Desde los inicios más contemporáneos del conflicto que separa a palestinos e israelíes, el papel de la comunidad internacional ha sido determinante. En la actualidad, cuando Israel emprende una ofensiva sin reparo por la proporcionalidad o por discriminar no combatientes, surgen toda clase de preguntas sobre las posibilidades reales de las que disponen algunos estados y organizaciones para detener una nueva espiral de violencia. He aquí algunos alcances y limitaciones de dicho rol para apaciguar lo que, sin duda, ha sido uno de los conflictos más complejos y trascendentes de la segunda mitad del siglo XX.
¿Qué originó la actual violencia y qué ha tenido que ver la comunidad internacional en este rebrote?
La expulsión de 70 familias palestinas del barrio Sheik Jarrah del Este de Jerusalén donde se prevé la implantación de colonos israelíes provocó una serie de protestas que terminaron en enfrentamientos violentos, primero, entre la policía y manifestantes palestinos, y posteriormente, entre las Fuerzas de Defensa Israelíes y Hamas, el movimiento de la resistencia islámica, en la Franja de Gaza. La decisión de Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y trasladar, en consecuencia, la sede diplomática desde Tel Aviv a la llamada ciudad santa aceleró y legitimó los planes de colonización de Benjamin Netanyahu, premier israelí. En ese entonces, la comunidad internacional advirtió sobre los riegos de alterar el estatus de Jerusalén, pero Washington insistió en el apoyo. Tanto la Asamblea General de Naciones Unidas como varios Estados europeos alertaron sobre la situación, cuyas consecuencias son fehacientes en la actualidad.
¿Qué han hecho las instituciones internacionales y otros Estados por detener la violencia entre palestinos e israelíes en el pasado?
Durante la primera Intifada entre 1987 y 1993, por iniciativa de algunos países europeos y de Estados Unidos, concretamente en la presidencia de Bill Clinton, se emprendió el esquema de negociación más ambicioso y trascendente entre palestinos e israelíes que haya ocurrido hasta la fecha: los Acuerdos de Oslo. Se trató de una negociación que contó con la mediación activa de Washington y se prolongó a lo largo de los 90. En ella se firmaron acuerdos por medio de los cuales los palestinos, es decir la Organizaciones para la Liberación de Palestina (OLP) y su brazo político Al Fatah, reconocieron a Israel y este se comprometió a abandonar los territorios ocupados de Cisjordania y la Franja de Gaza. En la última fase de los acuerdos no se llegó a un acuerdo final para la creación de dos Estados. Posteriormente, tras el estallido de la segunda Intifada en 2000, se creó el cuarteto compuesto por Estados Unidos, Rusia, Naciones Unidas y la Unión Europea que elaboró una hoja de ruta para recuperar el sentido de las negociaciones. Sin embargo, su concreción se terminó posponiendo indefinidamente.
¿Cuál es la posición de la comunidad internacional frente a la violencia actual?
La mayoría de estados han llamado a la calma y el principal aliado de Israel, Estados Unidos, ha justificado sus ataques en la legítima defensa. En contraste, los estados árabes de la zona y los musulmanes de esta como de otras regiones han condenado enérgicamente la violencia y han llamado la atención sobre la desproporción en el uso de la fuerza por parte de Tel Aviv. Europa se encuentra seriamente debilitada para asumir una postura. Mientras el alto representante para asuntos exteriores, Josep Borrell, intenta hacer un llamado a la calma sin afectar sensibilidades, las divisiones sobresalen. De un lado, Alemania, Austria y República Checa apoyan sin titubeos a Tel Aviv, mientras que Suecia, Irlanda y Francia han mantenido una postura crítica por los excesos de Israel así como por la colonización, factor que activa y exacerba la violencia.
¿Qué podrían hacer Naciones Unidas, la UE y Estados Unidos para frenar los enfrentamientos?
Existe un consenso sobre la necesidad de revivir el cuarteto, UE, ONU, Rusia y Estados Unidos, para concretar cuanto antes una propuesta de cese al fuego que, a su vez, retome las negociaciones directas entre palestinos e israelíes. Es poco probable que el Consejo de Seguridad se pronuncie exigiendo a Israel el fin de los ataques, pues Washington bloquearía una iniciativa en ese sentido. Los países árabes de la zona no disponen de margen de maniobra, pues no cuentan con influencia en la zona y el tema palestino ha pasado a un segundo plano. Finalmente, la comunidad internacional deberá contemplar la posibilidad de reconocer a Hamas como un movimiento político con interlocución, pues será muy difícil la concreción de un acuerdo para la Franja de Gaza que no incluya a la principal autoridad de dicho territorio.
@mauricio181212