Muchos se preguntan, con razón, si en Colombia un 44% se identifica de centro, según la encuesta de cultura política del DANE, ¿cómo es posible que haya obtenido tan pocos votos en la consulta de partidos de marzo y en las pasadas elecciones presidenciales? El centro tiene una doble concepción, como franja de opinión y como movimiento o partido político. Muchas personas que se consideran de centro no se sienten identificadas ni con derecha ni con izquierda, pero no implica de ninguna manera militancia, intención de voto o identificación con los valores que representan los partidos o líderes centristas. Dicho de otro modo, en Colombia el centro existe más como una franja amplia de personas que no se sienten cómodas con las estigmatizaciones que, en un país tan polarizado, han emergido en torno a izquierdas y derechas.

El centro aún con un desempeño electoral muy por debajo de las expectativas iniciales, se consolidó como una fuerza determinante en el legislativo (14 escaños en Senado y 11 en la Cámara de Representantes). Tras esa elección y por la evidente asimetría entre los resultados de la consulta del Pacto Histórico (casi 6 millones) y Equipo por Colombia (4.1 millones), el Centro (2,2 millones) parecía quedar relegado de cara a la elección presidencial. Incluso se llegó a contemplar la posibilidad de un acuerdo entre Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo. Aún así se mantuvo como una fuerza representativa hasta la primera vuelta en la que alcanzó menos un millón de votos, pero suficientes para convertirse en una franja de votos apetecibles y clave de cara a la segunda vuelta.

La importancia del centro es aún mayor si se tiene en cuenta que uno de los segmentos mas disputados entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández es precisamente el de personas que no votaron en primera. Se puede deducir que cientos o miles de centristas no lo hicieron ante los pocos chances que tenía Fajardo de llegar a una segunda vuelta, con lo cual pudo presentarse una suerte de subrrepresentación del centro en primera vuelta.

Aunque parezca paradójico, pues se le veía como una fuerza raquítica, la relevancia del centro es hoy indiscutible, por su peso legislativo que aceitaría la gobernabilidad y el potencial de votantes entre quienes se pudieron haber abstenido en primera vuelta. Como lo planteó César Caballero en la Universidad del Rosario, el martes 7 de junio durante la presentación de resultados de su encuesta: históricamente en las segundas vueltas más cerradas se tiende a votar más que en primera. En 1998, en la competencia ajustada entre Serpa y Pastrana, se alcanzó un mínimo de abstención de 37%, histórico, que no hemos vuelto a registrar. Y otro dato de enorme cuantía: un 27% de votantes de Hernández y Petro dice no estar seguro de volver a votar por ellos en el balotaje.

El centro de una composición más cercana a la izquierda, a juzgar por sus candidatos provenientes de partidos como el verde, el MOIR, el Polo y un liberalismo progresista, fue sumiéndose en una suerte de crisis interna en la que la mayoría de sus líderes parece haber optado por la opción de Hernández. Giro sorpresivo por la incertidumbre alrededor de su programa en contraste con la claridad conceptual de las propuestas programáticas centristas.

El centro tenía una oportunidad histórica de ubicarse como una fuerza alternativa entre derecha e izquierda, la primera consolidando un proyecto de años y la segunda recreándose en el posturibismo. A diferencia de los juicios tajantes que circulan en redes, se puede decir que el centro existe y en países de Europa ha sido clave para contrarrestar el discurso de la extrema derecha frente a la integración y la migración o controvertir a las izquierdas radicales por su nacionalismo económico.

La polarización extrema (o afectiva como diría Yanina Welp) cada vez más violenta alimentada por influenciadores en redes sociales desfiguró la imagen del centro. Tristemente, el centro se fue transformando en esa caricatura de sus detractores y convirtió en el lapso de apenas semanas la ecuanimidad en desidia y la moderación en un cínico pragmatismo.

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