Por primera vez en la historia, el partido de izquierda y tradicionalmente independentista, Sinn Fein, ganó las elecciones autonómicas en Irlanda del Norte, punto de inflexión en la convulsa vida británica del último tiempo. La situación expone las consecuencias dramáticas del Brexit y la forma irresponsable como ha actuado Boris Johnson durante y después de la negociación con Europa.

En 1921, Londres dividió a Irlanda para mantener la hegemonía «unionista» – defensora de pertenecer al Reino Unido-  y protestante en detrimento de una activa minoría católica e independentista. Desde entonces, el Partido Democrático Unionista (PDU) ha controlado la política norirlandesa. La imposibilidad de independencia y la constante discriminación contra la población católica llevó al Sinn Fein a dotarse de un brazo armado, el Ejército Republicano Irlandés (IRA por sus siglas en inglés), situación que condujo a un conflicto armado durante casi tres décadas, entre finales de los 60 hasta 1998, cuando se puso fin mediante los Acuerdos de Viernes Santo o de Belfast.

Durante estos años, Irlanda del Norte vivió en paz aunque con algunos episodios de violencia reivindicados por distintas disidencias del IRA, en particular, el Ejército Republicano Irlandés Autentico; sin embargo, estas facciones han ido despareciendo. Como resulta apenas obvio, la campaña del Brexit cambió para siempre la política británica. En 1973, Londres se había integrado a la Unión Europea, eso sí, se apartó de políticas emblemáticas como el euro o la zona Schengen donde circulan ciudadanos sin controles migratorios. En épocas más recientes, bajo el liderazgo de Tony Blair, se distanció del consenso Berlín – París para condenar la invasión de Irak y, en cambio, fue efusivo aliado de George Bush en la guerra global contra el terrorismo.

¿Por qué el Brexit o retiro formal del Reino Unido de la Unión Europea ha tenido efectos en Irlanda del Norte? Ese Reino está constituido por las naciones de Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia. El Brexit solamente ganó en los dos primeros con 51% y 52% respectivamente. En los dos últimos se votó por la permanencia con un 56% y un 62% respectivamente. El Brexit, interpretado justificadamente en Escocia e Irlanda como una imposición inglesa, fue parcialmente el resultado de una campaña llena de mentiras, noticias falsas y demagogia.  A la migración se le endilgó la responsabilidad de todos los males en un discurso que rozaba la xenofobia; en economía se dijo engañosamente que la UE recibía más de lo que aportaba; y, en seguridad, se afirmó que habría menos vulnerabilidad estando fuera de Europa.

Ante la gravedad de la situación postBrexit en materia económica, a mediados de 2021, el gobierno de Johnson admitió cínicamente que, si era necesario incumpliría el acuerdo con la UE relativo al estatus de Irlanda del Norte que conservaba sus acuerdos comerciales con la UE, es decir, mantenía los Acuerdos de Viernes Santo que proscriben cualquier frontera entre las dos Irlandas. El Brexit habría significado mayor autonomía para Irlanda del Norte en materia comercial, y el gobierno de Johnson, aliado con los unionistas norirlandeses, ha hecho todo lo posible por dilatar la entrada en vigencia de dicho estatus amenazando el acuerdo de paz que completa 24 años.

La llegada del Sinn Fein a Irlanda del Norte puede marcar una nueva era de tensiones con Londres y se sentirán disputas con el unionismo malherido y dispuesto a boicotear la formación de un gobierno. Según los Acuerdos de paz, el Ministro Principal norirlandés (una suerte de primer ministro) debe surgir del colectivo más votado, Sinn Fein, en este caso y el segundo, el Partido Democrático Unionista, debe designar al Viceministro principal. Pues bien, el unionismo ya ha dicho que no formará gobierno lo cual puede conducir a un peligroso bloqueo en una nación donde el eco de la violencia aún resuena. Entretanto, aunque poco se advierta, se contempla la posibilidad de llamar a un plebiscito sobre la independencia respecto del Reino Unido, todo un terremoto político, consecuencia del nacionalismo demagogo.

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