reformas sobre todo en el sistema político, pero aquello no sucedió y Cuba reivindicó, como suele hacerlo, su soberanía como un principio innegociable.

Hace dos años se emprendió una reforma ambiciosa que creó el cargo de primer ministro dándole mayor equilibrio al sistema y se reconocieron ciertos principios de la economía de mercado, aunque el grado de apertura siempre estará en manos del Estado cubano. Sin embargo, quedaron varios pasivos del proceso, en particular en cuanto al reconocimiento de los derechos de la población LGTBI+, que se ha convertido en el último tiempo en un tema de cada vez mayor peso en la isla. Las nuevas generaciones piden a gritos nuevos canales de discusión y expresión, por lo que el gran reto para esta transición que se viene abriendo camino desde hace varios años consiste en atraer a estas generaciones a la revolución para mantener su legitimidad.

@mauricio181212