A falta de poco más de dos años para que António Guterres termine su mandato como Secretario General de Naciones Unidas, medios colombianos (El Espectador y El Colombiano) han puesto a circular la tesis de que toma forma la candidatura de Juan Manuel Santos . ¿Le conviene a Colombia ? ¿Tiene chances reales de acceder? ¿Qué significaría para América Latina un nombramiento de este tipo?
Antes que nada, se debe recordar que corresponde a la Asamblea General elegir a un candidato que previamente ha sido sugerido por el Consejo de Seguridad, donde tienen asiento permanente China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia, y diez más que participan de forma rotativa. Actualmente, por América Latina están Brasil cuyo periodo termina este año, y Ecuador que finalizará en 2024. Apenas expire el mandato del secretario portugués, corresponde a América Latina la nacionalidad del próximo. El último en desempeñar ese cargo bajo dicha condición fue el peruano Javier Pérez de Cuellar a lo largo de la década de los 80, es decir, asistió al fin de la Guerra Fría.
A raíz de la publicación de varias piezas sobre el tema, en redes sociales se empezó a debatir sobre esta conveniencia para el país, por la experiencia de Juan Manuel Santos en temas de paz -que la valió el Nobel en 2016- así como sus posturas en temas como la flexibilización del régimen de drogas en el mundo y recientemente por su participación en discusiones del Consejo de Seguridad sobre desarrollo sostenible. La prensa colombiana también ha puesto sobre la mesa una supuesta candidatura de Iván Duque por intercesión de Felipe Calderón, exmandatario mexicano, algo que parece poco posible no solo por la opacidad internacional del colombiano, sino porque durante su mandato. como nunca antes en la historia, Colombia protagonizó un enfrentamiento directo con Rusia miembro permanente del Consejo de Seguridad. Duque, efusivo defensor del acuerdo Colombia OTAN, difícilmente tiene los pergaminos de paz y ecuanimidad que se requieren, y en caso de que su nombre sea postulado, es probable que Moscú se oponga. A esto se suma el desprecio por el multilateralilsmo del que hizo prueba en sus cuatro años de mandato.
Aunque todavía falte tiempo se puede indagar si la llegada de un colombiano a ese cargo, en concreto de Santos, quien tiene opciones reales, significaría un triunfo diplomático para Colombia. Ayer Angélica Lozano trinó «Admiro, respeto y me gusta Michelle Bachelet, pero mil veces mejor Juan Manuel Santos para Colombia. Ideal para nuestro país que el expresidente Santos llegue a la secretaría general de Naciones Unidas». Se trata de un mensaje que, aunque rebatible, es positivo pues comprueba que en el Congreso hay voces interesadas en la política internacional. Gabriel Cifuentes, conocedor de temas internacionales, se sumó a una pequeña discusión en redes al respecto, considerando que Santos cumple con los pergaminos por su rol en la concreción del acuerdo de paz.
Sin embargo, la respuesta es que debemos sobrepasar la lógica de que hay que ubicar a colombianos en la burocracia internacional, pues de concretarse, deberá defender el multilateralismo, no los intereses de Colombia. Santos no podrá darle más visibilidad al país, ni tendrá mejores chances de cambiar el rígido esquema de lucha contra las drogas, menos aún, dispondrá de opciones reales de interceder en los casos más críticos de violaciones a los derechos humanos en Medio Oriente (Israel, Siria, Yemen) en el Sahel o en Corea del Norte o Birmania. Sin duda alguna, es un buen candidato, pocos tienen la experiencia de negociación, ni ostentan el mérito de haber pactado la desmovilización de una de las guerrillas más antiguas del globo. De igual forma, Santos tiene en su haber un liderazgo en temas de drogas, migraciones y como mediador eficiente en la crisis venezolana.
Aún así, es difícil pensar que esté mejor posicionado que Michele Bachelet o Alicia Bárcena que tienen mayor recorrido en la multilateralidad, por ende, conocimiento específico sobre los temas bandera del sistema de Naciones Unidas. Basta recordar que la chilena como Alta Comisionada para los Derechos Humanos y sobre quien se especulaba su independencia frente a la izquierda latinoamericana, fue insistente en desplazar una misión que testimonió la comisión de crímenes de lesa humanidad en Venezuela y la responsabilidad de altos funcionarios. Bárcena fue clave durante su paso por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para problematizar el desarrollo en la región. Durante la pandemia visibilizó la impresionante huella social que dejó la crisis y trabajó incansablemente para mitigar sus efectos económicos.
Colombia debe empezar a pensar los problemas del mundo desde una óptica global y contemplar la seguridad alimentaria, el cambio climático, el desarrollo sostenible y la guerra en Ucrania como temas urgentes que requieren de un liderazgo que no pasa necesariamente por privilegiar el lugar de Colombia en el mundo. Como parte del Sur Global (antiguo Tercer Mundo o países en vías de desarrollo) debemos ponernos en sintonía con temas que, por décadas, hemos percibido injustificadamente como ajenos.
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