La sociedad colombiana se ha acostumbrado amargamente a la estigmatización producto de la violencia y del narcotráfico. No es anodino que una de las frases más célebres de Luis Carlos Galán consistía en prometer una renovación política para que a ningún «colombiano le dé vergüenza presentar el pasaporte de su patria». Desde hace varias décadas, los colombianos que circulan por el mundo han adquirido la costumbre de enfrentar todo tipo de inconvenientes, producto de prejuicios infundados que nos señalan como traficantes de drogas.

Justo en el mismo momento en que llegan decenas de quejas de colombianos deportados desde territorio mexicano, el Reino Unido toma la decisión de eliminar el visado para estancias cortas de turismo, es decir, menores a los 90 días. ¿Qué significa la medida? ¿Por qué Londres llegó a esa decisión? ¿Desde cuándo Colombia venía trabajando en la materia?

El 15 de marzo de 2001, el Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea (UE) decidió incluir a Colombia en la deshonrosa lista de 130 países cuyos ciudadanos debían tramitar un visado para ingresar a territorio europeo. El gobierno de Mariano Rajoy se abstuvo, pero no pudo detener una iniciativa que generó rechazo y preocupación en un país cada vez más aislado. En enérgica respuesta, un grupo de intelectuales compuesto por Fernando Vallejo, Héctor Abad, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Dario Jaramillo, William Ospina y Fernando Botero anunció que no pisarían suelo español hasta que se levantara la medida: «con la dignidad que aprendimos de España, no volveremos a ella mientras se nos someta a la humillación de presentar un permiso para poder visitar lo que nunca hemos considerado ajeno», decía la misiva dirigida a las autoridades españolas. Solo Vallejo cumplió, el resto terminó volviendo a España.

A mediados de 2015 y como resultado de un largo proceso liderado por María Ángela Holguín y Juan Manuel Santos, se firmó el protocolo para eliminar el visado de entrada a los Estados que hacen parte del Espacio Schengen en la Unión Europea (UE) y que decidieron levantar el control fronterizo dentro de ese espacio. Colombia ponía fin a una oscura era de humillaciones y engorrosos trámites de ingreso a Europa. Santos y Holguín habían trabajado arduamente para mejorar la situación de movilidad de los colombianos en el mundo, pues también se consiguió la derogación del trámite en Albania, Moldavia, República Dominicana, Rusia, Tailandia y Turquía, entre otros. Por obvias razones, estos logros tuvieron menos visibilidad, sin embargo,  dan cuenta de una tarea maratónica en los 8 años de Holguín como cabeza de la cancillería.

Aprovechando el cambio de imagen de Colombia en el exterior y la negociación con la UE, en enero de 2014, Santos le solicitó formalmente a David Cameron eliminar el visado, pues  desde 2011 había avanzado en la conformación de comisiones comerciales para fortalecer los intercambios y la inversión británica en Colombia. La labor del embajador Mauricio Rodríguez fue excepcional. Aquello allanó el camino para que el gobierno de Iván Duque consolidara la relación y avanzara en un TLC, tras la salida aparatosa del Reino Unido de la UE en el proceso del Brexit. Colombia fue no de los primeros en reacomodarse tras esa salida. Por eso, aunque resulte sorpresiva la decisión de Londres de eliminar el trámite de visado es lógica y responde a un acercamiento histórico, a los logros colombianos de estabilización gracias a los Acuerdos de La Habana y a la necesidad del Reino Unido de reubicarse en el mundo tras la salida traumática del bloque europeo.

La polémica que se ha armado en torno a quién merece el reconocimiento es inútil como injustificable. Se trata de un logro de Estado, que compromete la labor de varios gobiernos, pero sin duda alguna, la decisión confirma que la labor de Santos y Holguín en política exterior fue notable y reafirma el poder que tiene la paz para cambiar la imagen de Colombia en el mundo. Alejarnos de ese ideal resultó costoso y contradijo años de esfuerzos de diferentes administraciones que, desde los 90 apostaron por esa paz.

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